Por Aldo Battisacco – Enviado especial a Buenos Aires

A partir de la asunción del macrismo, y de la aplicación de su modelo financiero de saqueo y fuga, uno de los sectores más perjudicados por la aplicación de políticas reñidas con la producción, fue el de la pequeña y mediana empresa, el proceso de pauperización sobre el pueblo argentino tuvo como correlato el cierre de alrededor de 24 mil de ellas.

Si algo faltaba a todo lo padecido, la irrupción de la pandemia en el mundo golpeó no solo a Argentina, más allá de las estrategias de combatir al virus, sino a muchos países que hasta hace pocos meses presumían ser el faro que marcaba el rumbo en materia económica.

Por estas latitudes, el Gobierno del Frente de Todos, dio respuestas inmediatas y certeras respecto de cómo articular una solución a un proceso que ya lleva 300.000 muertes registradas a lo largo y ancho del orbe. No obstante, la demanda de soluciones de parte de un amplio espectro productivo nacional, aún aguarda no solo señales, sino concreciones que les permita avizorar un horizonte posible.

En diálogo con Conclusión, el titular de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino, Leo Bilanski, relató que ante esta realidad «las empresas, durante el último trimestre de de 2019 como el primer trimestre de 2020, tenían más contrataciones que despidos, por lo tanto había comenzado a repuntar el empleo producto de un cambio de expectativas y de algunas medidas que había tomado el Gobierno».

Bilanski expresó que así se ingresó a la etapa de «aislamiento productivo resultante de las medidas sanitarias indicadas» y que «resolver cerrar la economía con el objetivo de proteger a los trabajadores y a ciudadanía en general, produjo un impacto fuerte a las empresas», tanto fue así «que desde el 20 de marzo al 13 de abril, el 53% de las empresas quedaron paradas», en la segunda cuarentena «del 13 de abril a 26 de abril, el 40% de la empresas seguían paradas, cifra que se desprende del último registro de una encuesta que elaboramos entre 500 empresas de 7 provincias».

Es decir, «el cuarenta por ciento de las empresas no tienen ventas, y llevamos más de 45 días, esto grave porque los costos en algunos casos no se pagan pero se acumulan, como alquileres, servicios u otros costos operativo que generan daños a las finanzas de las pymes», sostuvo Leo Bilanski.

-¿Cómo evalúa cronológicamente las medidas que se ensayaron para atenuar este panorama?

-La primera batería de medidas para paliar eran créditos al 24%, pero fracasó, porque los vehículos que canalizaban los créditos garantizados por el Estado, fallaron. Los bancos debían dar 100 mil créditos, en función de los recursos que había y solo prestaron 25 mil, por lo tanto lo que fue una buena medida anticipada en tiempo y forma, resultó en su implementación escasa, la participaron los bancos fracasó, Además, generó un daño acumulativo que se arrastró hasta mayo.

-¿Con que cantidad de fondos participó el Estado y por su lado, los privados?

-El Estado puso 30 mil millones de pesos en el Banco de Inversión y Comercio Exterior (Bice) que constituyó el fondo de garantías denominado Fogar, por el cual los bancos subastaban un cupo, igual a tres veces la garantía que daba el Fogar. De allí que hablemos de casi 100 mil millones. Es decir, el riesgo lo corre el Estado, y se suponía que este impulso agilizaría la bajada de esta herramienta a las pymes, No fue así, los bancos le dijeron que sí al Estado pero en la práctica no lo aceptaron al Fogar, y eso implicó que las pymes no obtuvieran créditos por el riesgo que les representa el no pago de las cuotas porque no estaban facturando. Pero tampoco se consideró la situación de aquellos que tenían garantías o una buena salud económica previa a la pandemia.

-¿Que explica esta actitud?

-El desprecio del sector bancario a sus clientes, es decir, a las pymes fue manifiesto. Ni bancos públicos, cooperativos o privados estuvieron a la altura del momento que vivía el país. El Banco Provincia recién esta semana dio créditos a través del Fogar, las líneas que dio eran créditos propios, que llegó a cerca de 2000 empresas en un territorio que posee más de 200 mil. Esta fue la realidad ante una extendida necesidad. No querían absorber riesgos, los bancos privados no quieren perder liquidez.

