El Día de la Soberanía Nacional se conmemora el 20 de noviembre en la Argentina. La fecha alude a la Batalla de la Vuelta de Obligado, una confrontación relativamente pequeña que enfrentó a la marina anglo-francesa y a la de la Confederación Argentina en el Río Paraná en 1845, en el marco de un bloqueo que complicó el comercio exterior nacional por un tiempo considerable.

A pesar de que la flota anglo-francesa ganó la batalla, debió aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.

La conmemoración fue propuesta en el Congreso en 1974, junto con la repatriación de los restos de Rosas, y promovido a feriado nacional por Decreto de Necesidad y Urgencia el 3 de noviembre de 2010, el año del Bicentenario argentino.

La batalla

A instancias del relieve de la costa del río Paraná en esa zona, el General Lucio Mansilla organizó a gran parte de su tropa en la playa baja ubicada antes de las barrancas, entendiendo que los invasores anglo-franceses atacarían con su artillería primeramente a las baterías argentinas ubicadas en lo alto.

El combate tuvo su inicio al alba del día 20 de noviembre, primeramente con una escaramuza unos pocos kilómetros aguas abajo del río Paraná cuando tres lanchones argentinos que patrullaban al río fueron atacados por la artillería de la flota anglo-francesa.

A las 8, ingleses al mando de Charles Otham comenzaron a bombardear las posiciones argentinas sin mucho efecto pero a las 10:30, la flota invasora reunida, con su diluvio de proyectiles comenzó a tener eficacia: con un intenso cañoneo y fuertes descargas de cohetes Congreve sobre las baterías argentinas.

La respuesta fue inmediata, pero la defensa argentina contaba con cañones de mucho menor alcance , precisión y lentitud de recarga.

Las tropas defensoras los recibieron con un “¡Viva la Patria!” y entonando el Himno Nacional. Al encontrarse la nave capitana francesa de frente a las baterías locales, estas abren fuego matando en el acto a 28 hombres de dicho buque y dañando seriamente su arboladura (se contabilizaron 11 disparos solo en el palo mayor).

Más allá del ímpetu de las fuerzas defensoras, el intercambio de disparos causó múltiples bajas en el bando argentino.

Pese a la adversidad y las desventajas, las fuerzas argentinas logran abatir a los bergantines Dolphin y Pandour, obligando a retroceder al Comus, silenciando el poderoso “cañón de a 80” del Fulton y cortando el ancla de la nave capitana (la cual dejó de batallar y se alejó a la deriva, aguas abajo).

Era tal el escarnio con que ambas fuerzas se batían, que en un momento dado el Gral. Mansilla (sin perder su acostumbrada serenidad) le preguntó a su amigo italiano: “Che, Alberti, ¿qué es eso que echan al agua, de aquel barco?”, a lo cual el italiano (luego de mirar a través de su catalejo) contestó: “¡Son corpos (‘cuerpos’), usía!”.

Luego de más de dos horas de combate, se agotaban fuerzas y municiones. Ante el vuelco de las circunstancias, el comandante Sullivan ordenó el desembarco de dos batallones que avanzaron contra la batería sur.

El general Mansilla ordenó la carga a bayoneta, durante la cual fue herido de gravedad en el pecho por una salva de metralla. El coronel Juan Bautista Thorne lo reemplaza en el comando de la artillería, mientras que Rodríguez asumió el mando autónomo de sus fuerzas de caballería.

Tras varias horas de combate, fuerzas de infantería (principalmente francesas) desembarcaron en la costa, atacando la batería argentina, que perdió 21 cañoñes que cayeron en manos enemigas, para ser inutilizados al no poder ser transportados.

Cuando los invasores pretendieron afirmarse, fueron atacados por la caballería del coronel Ramón Rodríguez, obligandolos a reembarcarse temporalmente, cediendo ante un segundo ataque, más eficaz.

Tomando ventaja de la defensa que los argentinos debían hacer de sus piezas de artillería durante el desembarco, las fuerzas atacantes incendiaron los lanchones que sostenían las cadenas. También se perdió el buque Republicano, que fue volado por su propio comandante ante la imposibilidad de defenderlo.

