En la mañana de este martes se conocieron cuatro nuevos casos de personas estafadas por un centro de pagos ubicado en Rueda al 1010, pero todo indica que el número de víctimas podría ser mayor.

El comercio -que desde el lunes se encuentra cerrado por «remodelaciones»- funcionaba como un centro de pagos donde las personas iba a abonar sus impuestos, cuotas de colegios o viajes de estudios, entre otros papeles, pero recientemente se conoció que muchos de éstos documentos no fueron pagados.

Según las denuncias, los dueños del lugar argumentaban una «caída en el sistema», pidiéndoles a los clientes que dejen los papeles y el dinero y pasen a buscar posteriormente el comprobante de pago. Los montos de dichos impuestos -que nunca llegaron a pagarse- son variables y van desde los 20 mil hasta los 7 mil pesos.

Conclusión dialogó con Sara Treves, una vecina de la zona que si bien no llego a ser estafada, sufrió las irregularidades del comercio.

La vecina fue por primera vez al local a pagar una cuota del Colegio Sagrada Familia. «Le deje el dinero y la boleta que correspondía para que se efectuara el pago, cuando vuelvo al día siguiente el depósito todavía no se había realizado, después me pidieron el número de teléfono y ahí me pareció raro, porque jamás cuando voy a pagar algo me lo piden», explicó.

Según el relato de Treves, los dueños del centro de pagos explicaron que pedían el número telefónico para avisar por ese medio que el pago se había concretado, «pasó un día pero tampoco me llamaban, entonces volví nuevamente», dijo la vecina.

«Ante la negativa, como yo daba clases particulares y el papá del chico que tenía de alumno es gendarme, le pedí por favor que me acompañara porque no me devolvían el papel que yo había entregado con el dinero. Voy con el gendarme y me dicen que todavía no estaba, y ahí le dije que me de el papel o lo denunciaba», relató.

Además, agregó que ese día «había una cola de muchísima gente que estaba esperando para efectuar pagos» y que ante la amenaza, el dueño del local «me miró a mí, miro al gendarme y me entregó el papel». Al salir del centro de pagos, la vecina advirtió a los demás clientes sobre el manejo del comercio.

Sin embargo, a pesar de que Treves no fue más al local, sus encuentros con los dueños continuaron, confirmando las sospechas de la vecina.

«Cuando busco un lugar donde ir a pagar las facturas, lo encuentro al dueño en varias oportunidades con una cantidad de impuestos y ahí entendí, este hombre en realidad no estaba autorizado para efectuar pagos, porque si no qué sentido tenía que se vaya a pagar al Rapipago del Banco de Santa Fe. Por eso entiendo que algunos impuestos sí fueron pagos, pero otros no. Y los pagos eran los que él efectuaba en la sucursal de calle Virasoro», comentó la vecina.

El centro de pagos -ubicado en Rueda al 1010- trabaja desde hace varios años en la zona. En un pasado, según señaló Treves, fue una sucursal del Banco de Santa Fe, pero cerró y al tiempo volvió a abrir, pero ya desvinculado del Banco. A pesar de estos cambios el local siempre fue propiedad de un matrimonio, que eran quienes atendían al público.