Por Gisela Gentile

La justicia riocuartense parecería hacerse la desentendida a la hora de los reclamos que se realizan desde diversos movimientos que exigen celeridad y prioridad en los casos de abuso sexual. Con el fin de salvaguardar los derechos fundamentales, como la vida y la integridad física de aquellas mujeres abusadas y las que podrían ser futuras víctimas, no cesan en la lucha por visibilizar este atropello.

Cuesta creer que muchas deben convivir no sólo con la lentitud y falta de acción de la justicia, sino también con la presencia de sus agresores. Los mismos aún sin condena y otros tantos ni siquiera con juicio en puerta, frecuentan las mismas calles que sus víctimas. Una realidad ideal para guionar una novela de terror.

Con la intención de problematizar el debate, Conclusión dialogó con Eli, oriunda de Rio Cuarto, quién narró el camino de lucha que viene transcurriendo desde que su pequeña hija fue abusada por su progenitor. “En mi caso particular realicé la denuncia en enero de este año, después de que mi hija tuviera muchas dificultades para ir de cuerpo. Cuestión por la cual la lleve al pediatra que me derivó en una gastroenteróloga que en definitiva me dijo que eran múltiples las causales por la cual mi hija no pudiera hacer caca. Pero más allá de eso, mi hija continuaba con ese problema. Luego de mi separación, su agresor se la empezó a llevar, lo hacía en un ámbito donde estaban solos por ende nadie sabe lo que pasó allí más que mi hija y él mismo. Si la justicia espera que él o cualquier otro pedófilo se presente espontáneamente y confiese sus hechos, es como creer en los reyes magos”.

Un testimonio desgarrador, de una niña de 4 años que recién se inicia en el lenguaje, por lo cual el mismo debe ser tenido en cuenta, analizado en profundidad y con detenimiento. “Ella realiza cambios en el lenguaje, como por ejemplo a la vulva le dice pichín, entonces soy yo, su mamá, quien puede entenderla cuando habla. En repetidas oportunidades me relató como su papá le tocó su pichín, y otros abusos y agresiones que causaban esa constipación. En el relato mi hija dice que tiene que quedarse mojada y secarse con una toallita porque en el lugar no había baño, situación que coincide perfectamente con el lugar a donde él se la llevaba, que son las instalaciones de un gimnasio, que no tiene las comodidades de una casa”, enfatizó.

Si la justicia espera que él o cualquier otro pedófilo se presente espontáneamente y confiese sus hechos, es como creer en los reyes magos.

El relato de la pequeña siempre fue el mismo, nunca cambió una palabra de lugar, más allá de confundir algunos términos por el simple hecho de iniciarse en el lenguaje, situación que pasan todos los niños y las niñas en algún momento de la infancia. “Inicié las acciones legales pertinentes sin saber cómo era el proceso. El primer obstáculo con el que me encuentro es que en la comisaria no se me informa bien sobre el papeleo por lo cual la denuncia se demora y no pasa a fiscalía por eso. Detalles que sólo hacen más lentos los procesos, finalmente en abril en vez de realizar una Cámara Gesell, se llevaron a cabo dos entrevistas. Lamentablemente muy separadas una de otra, yo también fui parte, pero en el momento del relato de ella no pude estar presente y no sé si en tan poco tiempo la profesional puede entender el lenguaje en el que mi hija se expresa. Por lo cual me queda ese vacío de saber si entendieron lo que dijo porque estos delitos se realizan en las más absolutas reservas y sin testigos”.

Lamentablemente, todo el proceso aún tiene sabor a poco y son las familias las que deben recurrir a la atención particular para poder avanzar y sostener las secuelas de esos graves delitos. “Quien le dedicó un proceso adecuado fue una psicóloga particular que por suerte pude contratar. Gracias a ello, ella pudo constatar y aseverar que el relato de mi hija es real y no fabula, ya que existen detalles que no son acordes a su edad, que el relato no fue implantado por ninguna persona ya que, por su edad y la presión de las preguntas, ella hubiese dicho que era algo que debía decir. Al relato de mi hija también lo avala la profesional Yesica Blanc, delegada del Senaf (Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia)”.

En Río cuarto hay una sola psicóloga destinada a todos los casos de abuso sexual infantil de la ciudad. “Es decir que aquella familia que no cuente con los recursos para darle apoyo y contención psicológica al menor victimizado, estará en una lista de espera aguardando atención. Destacando también el estado de precarización de todos y todas las trabajadoras de niñez y adolescencia que contrasta de manera alevosa con todos los sueldos que perciben los funcionarios judiciales”.

Fue muy fácil para él habernos creado una falsa identidad, haber engañado a toda una familia y aprovechado las vulnerabilidades de cada una.

