FOTO: ARCHIVO

Por Lautaro Zeballos

El accionar de las grandes potencias ante violaciones al principio de integridad territorial dista de ser homogéneo. Esta diferencia, lejos de configurar una cuestión vinculada a un mero posicionamiento público, tiene su correlato en cómo avanzan, retroceden o se estancan las definiciones de los conflictos. El pasado reciente y la actualidad ofrecen varios ejemplos. El más inmediato es el escenario de guerra que tiene lugar en Ucrania, el cual cosechó rápidamente el rechazo -entre tantos otros- del Reino Unido. En Argentina tienen la misma posición frente a las acciones bélicas de Rusia, pero entienden que, a 40 años del 2 de abril de 1982, no puede dejarse pasar la doble vara de quienes ocupan las Islas Malvinas y sostienen el desmembramiento del territorio nacional argentino.

En la Cancillería Argentina lo tienen claro. «Para nosotros es una oportunidad de señalar que al derecho internacional se lo tiene que respetar del mismo modo y en todos lados. La aplicación de los principios internacionales debe ser uniforme, no selectiva», advirtió el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona, en una entrevista exclusiva con Conclusión.

El funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la República Argentina también destaca que el reciente nombramiento desde Londres de Alison Mary Blake como nueva gobernadora de Malvinas dejó en evidencia la autoridad colonial británica. «Se cae la ficción que intentan establecer de que en las islas gobiernan los isleños. En Malvinas gobierna férreamente el poder colonial, es lo que denunciamos internacionalmente», expresó.

—¿Cuál es la importancia de esta fecha?

—Generalmente, cuando nos enseñan en la escuela sobre las invasiones inglesas se habla de 1806-1807, porque tuvieron una relación bastante directa con el inicio del proceso revolucionario en las provincias del Río de la Plata. No se toma tan en cuenta esta tercera invasión inglesa que sufrió nuestro país, ya constituido como tal, en 1833 a Malvinas. La conmemoración de los 40 años también nos invita a pensar que desde 1965 la Argentina ha tenido avances diplomáticos, consiguiendo que se reconozca en Naciones Unidas que hay un territorio que está bajo una potencia colonial y que tiene que ser descolonizado.

—¿Cómo llegamos a estos 40 años?

—Hay una serie de instancias que dan cuenta de logros diplomáticos. Básicamente, este 2 de abril reconocemos a los hombres y mujeres que protagonizaron, sin haber tomado la decisión de la guerra,  un hecho bélico por el cual cumplieron con su deber. Por lo tanto, es una oportunidad de homenajear a nuestros caídos y de reconocer a los excombatientes de Malvinas y a las veteranas que prestaron sus servicios, especialmente asistiendo a los combatientes que habían sido heridos.

—¿Cómo está el plano diplomático? ¿Hubo cambios para destacar en el último tiempo?

El presidente Alberto Fernández ha puesto desde el primer día de su Gobierno a la cuestión Malvinas como una política de Estado. Esta política no nace de la decisión de un Gobierno sino de la Constitución Nacional (de 1994, en la Disposición Transitoria Primera), que ratifica la soberanía argentina sobre Malvinas y considera que es un objetivo permanente e irrenunciable de nuestro país. En ese contexto, que sea política de Estado tiene dos grandes beneficios: por un lado, convoca al conjunto de la sociedad argentina y de las expresiones políticas a sostener nuestro planteo diplomático en la cuestión Malvinas como una causa nacional, algo que es sumamente importante porque refuerza nuestras posiciones y consensos en función de pararnos ante el mundo con una misma convicción.

—¿Cuál es el segundo gran beneficio?

Garantiza la continuidad de las acciones diplomáticas que se llevan adelante. El actual Gobierno ha retomado la impronta de otros. Si vamos a la historia más reciente, nos podemos remontar a los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, que dieron un fuerte impulso diplomático a la acción internacional. Si vamos más allá de esa fecha, podemos identificar también aportes importantes en el tercer gobierno de (Juan Domingo) Perón o en la gestión de Arturo Illia. Por ejemplo, cuando se impulsó la resolución 2065 (de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 16 de diciembre de 1965, que reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre el Reino Unido y la Argentina en torno a las Islas Malvinas).

—¿La actividad diplomática es continua u oscila en base a quién está en el Gobierno?