El bando argentino tuvo 250 muertos y 400 heridos. Los agresores, por su parte, tuvieron 26 muertos y 86 heridos y sufrieron grandes averías en sus naves que obligaron a la escuadra a permanecer casi inmóvil en distintos puntos del Delta del Paraná para ser reparadas.

Finalmente, los anglo-franceses consiguieron forzar el paso y continuar hacia el norte, atribuyéndose la victoria.

Hallazgo

Tres nuevos documentos hallados en 2015, confirman la presencia militar en suelo entrerriano durante la Batalla de Obligado, en los cuales se habla de la deserción de soldados argentinos «del campamento ubicado frente a Obligado», lo que hasta el momento se desconocía ya que se suponía que toda la defensa se había concentrado en la costa de San Pedro, en territorio bonaerense.

El Grupo Conservacionista de San Pedro aseguró que «lo curioso no son las deserciones, que eran un hecho común para la época, sino la procedencia de los partes de guerra: “Campamento enfrente a Obligado” (SIC).

«Hasta hoy se creía que todo el dispositivo de defensa armado por el General Lucio Mancilla había estado centrado en la margen derecha del Paraná, en suelo de San Pedro, en donde el general de

Rosas armó cuatro baterías y atravesó el río con tres cadenas soportadas por 24 embarcaciones de mediano porte.», indicó un comunicado del Grupo

Si bien no se tiene del todo claro cómo estaba sujetada toda esa estructura a la orilla opuesta, estos nuevos documentos revelan la existencia de un “campamento en frente a Obligado” y por ende, la presencia, allí, de una fuerza militar de cierta importancia compuesta por miembros del Regimiento de Patricios.

Un tercer documento, escrito cuarenta días antes por el propio Lucio Mancilla, corrobora esta idea al expresar en una carta dirigida al Juez de Paz de San Pedro, Don Benito Urraco, que le ha ordenado al teniente José María Lencina reunir 25 hombres para “hacer un servicio en la isla” (es decir, en la costa entrerriana).

Precisaron que «es lógico pensar que esos hombres debieron estar asignados a la preparación y custodia de algún tipo de apostadero en la costa de Entre Ríos dispuesto a defender el extremo de cadena en la costa frente a Obligado».

La batalla de Vuelta de Obligado, un hecho histórico que fue ocultado o minimizado durante años por los historiadores, enfrentó las tropas argentinas que respondían al general Juan Manuel de Rosas y a una poderosa flota anglofrancesa que pretendía incursionar en el río Paraná para abrir el comercio a esos dos países extranjeros.

El combate, caracterizado por al disparidad de fuerzas tanto en numero como en armamentos, duró cerca de ocho horas y fue el primero de la denominada Batalla del Paraná.

Mansilla hizo colocar a lo largo del río tres gruesas cadenas para evitar el avance de la flota y «necesitaba del lado entrerriano tener una fuerza militar para evitar que los soldados ingleses y franceses, acompañados por artilleros argentinos opositores a Rosas, desembarquen».

Eduardo Campos, periodista y escritor de San Pedro y autor de tres libros sobre la batalla, dijo a Télam que la existencia de los documentos «prueba algo muy importante ya que para los anglofranceses les hubiera sido muy fácil cortar la cadena desde la costa de Entre Ríos».

«Mansilla hizo que tuvieran que descender de los barcos y cortar las cadenas en el centro del río», dijo Campos quien aseguró que «las tropas argentinas combatían con una fuerza varias veces mayor en número y en armamento para lo cual Mansilla diseño una estrategia para intentar contrarrestarla».

Ciento setenta años después de la batalla, los vecinos continúan recuperando municiones y restos de casquillos de balas disparadas durante la contienda,lo que da una idea de lo cruento del enfrentamiento bélico.

Los mismos fueron recolectados por el Grupo Conservacionista de Fósiles, junto a los vecinos del lugar, y está depositado en el Museo de Sitio Batalla de Obligado, situado en el mismo lugar donde se libró la batalla.

Fuente: Télam.