La causa se encuentra totalmente paralizada, situación que genera zozobra y una creciente incertidumbre em quiénes vienen sosteniendo esta batalla legal. “Considero que el fiscal no ha investigado absolutamente nada. Particularmente en mi caso el agresor tiene antecedentes de intento de feminicidio por el que cumplió condena, lesiones graves al oficial de policía que intentó salvar a la chica y una condena anterior por narcotráfico. Tiene diagnosticada una personalidad antisocial, por lo cual tiene mucha habilidad para la manipulación. Fue muy fácil para él habernos creado una falsa identidad, haber engañado a toda una familia y aprovechado las vulnerabilidades de cada una, por ejemplo, el hecho de que mi hija no supiera hablar y hacerle estas atrocidades”.

Mas allá de este caso particular, existen varios más en donde la justicia sigue dejando libres a pedófilos. “A una mujer gendarme le archivaron una causa por dos años, cuando tiene sobrados elementos para probar que su hijita también fue abusada. Otra chica, de la localidad de Gigena, cercana a Río Cuarto, fue abusada por su padre desde los 9 hasta los 15 años y la justicia no respondió a esa denuncia. Lo dejaron suelto, en un pueblo pequeñito y ella debía verlo a diario por las calles. Este caso llegó hasta la Cámara de Córdoba y demoró 7 años, por lo cual fue estigmatizada, revictimizada por la sociedad durante todo ese tiempo. Lamentablemente hace pocos días, su padre biológico fue condenado a 11 años de prisión”.

Muchas chicas dicen ‘para qué voy a denunciar si no van hacer nada’, y peor aún, pondrán en tela de juicio el relato de los hechos, y sólo servirá para enojar aún más al agresor.

Una justicia sin perspectiva de género que no sólo abandona, sino que también ultraja una y otra vez los derechos de la vida y la integridad. “Muchas chicas dicen para qué voy a denunciar si no van hacer nada, y peor aún, pondrán en tela de juicio el relato de los hechos, y sólo servirá para enojar aún más al agresor y que tengan aún más problemas. Muchas mujeres abusadas por agresores ya denunciados no quieren alzar la voz por esto mismo”, enfatizó.

El caso de Norita Dalmasso aún se encuentra impune. Una causa donde pasaron 5 fiscales y se imputó a dos personas, recolectando un total de seis hipótesis acompañadas de catorce pruebas de ADN. Pero más allá de todo ello, el caso de “Norita” sigue siendo un gran enigma y en noviembre se cumplirán 15 años de que la hallaron estrangulada en el interior de su habitación del barrio Villa Golf de Río Cuarto. “Es un caso sin culpables, dijeron que había venido el FBI y demás cuestiones, pero no pasó nada, sin embargo, todos en la ciudad sabemos cómo la mataron quién y por qué. Esto habla de la ineficacia de la justicia, y siento que es necesario seguir trayéndola a la memoria para no olvidarla”.

También se cumplió un triste aniversario del femicidio de Mónica Ordoñez, una joven que era abusada desde muy pequeña por su papá biológico y su hermana está segura que tuvo participación en dicho femicidio. “Lo que llama la atención que este pedófilo y asesino no cumplió un día de codena en toda su vida, hace poco falleció de manera impune y no sabemos cuántas víctimas más ha dejado en el camino. Lamentablemente el juez Varela sólo le dio una orden de restricción y anteriormente se le había dado la curatela de ella al mismo agresor, de ese grado de desprotección y vulnerabilidad deja la justicia a las víctimas”.

Eli, junto con sus abogados y profesionales de la salud, tienen que tomar todos los recaudos necesarios para probar que no están mintiendo, ni están locas.

Una vez que prueben que no están mintiendo, recién allí lo llamarían para hacerle una pericia psiquiátrica y psicológica. “Quizás luego de eso puedan llegar a imputarlo, teniendo en cuenta que la misma implicaría que sea llevado a un juicio justo en donde tranquilamente puede llegar a ser encontrado como inocente, sino probamos lo contrario. Esto es justamente lo más complejo, ya que son delitos donde no hay testigos, y solo contamos con el relato de niñas y niños”.

Allí radica la importancia de creer en esos relatos ocultos y silenciados, que en algunas oportunidades salen a la luz. “Los relatos de mi hija son contundentes y repetitivos, en donde la psicóloga lo avala. Pero realmente yo no sé la experiencia que tiene la justicia en torno a esto y si realmente existen tantas falsas denuncias sobre este sensible tema. Realmente me cuesta creer que haya tantas madres dispuestas a exponer a sus hijos de esa forma y a gastarse más de $500.000 en una querella particular para solamente dañar a un hombre. Si así lo fuera la persona, claramente no estaría en su sano juicio”.

El abusador camina por las calles cordobesas de manera impoluta como si nada sucediera, y sobre las madres, pesa la vara de lo que está bien o no está bien hacer o visibilizar. “Realmente siempre pienso en cómo proteger a mi hija, y es allí donde siento que hago mucho más por ella y por otros niños tratando de visibilizar lo que ocurre para lograr un real impacto en la sociedad. Abuso es abuso y siempre es traumático”, concluyó.