Por Marcelo Chibotta

Joven. Así se lo percibe a Luis «Changui» Cáceres cuando habla de política con la misma pasión de siempre, con la que seguramente puso en juego en los albores de la Junta Coordinadora que fundó con otros radicales como Enrique «Coti» Nosiglia y «Freddy» Storani, o con la que se lo pudo ver cuando en 1987 fue candidato a gobernador de la provincia de Santa Fe por la Unión Cívica Radical.

En un mano a mano con Conclusión, este incansable militante de 72 años habló, entre otras cosas, de lo que está haciendo durante estos tiempos, de La Cámpora y de su visión  sobre la relación surgida entre su partido y el PRO de Mauricio Macri en la convención nacional del radicalismo realizada el año pasado, antes de las elecciones, y por la cual declaró: «Me hizo perder el pelo, a pesar de la porra que he tenido siempre».

Después de aquella candidatura, el «Changui» tuvo muy pocos intentos para disputar un cargo y muchas menos apariciones en los medios de comunicación. No obstante, nunca se quedó quieto y los que lo conocen dan fe de ello: «En estos tiempos lo que hago es recorrer el país, con gran esfuerzo. Cuando algún grupo de juventud o de trabajadores radicales me invitan o me piden que vaya a dar una mano en algún lugar de la geografía argentina, voy y hacemos una especie de seminario que a ellos les viene bien, pero uno le tiene que poner nafta al auto, estar yendo de una punta a la otra y eso es duro, hasta diría físicamente, pero estoy hecho un pendex».

Enseguida entró en tema y contestó sobre cómo ve al radicalismo luego de su alianza con la fuerza de Mauricio Macri: «Yo no computo esto como una alianza. Los que manejan la sigla partidaria, posiblemente sí y son los que han hecho determinados acuerdos cuyos contenidos ni yo ni nadie los conoce. Una alianza es otra cosa, se hace entre partidos políticos que discuten, resuelven y acuerdan un programa y una estrategia común hasta donde las coincidencias le dan y después ejercen un gobierno compartido».

«Este no es el caso – prosiguió – ya que Mauricio Macri se encargó el mismo día de las elecciones, después del escrutinio, de decir que era un gobierno del PRO, lo que no quiere decir que no haya convocado gente de empresas o de algún sindicato o de algún partido político y tenga algunos funcionarios de ellos. En el caso del radicalismo, los hay por ser radicales, pero personalmente no computo esto como un gobierno de coalición ni por las tapas».

La convención del radicalismo de Gualeguaychú me hizo perder el pelo

Enseguida, y luego de recordársele que el acuerdo fue una decisión partidaria surgida en la convención partidaria de Gualeguaychú, Cáceres no dudó en calificarlo como «un error» para después confesar que hay determinadas cosas que lo «violentan».

«El sistema de partidos políticos está destruido y su recomposición es necesaria frente a la necesidad de llevar adelante los pasos en la República, en un proceso democrático» – expuso – y agregó que «en ese contexto y ubicándonos en la época de Gualeguaychú, yo estaba convencido que había que tratar de parar lo que estaba, que era el relato que no se condecía lo que hacían. Una cosa es el relato con el que se podía estar de acuerdo pero se hacía todo lo contrario».

Sin detenerse un instante, el ex candidato a gobernador describió cuál había sido su propuesta: «Yo pensaba que era necesario que aquellos partidos que estuvieron en la oposición establezcan y firmen un acuerdo de gobernabilidad y compitieran dentro de las Paso para ver quién iba a levantar las banderas de la oposición y que el radicalismo tenía que ir con sus afines. Para mí el radicalismo tenía que ir con una fórmula de Unen a competir contra Mauricio Macri y contra Sergio Massa del Frente Renovador».

El radicalismo está acostumbrado a ganar o perder, pero no a ser un partenaire

«Pero hubo un acuerdo ‘pampa’ cuya letra chica no conozco y que a nivel de partido, tampoco se conoce, lo que hizo que termináramos siendo partenaire del actual presidente» – reveló – para más adelante aclarar que ello «hubiera evitado la situación interna que el partido vive ya que aquellos que tuvieron la posición ganadora se te plantan adelante exigiéndote que les digas que tuvieron razón, con lo cual se hace sumamente complicado ya que no puedo decirle a alguien que tiene la razón cuando sigo convencido más que nunca que no la tuvieron».