¿Hubo alguna propuesta de los empresarios al Gobierno?

-Sí, propusimos crear una línea de créditos no bancarios, algo que todavía se define como la dulce espera. Hace quince días que no hay respuesta, sabemos que cuenta con el okey de un ministro, pero no se trató en el equipo económico encargado de la pandemia. Lo que nos va a definir si somos buenos o malos en esta crisis es la capacidad de corregir los errores en el menor tiempo posible. Porque el responsable de los créditos es el Estado que instrumenta políticas públicas. Si la herramienta que eligió no funciona debe elegir otro canal. Existen herramientas y también cooperativas de crédito y mutuales.

-¿Estas son las únicas herramientas?

-Sí, hay otros caminos que no resultarían gratos en términos políticos para el común de la gente, convengamos que hay distintos tipo de bancos públicos, nacionales, provinciales, municipales y acciones del Estado nacional en bancos privados. Hay que pensar que si con todas estas opciones no se pudo hacer nada, es porque lo que no funciona no es lo complementario sino lo estructural.

-¿Qué medida resuelve esta limitación?

-Meter cuchillo a fondo en la estructura pública, ¿está el Banco Nación a la altura de la circunstancia, o el Banco Provincia, y el Banco de la Ciudad, cuantos créditos dio el Bice?, y el Banco Macro del cual el Estado es accionista?. En Portugal están pidiendo una ley de rentabilidad cero para los bancos en este año y el próximo. Implica que reduzcan todos sus costos al punto que queden en estado de equilibrio, minimizando gastos y tasas de interés a los clientes, tanto usuarios como empresarios. Esta medida es una herramienta estratégica para sostener el entramado productivo nacional. El resto de mundo sostiene las pyme, sin límites y a fondo. Tanto es así que algunos Estados involucran el diez por ciento del PBI, para resolver la cuestión económica en medio de la pandemia.

-¿Y en Argentina?

-Solo se puso en juego tres puntos del PBI, aspiro a que se comprometa los 7 puntos que faltan después del acuerdo con los bonistas. Pero también creo que la deuda externa está gravitando de manera negativa en la toma de decisiones del equipo del presidente. Y si no se resuelve esta semana y los bonistas no acuerdan la re estructuración sustentable que propuso Argentina, recomendamos ir al default pero con las pymes vivas, porque saldremos de esta situación airosos produciendo riqueza y redistribuyendo el salario. Si esperamos la carroza de los bonistas extranjeros nos vamos a fundir todos.

-¿Le cuesta interpretar esta proposición al Gobierno?

-Es la teoría de la sabana corta, el Gobierno está jugando a mover la sábana lo menos posible para tapar la mayor cantidad de gente con la medida que tomen. Pasa que los actores que están en este juego -sobre lo que influirá una decisión- tienen sus intereses y son gravitantes a la hora de influir en la propuesta de los bonistas, por lo tanto, un canal no bancario crediticio puede ser leído por los bancos, y pueden opinar en contra del acuerdo de re estructuración de la deuda. Y tal vez, una apuesta que se hacía para bajar 5 mil millones de pesos, voltea un acuerdo que involucra 50 mil millones de dólares.

-Se puede sospechar que hay grandes empresas que ven en esto una gran oportunidad para hacer desaparecer a ciertos sectores productivos pyme para beneficiarse…

-No sé si es una cuestión estratégica prioritaria la de estos sectores, pero resulta claro que de este brete que es la pandemia, quienes saldrán más fortalecidos son las grandes empresas, ganarán más mercado, tendrán más liquidez, serán los únicos sujetos de crédito a los que los bancos les prestarán plata porque no habrá otros. Y por lo tanto lo que para ellos es positivo, para las pymes será destructivo.

-Seguro hay una respuesta de parte del Estado que alivie las urgencias de las empresas …

La necesidad de fortalecer el entramado productivo nacional a partir del acceso al crédito no bancario. Hay que repensar el esquema de compra del Estado para orientarlo a las pymes y no a las grandes empresas, como quedó expuesto en las últimas semanas. No hay compre nacional porque la administración pública tiene vida propia y no prioriza que hay generación de trabajo a través de la compra a las pymes, sino que tiene otros intereses.