Entrevista: Victoria Musto/Café Internacional

La agitación social ha sido el animador principal de las “crisis” que se dieron en varios países de Iberoamérica casi en simultáneo, en especial desde 2019. En las últimas semanas algunos de esos países vieron ya desencadenantes de esos fenómenos, por caso Chile, Bolivia, Brasil o Perú.

Si bien esto puede entenderse como parte de un devenir de características globales, con la democracia –en tanto institución moderna–  siendo severamente cuestionada en otras partes del mundo, tanto la región como cada país tiene particularidades que complejizan la comprensión de los sucesos y procesos, en general afectada por análisis banales.

Para abordar un enfoque que prescinda de esta defección, en el programa Café Internacional, emitido por Radio Síntesis de Conclusión*, el reconocido polítologo y experto en comunicación política y campañas en la región, Mario Riorda, analizó los sucesos de las últimas semanas y el proceso en el que se inscriben, sin dejar de comentar la actualidad argentina y bajo el paraguas conceptual de uno de sus últimos libros, Cualquiera tiene un plan hasta que le pegan en la cara: aprender de las crisis.

– ¿Cómo analizás las crisis que recorrieron América Latina en el año 2019 y sus derivaciones?

– Hace tiempo que la región es, literalmente, una especie de olla a presión. Hay un estrés con la democracia, no es que no se cuide, pero hay sectores cada día más considerables que les da lo mismo vivir o no vivir en democracia; y este es un problema que ya se venía registrando. A ello se le suma obviamente una distancia social, niveles de pobreza y de informalidad cada día mayores, ciertos problemas que tienen dos décadas, que en vez de haber desaparecido son más grandes, la inseguridad es el ejemplo. Es un tiempo muy difícil. Vivimos una época de conceptos precarios, pero además con ciertos fenómenos, como que gran parte de las movilizaciones las empezaron, iniciaron y hasta fotografiaron las juventudes -y especialmente los adolescentes-, todos los sectores que literalmente son los que defienden la creación de derechos, o por lo menos los que reclaman por la diversidad, incluyendo en ellos particularmente a los pueblos originarios, así que son fenómenos donde las demandas concretas no han sido satisfechas y se empiezan a manifestar distintos modos de este descontento.

– ¿Yendo al caso de Perú, hay como un híbrido ahí entre el rol del Parlamento o Congreso y un presidencialismo que ya tuvo muchos cambios y no se puede mantener una figura?

– El sistema de partidos al interior de Perú, como lo imaginamos al sistema de partidos al pensar que existen partidos, en realidad no existe. Literalmente nunca tuvo un sistema de partidos estable, a lo sumo tuvo un liderazgo fuerte en el período de memoria, con toda la ciencia, democraticidad, muchísimos aspectos sí, pero después tiene ciertas particularidades: su sistema partidario realmente no existe, no está destruido con niveles de bajísima representación partidaria, ningún oficialismo es reelecto hasta la imposibilidad de la revisión de personas, todos los oficialismos o no terminan o terminan con la opinión pública con los nivel de apoyo en el piso, y además los últimos cinco presidentes presos, incluyendo uno muerto (suicidado) antes de ser de ser capturado, una constitución muy difícil de digerir, porque literalmente para poner el límite al presencialismo se constituyó una especie de semiparlamentarismo, en donde el ejecutivo puede disolver el congreso y lo hizo hace unos meses el ex-presidente Vizcarra, pero también el congreso puede dejar vacante el ejecutivo y es lo que pasó hace días, en este caso por una denuncia de incapacidad moral y por sospechas o denuncia de corrupción, porque todavía no hay nada concreto. Entonces teóricamente instituciones modelos, en términos de equilibrio, pero terminando haciendo yo diría instituciones de conversión, de un poder por sobre el otro y en partidos políticos, además se venden espacios a personas ricas o bien personas ricas construyen sus propios partidos políticos. Hace poquito, en la gestión pasada pasó una cosa increíble, ningún presidente de región -lo que sería que un gobernador- fue del mismo color político ni pertenecía a partido nacional. La imposibilidad de establecer consensos políticos en Perú, explica por qué está donde está. Es una especie de casta no representativa, usurpó curiosamente dentro de los márgenes constitucionales el poder, pero que tiene una particularidad, que es por lejos el país más atípico, yo diría de mayor desafección política y problemas apáticos. Rompió la apatía desde la activación juvenil en calles y en redes, es interesante que la economía que venía más o menos estable, se explica porque es puramente extractivista; el 70% de la economía es informal y además es también el principal productor de coca del mundo, hay ciertos “sostenes” o respiradores artificiales, porque cuando en otros países cae la economía en Perú no tanto, pero hoy también cayó, se le suma la demanda de una buena gestión del Covid, Perú es el peor país en resultados. Fue una especie de tormenta perfecta, para que se viera lo que se dio la semana pasada.