Enseguida, el fundador de la Junta Coordinadora y del Movimiento de Renovación y Cambio que lideraba el ex presidente Raúl Alfonsín, señaló que «pasaron cuatro meses del gobierno nacional y se tendría que haber dado antes un acuerdo de gobernabilidad, lo que nos hubiera permitido tener una mayoría parlamentaria y previamente una mayoría electoral abrumadora donde ya no se iba a hablar de un 2 % de diferencia entre un candidato y otro, sino una diferencia de 70 a 30 por ciento».

«Así, y aún perdiendo las Paso, el partido hubiera estado en una situación más tranquila porque está acostumbrado a ganar o perder, pero a lo que no está acostumbrado es a ser un partenaire absolutamente ostensible», rubricó.

— Puede estar pasando el radicalismo un proceso similar al queChangui Caceres 2 transitó el justicialismo cuando en la década del ’90 decidió aliarse con la fuerza de Álvaro Alsogaray?
— Creo que son distintos los momentos, los componentes y los contextos. Es muy difícil poder aplicar las mismas cosas con el paso de los años, a situaciones que no son exactamente iguales, pero lo cierto es que estamos en la misma situación.

— ¿Podría ampliar el análisis?

— Para ser sincero, todavía hay una duda que tuve antes del proceso electoral y que aún tengo en la cabeza. Si este hombre que hoy es presidente de los argentinos se candidateaba buscando el bronce o los negocios. Yo aspiraba, y aspiro todavía, a que lo que busque sea el bronce, porque si es así podemos estar un poco mejor en la mirada hacia adelante. No nos vendría mal que así sea pero hay una gran confusión porque al margen de las cosas que se dicen, vos hablás con los que tienen mucha plata y te encontrás con que lo putean, hablás con los que tienen muy poca plata y te vas a encontrar con que hay una gran desorientación y medio que se te caen los brazos cuando vas al supermercado o pasas por la farmacia. Y ni hablar de la clase media cuando va al surtidor a cargar nafta. Por otro lado, se habla de que este ha sido el candidato de los medios hegemónicos y te lo digo con gran objetividad, si hay algo que aborrezco es el fundamentalismo que es el camino a la idiotez más supina, porque es ahí donde muere el pensamiento y la capacidad del individuo para razonar por sí. Y si agarrás los medios de comunicación estos, llamalos masivos, mayoritarios o no sé qué demonios, no veo que le estén haciendo un lecho de rosas al gobierno.

Muchos dicen que estos tiempos son un «cambio de época» en el que se ponen en juego algunos valores tradicionales y se cambiarán paradigmas. ¿Cuál es la visión que tiene al respecto?

— Creo que los valores tradicionales, que siempre tienen vigencia aunque no siempre se los computa como que siempre la tienen, van a tener un reverdecer. Son absolutamente necesarios para mi, se los va a volver a valorar, no ha sido así en el pasado ni tampoco es tan así en el presente, pero hay una especie de puerta abierta que está mostrando que se están empezando a valorizar cosas a las que hasta ayer no se les daba valor.

— ¿En dónde ve eso?

— Empiezan a entenderse algunas cositas que este veterano venía planteando desde hace años. Nunca vas a llenar la cisterna si la querés cargar con un balde que no tiene fondo. Vas a hacer mil viajes pero el agua nunca va a llegar. Esto tiene que ver con el tema de la corrupción que se ha metido en los huesos del país, que mezclado con esta situación de fundamentalismo de algunos, hace que cuando meten en cana a un fulano que está robando un banco, salen diciendo que es un detenido político. Solamente un fundamentalista que perdió la capacidad de tener un mínimo de objetividad frente a las  cosas que suceden, no las ve frente a cualquier individuo normal que diría lo que están pasando. Hoy por hoy, las dos cosas que te pueden signar el destino del país no pasan por la Unión Cívica Radical. Hay que plantearlo con objetividad y esas dos cosas tienen que ver con lo que podrá o no podrá hacer el gobierno, bien o mal, y por el proceso interno que pueda sufrir el Justicialismo, aunque más no sea si no es en su conjunto, un buen sector del  mismo comprenda y asuma lo que significa la República, los valores de la democracia y se disponga a transitar ese sendero. Estas dos cosas son las que básicamente van a definir la Argentina de hoy y de los tiempos que vienen.

