El filósofo argentino Alberto Buela pasó por Rosario y en un mano a mano con Conclusión analizó distintos aspectos de la coyuntura política y social del país. Buela es un destacado y reconocido pensador que ha abordado distintas temáticas a lo largo de su extensa carrera académica, tanto en la Universidad Tecnológica Nacional como en la Universidad de Barcelona.

En este caso, se permitió referirse al “optimismo” que dejó la cumbre del G20 en el Gobierno, a la “jorobada” situación económica del país, el “analfabetismo locuaz” del periodismo en temas como la Seguridad, la relación Iglesia-Estado y hasta lo que representa el traslado de la final de la Copa Libertadores de América a España.

– ¿Está fundado el optimismo que dejó la cumbre del G20 o es imaginario teniendo en cuenta la situación del país?

– Es un optimismo imaginario, siempre el optimismo es imaginario. Uno siempre imagina que la realidad puede ser mejor de lo que es. Al ver que vino toda esta gente, tan importante la pasaron bien, comieron, los periodistas extranjeros tomaban expendedores de vino malbec, dijeron que nunca tomaron vino como acá, esto genera un optimismo. Después la realidad es dura y sigue siéndolo. El optimismo es un estado de ánimo, muchas veces nos pasa, primero somos optimistas respecto a algo, luego pesimistas, de vuelta optimistas después. La realidad es lo que es pero también lo que puede ser. Eso me genera cierta esperanza. La disposición ante las cosas, ante la vida, tiene que ser la de un realista esperanzado, tomar las cosas como vienen, duras, no hay trabajo hay violencia, desencuentros, esa es la realidad. Esperanzado en el sentido de que podemos, el hombre puede modificarla, siempre pudo. Creo que en general es el mensaje que hay que dar, ni optimismo inocente, ni el pesimismo del contra que todo lo ve negro.

Uno siempre imagina que la realidad puede ser mejor de lo que es

– ¿Cómo ve hoy por hoy “la realidad de las cosas”?

– La situación está muy jorobada, los resortes no están en los estados, dejaron de tener el monopolio, primero de la fuerza, decía Weber que es la que da sustento a un estado. No la violencia. Violencia es cuando se saca de lugar una cosa en forma intempestiva. La fuerza se utiliza poder para encauzar. Hay que distinguir. El estado tiene el monopolio, tiene que aplicarlo en situaciones descarriadas y lo tiene que ordenar. Esto es lo que tendría que hacer el estado. Pero el manejo del estado esta en una concepción totalmente liberal, mejor dicho neoliberal. La diferencia entre liberalismo y neoliberalismo es que el primero tenia dos objetivos: la seguridad de las personas y propiedad privada, estado gendarme. El neoliberalismo dejo de lado la seguridad de las personas, a titulo particular o societario, y puso estado al servicio del mercado. El estado lentamente deja de existir.

– ¿Qué opinión le merece el debate tan intrincado de estos días respecto a la seguridad, a partir del protocolo Bulrrich?

– Se da porque los periodistas son analfabetos locuaces, no saben pero hablan. El 90% por ciento no estudia, tendrían que hacer distinción clara entre fuerza y violencia. Hay que leer a Max Weber, a los teóricos del estado bienestar, del estado democrático, no leen nada, ponen la cámara y hablan, lo veo cada vez que me invitan a Intratables (programa de TV emitido por América), hablan hablan y no dejan hablar.

– ¿Cómo evalúa la discusión respectiva a la “separación” de la Iglesia y el Estado?¿Es un debate ya zanjado que ahora vuelve por una cuestión de agendas, está bien rediscutirlo?

– El tema de la relación Iglesia-Estado siempre ha sido conflictivo, no es de ahora, es una disputa que viene desde la Edad Media, respecto a las investiduras. Si la Iglesia tenía que tener poder sobre el rey, el rey sobre la Iglesia, o podían convivir. Se había llegado a una convivencia, el estado respeta la libertad religiosa y la iglesia se ocupa de “temas celestiales” como decía Perón. Cuando la iglesia se pone a hacer política pasa a ser clericalismo. Se transforman en sociólogos y políticos. Los sacerdotes, saqer dotis, hacer lo sagrado, deben buscar que la gente tenga acceso a lo sagrado, lo cual es muy difícil en esta época desacraliazada. No hacerse los sociólogos, a la gente no se la calma solo con darle de comer. Jesucristo primero predicó y luego multiplicó los panes.

Se está disolviendo el ethos del pueblo: usos, carácter, modos y costumbres que hacen al núcleo identitario del pueblo, tiende a desaparecer

– ¿En qué situación ve al peronismo, más allá de lo coyuntural, como movimiento?¿Es hora de alguna manera de “actualizarse”, teniendo en cuenta que siempre le habló al “pueblo trabajador” y ese segmento hoy es quizás más difuso?

El pueblo como mayoría popular desapareció. Se crearon muchos pueblos, no existe más el pueblo como mayoría popular. Hay minorías, múltiples minorías: abortistas, los de pañuelo verde, los de pañuelo celeste, los que tienen pelo rojo, los que trabajan de indios, los que quieren volver a Italia, los que quieren la doble ciudadanía. Está atomizado. Eso nos lleva a una diversidad que de alguna manera va disolviendo lo que es el ethos del pueblo, usos, carácter, modos y costumbres que hacen al núcleo identitario del pueblo, que tiende a desaparecer.

– Usted suele decir que no somos latinoamericanos sino hispanoamericanos. ¿Qué significancia tiene que la final de la Copa Libertadores de América se juegue en España?

– Es un despropósito. Muestra que hay una gran crisis en la dirigencia del fútbol argentino. Es una crisis dirigencial generalizada, que afecta a todos los ámbitos. La menos afectada es la dirigencia sindical, porque es la única que todavía tiene un núcleo indentitario. El resto desapareció todo. Qué le vas a preguntar a Tapia. Cada lechon en su teta es la forma de mamar, dice el Martín Fierro. Para manejar semejante negocio tiene que ser gente capacitada, o tenga origen mafioso como Grondona, que además era inteligente. Estos no llegan ni a mafioso ni a inteligente, es un desatino y se paga con esto, con una barrabasada como la que hicieron con esta Copa.