La acción diplomática para sostener la reivindicación de soberanía ha sido constante. Eso no ha variado en los gobiernos, pero sí algunos tuvieron mayor intensidad. Lo que tenemos que hacer es que esto no dependa de eso sino que la intensidad sea constante y creciente. En buena medida, recuperar el ejercicio de la soberanía implica persistencia en la reivindicación y el reclamo que hacemos al Reino Unido.

—Y en el plano internacional, ¿Cómo está el apoyo a la Argentina?

Cuando la Argentina intensifica su acción diplomática y su política exterior, los apoyos se consolidan y crecen.  Esto es muy evidente. El actual Gobierno, en el que se intensificó la acción, logró la consolidación de apoyos que se habían debilitado en la gestión anterior y son sumamente importantes.

—¿Cuál puede resaltarse?

Hay que destacar que los países de la Organización de los Estados Americanos (OEA) instaron por consenso al Reino Unido a retomar las negociaciones que quedaron congeladas en 1981. Además se han hecho muy explícitos los reconocimientos de soberanía con países con los que la Argentina tuvo en las últimas instancias un especial contacto presidencial. Por ejemplo, en el caso de España tenemos un reconocimiento mutuo de soberanía por Malvinas y Gibraltar. También China expresó muy fuertemente su apoyo. Es un apoyo que hace 50 años, cuando comenzaron las relaciones diplomáticas entre ambos países, se manifestó -y se manifiesta- pero por la situación mundial de hoy ha tenido mayor repercusión. Además trabajamos en el respaldo de los países europeos, que hoy están desvinculados del Reino Unido por el Brexit. Este apoyo se expresa en foros internacionales, esperamos que se expresen también más contundentemente en Naciones Unidas.

DOBLE VARA

Sin intención de equiparar ambos sucesos y salvando todas las distancias, cuando se ve la reacción, si se quiere de boicot, hacia Rusia en distintos planos -ya sea el económico, cultural o deportivo- surge la pregunta de si no podría haber una postura más dura en cuanto al apoyo internacional que se le da a la causa argentina respecto a Malvinas.

—Esta situación de guerra, que era impensable poco tiempo atrás, marca una fuerte reacción de los países de las distintas regiones del mundo frente a la violación del principio de integridad territorial. Grandes potencias, cuando Rusia realizó sus primeras acciones militares en Ucrania, saltaron a exigir el respeto de la integridad territorial de Ucrania. No tengo memoria de que se haya hablado tanto de el principio de integridad territorial como en esta instancia.

—Uno de los reclamos lo hace el Reino Unido

—Entre las grandes potencias que reclaman, está Reino Unido. Desde el Gobierno argentino hemos hecho lo que teníamos que hacer: poner en evidencia que el Reino Unido aplica una doble vara. Una para la situación ucraniana y otra para lo que se da en Sudamérica. En Ucrania reclaman respeto a la integridad territorial y está muy bien que lo hagan, incluso Argentina también lo ha hecho, pero hace 189 años que de manera sistemática el Reino Unido, el mismo que reclama integridad territorial en Europa, viene violando ese principio en el territorio argentino, generando y sosteniendo un desmembramiento de parte del territorio nacional.

—¿Qué hace Argentina ante esta doble vara?

Es muy importante tener en cuenta que este doble estándar de las grandes potencias, que responde a una suerte de doble moral, es para nosotros una oportunidad de señalar que al derecho internacional se lo tiene que respetar del mismo modo y en todos lados. Hay casos particulares, pero la aplicación de los principios internacionales debe ser uniforme, no selectiva. No puede ser en unos casos sí y en otros no. Lo que sí destaco es que hay pocas causas que tienen el alcance internacional como es la de Malvinas.

¿Y qué pasa ahora con el nombramiento desde el Reino Unido de esta nueva gobernadora, Alison Mary Blake, para Malvinas? ¿Cuál fue la reacción de la Secretaría que tiene a cargo?

Es una suerte de virrey; de virreina en este caso, que es nombrada por la autoridad colonial y confirma que estamos ante un caso de colonialismo. Allí en Malvinas han designado una ilegítima asamblea integrada por habitantes de las islas. Ninguna decisión que tome esa ilegítima asamblea es válida si no la convalida esta autoridad colonial británica, con lo cual se confirma lo que venimos diciendo y caen las máscaras. Se derrumba esta ficción que intentan establecer los británicos de que en las Islas Malvinas gobiernan los isleños. En las Malvinas gobierna férreamente el poder colonial británico. Esto es lo que denunciamos internacionalmente.

