La crisis económica regional “va a durar más de lo que se pensaba, la recuperación va a tomar varios años y será más lenta que tras la crisis subprime (de 2007-8)”, por lo que habrá que “mantener políticas macroeconómicas, fiscales y monetarias expansivas”, advirtió este martes la secretaria ejecutiva de la Cepal (Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe), Alicia Bárcena.

Al presentar por videoconferencia desde Santiago de Chile el Estudio Económico 2020 para la región, Bárcena señaló que los esfuerzos realizados para paliar el impacto de la pandemia de coronavirus “no van a ser suficientes”, por lo que alentó un sostenimiento del gasto público apoyado en un “fortalecimiento de los ingresos públicos”, en especial con mayores gravámenes a la renta y a la propiedad.

Según el informe, América Latina y el Caribe registra su peor crisis económica en un siglo, con una contracción estimada del producto interno bruto (PIB) regional de -9,1%, y de -9,4% en América del Sur.

El organismo anticipó que la caída de la actividad será este año de 2,3% en Paraguay; 5% en Uruguay; 5,6% en Colombia; 7.9% en Chile; 9% en México y Ecuador; 9,2% en Brasil; 10,5% en la Argentina; 13% en Perú y 26% en Venezuela.

Debido a esto, a fines de 2020 el nivel de PIB per cápita sería igual al de 2010, es decir, “habría un retroceso de 10 años con un fuerte aumento en la desigualdad y la pobreza”, proyectó la Cepal.

Con el cierre de 2,7 millones de empresas formales, el desempleo alcanzaría a 44 millones de personas (se agregarían 18 millones respecto al nivel de 2019).

Además, “la pobreza llegaría a los mismos niveles observados en 2005, es decir, marcaría un retroceso de 15 años, hasta 231 millones de personas, mientras que la pobreza extrema llegaría a los niveles de 1990, lo que implica un retroceso de 30 años (96 millones de personas)”.

>>Te puede interesar: Casi 6 de cada 10 menores de 14 años estaba en la pobreza en julio

“Hay que fortalecer los ingresos públicos, mantener las políticas monetarias expansivas convencionales y no convencionales”, y fortalecer la regulación de los flujos de capitales, para limitar las salidas y preservar la estabilidad macrofinanciera en el corto y mediano plazo, añadió el informe.

En materia de política fiscal, el Estudio Económico 2020 alentó un marco de sostenibilidad centrado en los ingresos.

Es necesario -consideró Bárcena- que América Latina y el Caribe aumente su recaudación tributaria, que actualmente es de 23,1% del PIB en promedio para los gobiernos de la región, comparado con el 34,3% de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)”.

Para esto recomendó “combatir la evasión y elusión tributaria, que llega al 6,1% del PIB regional (unos US$ 325.000 millones); y consolidar el impuesto a la renta a personas físicas y corporaciones (que es de 6,3%, frente a 11,6% en la OCDE)”.

Bárcena propuso asimismo “extender el alcance de los impuestos sobre el patrimonio y la propiedad” (0,8% del PIB en América Latina y el Caribe, contra 1,9% en los países de la OCDE); y “establecer impuestos a la economía digital”.

El informe añade que los países del área “deben orientar el gasto público hacia la reactivación y transformación económica, fortaleciendo la inversión pública hacia sectores que fomenten el empleo, la paridad de género, la inclusión social, la transformación productiva y una transición igualitaria hacia la sostenibilidad ambiental”.

El comercio mundial se reactiva

El comercio mundial dio muestras de reactivación tras la crisis económica provocada por el coronavirus, aunque esta mejoría puede llegar a verse afectada por los actuales efectos de la pandemia, según advirtió este martes la Organización Mundial del Comercio (OMC).

La OMC prevé ahora una disminución del 9,2% del volumen del comercio global de mercancías para 2020, frente al 12,9% pronosticado en abril, según un informe de la organización.

El documento prevé, además, un aumento de 7,2% en 2021, aunque aclaró que las estimaciones están “sujetas a un grado de incertidumbre inusualmente elevado”, ya que dependen de la evolución de la pandemia.

El cálculo se basó en los resultados comerciales de junio y julio, meses en que los productos relacionados con el Covid-19 tuvieron un fuerte incremento en sus ventas y en que se flexibilizaron las medidas de confinamiento.

Las previsiones indicaron “importantes aumentos” porcentuales de los volúmenes de exportaciones e importaciones en todas las regiones para ese año.

Los cálculos marcaron un crecimiento de las importaciones de Asia y América del Sur de 6,2% y 6,5%, respectivamente.

Las caídas más pronunciadas durante este año tuvieron lugar en Europa y América del Norte, donde las exportaciones se contrajeron 24,5% y un 21,8%, respectivamente, mientras que las exportaciones de Asia disminuyeron 6,1%.

En el mismo período, las importaciones se redujeron 14,5% en América del Norte y 19,3% en Europa y 7,1% en Asia.

¿Cuáles son los sectores más afectados por la crisis?

El comercio de servicios tuvo una caída de 23%, afectado por las restricciones a los viajes internacionales, que disminuyeron 80% entre principios de enero y mediados de abril, con una recuperación posterior hasta el 57% de su nivel de principios de año.

El comercio agropecuario se contrajo menos que el promedio mundial en el segundo trimestre (-5% frente a -21%), exportándose incluso en las situaciones de confinamiento estricto.

El comercio de combustibles y productos de minería cayó 38%, y la comercialización de productos manufacturados se retrajo 19%.

La industria automotriz registró el mayor descenso, con un pico de 70% en abril, y tuvo un repunte en junio que la ubicó en un 26% menos respecto del año anterior.

El comercio de equipo de telecomunicaciones, incluidos los teléfonos inteligentes, aumentó 2% interanual en junio.

Un dato significativo estuvo dado por el “explosivo aumento” del comercio de equipo de protección personal, que creció 92% en el segundo trimestre y 122% en mayo.