En cuanto al radicalismo y al justicialismo. ¿Puede ser que tengan una deuda histórica con respecto a lo que significó el abrazo de Perón y de Balbín?

— ¡La tienen! Lo que veo es que en una segunda etapa se abre una puerta para que el radicalismo que ha nacido con una concepción ético-moral de la política, como elemento si se quiere fundacional del partido, que no sucede en otros sectores políticos y frente a un redescubrir por parte de la sociedad que sin esos conceptos éticos-morales no hay futuro promisorio para Argentina, el radicalismo si retoma sus orígenes, si lo hace, será el partido que podrá volver a tener futuro. Si no toma fuerza desde esos principios fundacionales para proyectarse hacia adelante, diría que los radicales estamos jodidos y serán otros, tomando banderas tal vez con otros nombres, los que vayan a ocupar los espacios que durante más de un siglo ocupó la UCR.

— Usted formó parte constitutiva y después de una organización juvenil como la Junta Coordinadora que en su momento fue severamente criticada como lo ha sido y lo es La Cámpora en estos tiempos. ¿Encuentra algunas similitudes y algunas diferencias entre estas dos agrupaciones político-juveniles?

Yo diría que son más las diferencias que las coincidencias. Ya desde el arranque hay diferencias en el origen. Nosotros éramos un puñado de soñadores que sin una moneda en el bolsillo y en épocas difíciles, hablando en criollo nos jugamos las pelotas. No teníamos una moneda en el bolsillo y no veíamos que las cosas pasaran por los «fierros». Pensábamos que en el sistema democrático había que garantizar elecciones libres sin proscripciones, creíamos en una política de masas que podía tener picos de violencia, pero de violencia de masas que era cuando vos enfrentabas la represión con el corazón lleno de esperanza, la cabeza llena de idealismo, pero con las manos vacías. La otra era la concepción del foco, donde agarrabas una metra y salías con eso y si necesitabas plata, en vez de andar a dedo como andábamos nosotros, te mandabas un asalto a un banco, hacías un secuestro multimillonario y sacabas las plata de ahí. Los orígenes son diferentes, uno nace del poder y con recursos y el otro sale con un puñado de ideas y de sueños desde la malaria más absoluta. Te diría que si yo tendría que poner un saldo positivo con un esfuerzo que llevó más de medio siglo, pienso que algunos hoy no estarían vivos si uno no los hubiera convencido que el camino no eran los «fierros». Hay que poner en contexto eso porque hablamos de una época en donde se valoraba a Cuba, al Che, era el tiempo de la guerra de Vietnam… Había todo un halo donde el olor a pólvora te diría que hasta era excitante para las chicas en la época que éramos jóvenes. Del otro lado era fusiles y machetes de donde venía ese olor a pólvora que excitaba a las chicas y un estaba como un huevón con la banderita llamando a la unidad nacional, a la paz y a la resistencia para llamar a elecciones libres sin proscripciones ni condicionamientos. Hasta para la rima nos resultaba jodido…Esa es una de las cosas que puedo rescatar como positiva en una lista donde la mayor parte de las cosas que soñábamos, todavía están en el debe y son una carga pesada para llevar en la espalda después de haber intentado mil batallas.

— ¿Cuál es su relación actual con Enrique «Coti» Nosiglia y otros de aquellos tiempos?

Con los de la vieja guardia me une prácticamente una vida y lazos de afecto. Ya estoy viejo para pelearme, hace años que no veo a ninguno y posiblemente pasen otros años más sin que los vea hasta que terminemos partiendo. A la distancia te diría por las cosas que veo, que tal vez no estamos pensando igual y tal vez no estamos actuando de la misma manera, pero bueno, son afectos, es una vida en común durante muchas décadas. En lo personal les tengo cariño a todos ellos y ya a esta altura de la vida, si no me quiero pelear con ninguno creo que la mejor manera es seguir queriéndolos a la distancia, cada uno está haciendo lo suyo y yo no coincido con muchas de las cosas que aparentemente hacen.