DISCUSIONES INTERNAS

El pasado 21 de febrero ingresó a la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto que busca crear en el recinto una banca «destinada al representante del pueblo las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich sur». La iniciativa está impulsada por un grupo de legisladores del PRO y la UCR, incluso lleva la firma de Héctor Stefani, diputado por Tierra del Fuego.

—¿Cuál es su opinión ante este proyecto?

Creo que Malvinas está muy bien representada por los legisladores de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. No considero que sea un proyecto maltintencionado, pero no toma en cuenta que ya hay una institucionalidad de representación. También agrego que los isleños, aquellos que nacen en Malvinas, son constitucionalmente argentinos. Legalmente lo son. Basta con que tramiten su DNI para que puedan acceder a todos los derechos civiles, sociales y políticos que tiene un argentino. Dentro de los derechos políticos está el de votar y el de ser elegido. Están las condiciones dadas para que en un futuro próximo también haya isleños que integren el Congreso Nacional. Mientras tanto están legítimamente por los isleños de Tierra del Fuego.

—En su perfil de Twitter tiene fijado un tuit del 1 de octubre de 2021, dice: «En los asuntos de soberanía no se trata de ser ‘línea dura’ o ‘línea blanda’ sino de cumplir con la Constitución y las leyes, aplicar el derecho internacional y desplegar la diplomacia en favor del interés nacional y el protagonismo internacional de Argentina». ¿Qué es esto de línea blanda-línea dura?

Surgió porque en algunos medios de comunicación se me calificó como un ‘duro’ en la cuestión Malvinas. Eso dio lugar a ese tuit, que de alguna manera define mi línea de acción como secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur. Es mi impronta. Tengo que cumplir con la Constitución, que dice que las Malvinas son argentinas; tengo que hacer que la Cancillería tenga en esta temática un fuerte despliegue internacional, que es lo que estamos haciendo; y tengo también que poner un fuerte énfasis en sostener a la cuestión Malvinas como una causa nacional. Es lo que corresponde que haga todo funcionario, pero en mi caso busco hacerlo con una fuerte impronta de compromiso.

¿Qué sería «línea blanda» en ese esquema de representación?

«Línea blanda» es lo que hizo el Gobierno de (el expresidente Mauricio) Macri. Dejar pasar un montón de cosas que no hay que dejar pasar. A ver, algunos dicen que es de «línea dura» pelearse con el Reino Unido; trenzarse en disputas verbales que después no tienen ningún resultado, mientras que «línea blanda» es firmar cosas que no están encuadradas en el interés nacional o decir «bueno, dejemos eso de la soberanía por un ratito y nos dedicamos a hacer negocios». No, ni una cosa ni la otra. Ni pelearse con los británicos innecesariamente ni dejar hacer; dejar pasar las cosas que hace el Reino Unido.

—¿Qué es lo atinado?

Lo que tenemos que hacer es encuadrar nuestro accionar en una política activa en favor de la efectiva recuperación del ejercicio de soberanía. Eso implica hacer política internacional; desarrollar política exterior con una diplomacia muy activa; e implica también aumentar los consensos, hacerlos crecer internamente. Eso es lo que intento hacer.

Cuando uno habla con funcionarios de distintas áreas del Ejecutivo nacional encuentra muchas veces que, por la diversidad de la colación oficialista y cómo se trasladó esto a designaciones en cargos en diferentes carteras, hay diferencias en el tenor, las formas o las maneras de encarar ciertas políticas o avanzar en determinados rumbos. ¿Esto también pasa en la Cancillería o hay una cuestión homogénea en torno a Malvinas?

Yo no tengo esa impresión del Gobierno que vos expresás. Sí por supuesto hay improntas personales. Creo que el gobierno del Frente de Todos, como una coalición que es, tiene una posición abiertamente comprometida con un desarrollo nacional que no tenga que ver con las prácticas neoliberales. En eso creo que hay una coincidencia total. También hay  coincidencia respecto de la importancia de lo internacional para que la Argentina juegue un papel protagónico en el mundo y es lo que estamos haciendo. Después pueden haber debates menores, pero no en cuanto a los lineamientos. Nuestro posición es la de un gobierno peronista: tercera posición en lo internacional. Eso no significa neutralidad; significa que buscamos tener posiciones autónomas en los distintos temas y no actuar según presiones internacionales; así poder actuar de acuerdo al interés nacional.