Once imputados por ser parte una banda que baleaba y extorsionaba bajo las órdenes de un preso de Piñero
El teléfono de un tiratiros detenido en octubre pasado fue la punta de iceberg de la investigación que llevó a desarticular la banda liderada por "Chucky" Monedita. En el dispositivo se encontraron decenas de chats y fotos que daban cuenta del funcionamiento de toda la organización criminal con pelos y señales.
- Policiales
- Jun 15, 2021
Dos importantes audiencias imputativas, que finalizaron con más de 15 personas en prisión, fueron el corolario este lunes de los los procedimientos policiales que dieron mucho que hablar, la semana pasada, y que se desplegaron en barrios Tablada y Municipal y en las vecinas localidades de Villa Gobernador Gálvez y Granadero Baigorria. Todos los imputados fueron acusados de formar parte de dos asociaciones ilícitas que se dedicaban a las balaceras, extorsiones, usurpaciones y homicidios. Una de esas bandas es la que se supone que lidera el llamado «Chucky» Monedita desde el penal Nº 11 de Piñero, en tanto la otra actúa, cometiendo crímenes similares en nombre de Los Monos, una referencia trágica que se niega a desaparecer de la ciudad.
La banda de «Chucky monedita»
De las dos audiencias, la que más impactó mediáticamente es la que llevó adelante el fiscal Pablo Socca y que tuvo como eje el teléfono de Jonatan Ribles, uno de los tiratiros más activos en las últimas semanas. El impacto se debe, en parte, a su pertenencia a la banda que, desde el penal de Piñero dirige Alejandro Núñez, a quien se lo conoce mediáticamente como «Chucky Monedita», un joven de 25 años que que cumple una pena de 15 años de prisión por una tentativa de homicidio. Para el fiscal Pablo Socca, de la recientemente creada Unidad de Balaceras, Ribles es el brazo ejecutor de las órdenes Núñez. El juez de Primera Instancia, Facundo Becerra, hizo lugar al pedido de la Fiscalia y dictó la prisión preventiva efectiva por el plazo de ley para todos los imputados.
El 28 de octubre pasado, Ribles cayó detenido, tras intentar asesinar a un testigo protegido de la banda de Esteban Lindor Alvarado, con una moto robada, dos armas y un teléfono celular. Ese teléfono celular fue la clave para desentrañar parte del accionar de este grupo delictivo, ya que, contra lo que la lógica criminal indica, Ribles lo utilizó durante 10 días seguidos sin cambiar de dispositivo. Dentro del mismo, la Fiscalía encontró una auténtica y detallada ruta criminal, ilustrada con fotos y videos de todo tipos de armas.
De acuerdo a lo revelado en la audiencia imputativa, lo encontrado en el teléfono de Ribles, más de 1.000 páginas con chats que intercambió con unas 48 personas, le permitió a los pesquisas dilucidar identidades, balaceras y motivaciones delictivas. El fiscal Socca descubrió que entre las tareas de Ribles estaba plniaficar robos para conseguir dinero para el funcionamiento de la estrucura delictiva, gestionar viviendas usurpadas para instalar búnkeres para la venta de drogas, conseguir a los «soldaditos» para esos búnkeres, supervisar a todos los que trabajaban para la banda y custodiar y rendir el dinero. Para que esto funcione bien, cada uno de los imputados tenía un rol específico.
Tareas y funciones
Según quedó expuesto tras las tareas investigativas, Alejandro «Chuky Monedita» Núñez es quien lidera la banda. El fiscal Socca le atribuyó «ser el jefe que imparte órdenes desde su lugar de detención en la Unidad 11 de Piñero, ordenando atentados con armas de fuego, contra diferentes personas, integrantes de bandas rivales eligiendo a las personas que van a cumplir cada uno de los roles en los hechos, autorizando el pago a los miembros de la organización por los hechos realizados y por los gastos ocasionados, decidiendo donde se guardan o se esconden las armas de fuego y los vehículos utilizados por la organización, estructurando y administrando la atención de los “bunkers” de venta de estupefacientes y controlando su recaudación.
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En tanto, Tamara Ayelén M. fue señalada como la encargada de controlar la recaudación del dinero, producto de la venta de estupefacientes, recibiendo sumas que entregaba periódicamente Ribles. Según el fiscal Socca, la «Mona» o «Aye» cumplía el rol de gestionar y guardar armas de fuego y municiones en su domicilio y entregarlas para la comisión de delitos, como así también esconder las armas y los vehículos utilizados en los atentados.
En cuanto al rol de Jonatan Ribles, el fiscal le atribuyó una importancia mayor que al resto de los imputados. Fue señaldo como interlocutor directo de Chucky Monedita y quien baja las órdenes al resto de la organización y como el encargado de concretar los atentados y organizar las tareas de inteligencia y logística para llevarlos a cabo. Además, es quien se ocupa de administrar los refugios y rendir el dinero a Tamara Ayelén M. y a Alejandro Núñez.
Abel B. es otro de los imputados y está apuntado como el hombre de confianza de Ribles, quien lo acompañaba en la concreción de las balaceras y quien estaba encargado de manejar y esconder los vehículos utilizados. También se ocupaba de conseguir municiones y ocultar las armas. Tares similares también le fueron atribuidas a Gianfranco G.
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También fue imputada en esta audiencia Florencia A., la pareja del hombre fuerte de Chucky Monedita. El fiscal Socca la acusó de ocultar las armas y trasladarlas cuando les era requerido. Asimismo de encargarse de vender estupefacientes en loss inmuebles pertenecientes a la banda, armando las distribución de cocaína para la venta, recibiendo el dinero y rindiéndole cuentas de lo recaudado a su pareja. Por éstas últimas labores también fue imputada Mara Carolina T.
Como en el caso de Alejandro Núñez, otras personas imputadas ayer ya estaban detenidas por otros delitos. Tal es la situación de Jorge Ojeda, un taxista que fue imputado por colaborar con la logística de los atentados y realizar tareas de inteligencis sobre las víctimas. Otro es Nahuel Riveros, apuntado como sicario de la banda y por esconder motos utilizadas en los ataques a balazos.
Asimismo, Diego Fernando R. fue imputado por participar en balaceras a cambio de dinero, al igual que Cristian «Chimy» G., señalado como ladero y encubridor de Ribles, ya que lo ocultó en su domicilio tras varias balaceras.