El Senado aprobará el próximo miércoles la ley que prorroga hasta 2022 la emergencia alimentaria, en medio de una especie de tregua entre Cambiemos y el peronismo que empezó a trabajarse en Diputados y se trasladó a la Cámara alta, con el fin de bajar la tensión política.

La sesión especial fue convocada para las 14 con el proyecto de emergencia como único tema de la agenda y, según confirmaron tanto en el oficialismo como en la oposición, será aprobado por unanimidad.

La dinámica del debate se definirá el mismo miércoles por la mañana, en una reunión de jefes de bloque, pero la idea que hasta ahora se impone, de acuerdo a fuentes parlamentarias, es repetir el esquema que usó la Cámara de Diputados: un tratamiento rápido, con pocos oradores y discursos que no levanten demasiada temperatura.

Esto es parte de una tregua parlamentaria entre Cambiemos y las distintas bancadas peronistas (como el bloque Justicialista, Frente para la Victoria), se dice que empezó como un acuerdo tácito para mantener al mínimo la actividad del Congreso, algo difícil de sostener si se mira la desidia con la que se abordó un tema candente.

Hablar de entendimiento expreso entre las bancadas, puede sugerir cierto grado de racionalidad, difícil de probar si se mira el contexto de urgencia que se pre anunció hace mucho más que dos meses.

La emergencia parlamentaria se convirtió en un tema ineludible de la agenda, con calles abarrotadas de manifestaciones que demandaron alimentos, mejores ingresos y la actualización del salario mínimo vital y móvil.

El pasado lunes, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, el jefe del interbloque de Cambiemos, Mario Negri, y su par del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, mantuvieron una reunión en la que acordaron que el debate sobre la emergencia fuera lo más breve y pacífico posible.

Con ese pacto ya cerrado y la aprobación del proyecto garantizada para el miércoles siguiente, el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, empezó a moverse para repetir ese acuerdo en la Cámara alta, según confirmaron fuentes del oficialismo.

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Pinedo llamó por teléfono al jefe del bloque del PJ, Carlos Caserio, ahora uno de los flamantes referentes del candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández, en el Senado, y la respuesta que tuvo fue la que esperaba: organizar rápidamente una sesión especial y sancionar la ley sin demoras.

Esta tregua tiene varias razones, pero hay una que sobresale: la preocupación tanto del Gobierno de Cambiemos como del Frente de Todos -que espera empezar a gobernar en diciembre- por la multiplicación de protestas en las calles de la Ciudad de Buenos Aires y otros puntos del país.

Ambos sectores tomaron nota de que varias de esas manifestaciones -como el acampe frente al Ministerio de Desarrollo Social de la última semana- adoptaron un tono intransigente y no responden a ninguno de los frentes políticos que se disputan el poder, sino que son más cercanas a la Izquierda.

Por otro lado, ya había un acuerdo tácito previo entre el oficialismo y la oposición en el Senado para mantener al mínimo la actividad del Congreso a fin de evitar posibles exabruptos que pudieran impactar en las perspectivas económicas o en la campaña de cada partido.

En la Cámara de Diputados se vivía un clima similar hasta que el conjunto de la oposición unificó sus proyectos de emergencia alimentaria en uno solo y pidió una sesión especial, cediendo ante el reclamo persistente de los movimientos sociales, entre ellos el Evita, que integra el Frente de Todos.

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El oficialismo decidió acompañar el proyecto, por un lado para evitar un nuevo conflicto político que complicara todavía más al Gobierno y por el otro para tomar por sorpresa a la oposición.

«Muchos dirigentes presentaron el proyecto pensando que no iba a haber sesión», afirmó un importante diputado de Cambiemos en las horas previas a la sesión en la que la Cámara de Diputados le dio media sanción a la iniciativa y la giró al Senado.

Según trascendió, incluso el jefe del bloque del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, tenía reparos frente al impulso de un proyecto de este tipo que obligaría a sesionar nuevamente, pero la presión de las protestas instaló el tema en la agenda y, al ser oposición, no había argumentos para eludirlo.

Por ello, en la reunión que tuvo con Negri y Monzó, el diputado que lidera la bancada kirchnerista les comunicó: «Queremos una sesión tranquila, que se trate el proyecto y nada más».

La tregua se vio reflejada en los discursos que se oyeron en la sesión, más moderados que en otras ocasiones, e incluso en el reconocimiento de Rossi al oficialismo por haber decidido dar quórum y acompañar la iniciativa.