– Hablando de la Constitución y de las movilizaciones… ¿Cree posible un escenario similar al chileno en Perú, con la movilización de los jóvenes para convocar una reforma constitucional?

– Habrá que esperar las campañas electorales, ahora simplemente estamos frente a un presidente provisional. Lo respondería iría en dos etapas. 1) Me encantaría que sucediese eso porque realmente hay un montón de cosas que Perú debe resolver, incluyendo por ejemplo el perfil productivo del país, cómo hacer para fortalecer a los partidos políticos (que no son toda la democracia pero claramente una democracia sin partidos se rompe, no existe, no se sostiene). 2) Sería lo deseable sí, pero eso no ocurrirá hasta que no se resuelva la elección y de alguna manera habrá que ver si las campañas electorales recorren recogiendo guantes para eso, pero ojalá se pusiera a rediscutir un proceso que, insisto, fortalezca desde cierto equilibrio y las instituciones le pongan límites a los abusos, fortalezca básicamente los sistemas de partidos y además discuta ciertas cuestiones que han generado procesos muy traumáticos, todo lo que tiene que ver con las minerías, no nos olvidemos que uno de los rechazos importantes no fue tan solo la toma del poder de merino sino quién fue su premier el ex ministro de defensa de la cartilla.

– Moviéndonos un poco a lo que sucedió en Brasil en estos días, todavía muchos municipios quedaron sin definición pero que tuvieron unas elecciones municipales que no fueron para nada favorables para Bolsonaro y que además también tuvieron un alto porcentaje de abstención… ¿cómo pensás que va a digerir esto el bolsonarismo?

– El sistema político brasilero es bastante parecido a esta complejidad que se refería, la diferencia es que en algún momento los sistemas de alianzas articularon el nivel de dispersión, de la oferta electoral o de los partidos políticos, con muchísimos regionalismos o localismos. Hay tres lecturas que podrían darse, todavía provisoriamente. Primero es que la distracción sigue igual de diferente que siempre y la diversidad electoral. Segundo, pareciera que la elección favoreció a los partidos moderados y candidatos más centristas, sin posturas radicales o radicalizadas. Y tercero, es que uno de los grandes perdedores fue de alguna manera el actual presidente, independientemente de que hay muchos grupos evangélicos.

– ¿Qué significa la palabra crisis para Argentina?

– Argentina tiene un estado de crisis crónica, desde el punto de vista económico, latente. Y cada tanto aparecen crisis políticas, hoy en términos políticos no hay crisis, simplemente intenciones, que ni siquiera llega a la categoría de crisis crónica. Las coaliciones tienen tensiones internas, algunas muy fuertes y ruidosas, particularmente las que ocupan al oficialismo siempre van a hacer más ruido por razones obvias, pero también son exactamente iguales y hasta espectaculares diría, las tensiones de la oposición. Eso no significa una crisis, pudiera decantar, potencialmente siempre sí, pero un estado de atención o situaciones problemáticas diarias, culturales, los sistemas de partidos no constituyen una crisis, y una crisis es cuando se rompe el sistema de valores y la gente siente que esto es una especie de pequeño, personal y subjetivo “fin del mundo”, de modo figurado, es cuando la capacidad de respuesta de una institución literalmente está desbordada por la cantidad de demanda y este desborde hace sucumbir todo tipo de cuestiones, como la legitimidad que se pone en jaque a cada rato, el respeto a los límites. No creo que Argentina esté en esa situación, incluso aún frente a los problemas económicos gravísimos, las consecuencias sociales. Fijémonos particularmente, aún con lo grave que resulta la gestión del Covid y no ha habido situaciones de un colapso en todo el país desde el punto de vista sanitario, Salta, desbordes muy puntuales, y además por suerte relativamente pocos. La crisis tiene mucho de subjetividad, de contexto, pero básicamente implica una parálisis, la pérdida de identidad y legitimidad. Me parece que, aún con tensiones súper ideológicas, todavía Argentina no transita esa situación.