El clima tenso de la transición signado por la breve entrevista de la presidenta saliente y el presidente entrante en la Quinta de Olivos el martes pasado, mejoró el viernes con la reunión de una hora y media entre el jefe de Gabinete de Cristina Fernández, Aníbal Fernández y el de Mauricio Macri, Marcos Peña.

Los escarceos previos se tornaron tensos cuando el presidente electo dijo el martes al salir de su entrevista con la jefa de Estado que la reunión “no valió la pena” y cuando al día siguiente Aníbal Fernández dijo que Peña exigía una reunión “a la luz del día” por expreso pedido del presidente electo.

Fernández señaló con ironía que no invitaba a su sucesor a un bar sino a su propio despacho en la Casa Rosada y anticipó que la presidenta Cristina Fernández le pidió “discreción” para estos contactos, en tanto Peña chicaneó a su interlocutor al plantear que “Cristina plantea una transición clandestina”.

La Presidenta instó el jueves a evitar “banalidades y trivialidades” en la transición, seguramente referidas a la existencia o no de registros fotográficos y filmaciones de los encuentros. Pese a los dimes y diretes, Fernández y Peña dialogaron el viernes en privado en la Rosada en una reunión que ambos consideraron positiva. “Fue una muy cordial charla”, dijo el macrista a la salida.

En las segundas líneas también se registraron contactos discretos y razonables durante toda la semana, pero la atención está puesta en el futuro del presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli; la Procuradora general Alejandra Gils Carbó y los titulares de la AFSCA y la Radio y Televisión Argentina, Martín Sabbatella y Tristan Bauer, que pretenden cumplir con sus mandatos.

Para el nuevo gobierno resulta contradictorio echar a Vanoli luego que los partidos que lo integran se rasgaron las vestiduras desde la oposición en defensa de la autonomía del Banco Central, en tanto Gils Carbó es titular del ministerio público extrapoder, que constitucionalmente no recibe órdenes del Ejecutivo.
Simultáneamente, la cámara baja fue escenario de una tensa sesión el jueves en la que el Frente para la Victoria reunió quórum con dificultad, con el aporte de los bloques izquierda para sancionar más de 90 proyectos de ley y pese a deserciones internas.

La falta de número obedecía básicamente a que las bancadas de la UCR, el Pro, el Frente Renovador, el Partido Socialista, el juecismo codobés , Gen y Coalición Cívica se negaron a dar número para trabar las iniciativas que incluyeron –entre otros proyectos- la creación de Yacimientos Carboníferos de Santa Cruz, la expropiación del Hotel Bauen y la participación en las ganancias de los trabajadores de empresas televisivas y telefónicas.

El nuevo gobierno fue adelantando durante la semana los nombres de ministros y funcionarios entre los que se destacan Peña y el titular de la cartera Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, un economista ortodoxo que –según lo expresó la vicepresidenta electa, Gabriela Michetti- deberán “desarmar la bomba que nos dejan”. Prat Gay conversará seguramente la semana próxima con Axel Kicillof.

En el aspecto económico, el nuevo gobierno reiteró su decisión de liberar al dólar, eliminar retenciones a la carne, maíz y trigo, al tiempo que irá reduciendo las retenciones a la soja que generaron el duro enfrentamiento entre el gobierno y el agro, en 5 puntos por año.

También se anunció que Macri pretende limitar el impuesto a las ganancias a los salarios que superen los 30.000 pesos, así como que se mantendrán los Precios Cuidados y el Plan Ahora 12, con el cual el gobierno de Cristina Fernández estimuló el consumo interno frente a la crisis internacional que golpea el comercio exterior argentino.

Una novedad fue que el actual titular de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva, Lino Barañao, fue confirmado en su cargo por Macri, que llamó al funcionario por teléfono para proponerle el cargo en un momento en que el ministro viajaba en helicóptero con la presidenta Crsitina Fernández.

Barañao consultó a la Presidenta acerca de la posibilidad de continuar en el cargo y aceptó el nombramiento luego que Cristina lo aconsejara acerca de que antes pidiera un nivel presupuestario similar al que el kirchnerismo le concedió a la esfera de la investigación científica.

En tanto, el socio gremial de Macri, Hugo Moyano, tuvo un traspié con la designación de Triaca como nuevo ministro de Trabajo, cuyo nombramiento fue recibido en cambio con agrado por parte de los adversarios sindicales del camionero. “El nuevo presidente tiene todas las facultades para designa a quien quiera, pero nosotros podemos no aceptarlo”, advirtió Moyano.

En las próximas horas se conocerá además si el kirchnerismo convoca el 9 de diciembre a sus bases a la Plaza de Mayo para despedir a Cristina de la Casa Rosada. Según trascendió de las reuniones de la presidenta con senadores y diputados del FPV, su intención no es presidir al Partido Justicialista que comienza un realineamiento interno, sino mantenerse como “una militante más”.