Por Alejandra Ojeda Garnero

 

No existe una frase que pueda describir o mitigar el dolor por la pérdida de un hijo.

El 30 de agosto de 2013 Nicolás Brambilla salió de su casa como cualquier otro día, saludó a su madre como siempre, sin saber que ese sería el último beso, la última sonrisa y el último abrazo.  Su madre tampoco lo sospechó, pero a las pocas horas el mundo se derrumbó cuando recibió el llamado que le informaba que su hijo estaba camino al hospital con tres balazos en su cuerpo. Ese día fue el inicio de un camino que no tiene fin, la impunidad se llevó las esperanzas de hacer justicia. Un crimen más que quedó impune.

Betina contó que un amigo, llamado Noel, pasó por su casa a buscar a Nicolás: “Me dijo que en un rato volvía y salió, como lo hacía tantas otras veces”.

Pero el destino viró la suerte de Nicolás y “cuando llegaron a la esquina de Colón y Garibaldi el auto se detuvo y cuando Nicolás bajó fue acribillado con tres disparos de una pistola calibre 22 a corta distancia que lo destrozó por dentro. Pese a los esfuerzos de los médicos del Heca falleció a las cuatro de la tarde del día siguiente”.

“El joven que estaba con Nicolás se retira del lugar porque cree que el ataque era para él, se va con su esposa y su hijo de un año y medio pero luego vuelve. En sede policial declara haber visto a los asesinos de Nicolás, pero cuando se presenta en Tribunales se desdice de todo”, contó Betina.

A pesar que existen varios testigos que presenciaron el hecho esa fatídica noche, Betina dice que “muchos no se presentan porque tienen miedo a represalias, el asesino vive en el barrio y todos lo conocen, pero tienen miedo”.

Son varios los interrogantes que flotan en el aire sin respuesta: ¿Por qué Nicolás bajó del auto? ¿Por qué Noel se fue dejando a su amigo malherido y aún con vida tirado en la calle? ¿Por qué declaró de forma contradictoria primero frente a la policía y luego en Tribunales?

Betina conoce el nombre del asesino de su hijo pero contó que “cayó preso por robo, pero nunca fue investigado por la muerte de Nicolás. Yo le llevé los datos a la Justicia pero nunca hicieron nada. Los testigos tienen miedo y no hay forma de probar que él lo mató”.

La madre del joven sostiene que «Noel es el encubridor, quien apuntó en un principio con nombre y apellido al asesino de Nicolás y después negó todo”.

Nicolás conoció a Noel en un curso al que ambos asistían en el Distrito Municipal Sur. Nicolás tenía perspectivas de conseguir un mejor trabajo para conformar a su madre que continuamente le pedía que mejorara sus condiciones de vida.

Allí se cruzó con Noel y sus perspectivas cambiaron el eje. Según pudo saber Betina, “Noel advirtió que Nicolás era un chico vulnerable y fácilmente manipulable”, tal vez por sus carencias o la falta de oportunidades y “este chico quiso introducirlo en actividades delictivas”, y según sus percepciones “el asesino de Nicolás tiene directa vinculación con Noel”.

“Nosotros éramos una familia, los cuatro, mi mamá, mis dos hijos y yo”, contó. “Y de repente verlo dormido, en el hospital, todavía estaba vivo y con el respirador, fue terrible. El hermano no puede superar el dolor de la pérdida y a pesar de todo sigue luchando y trabajando aunque dos horas después de la muerte de Nicolás el ya sabía quién lo había matado”, recordó.

A fines del 2016, Noel y su pareja fueron detenidos luego de un allanamiento en la vivienda de ambos donde secuestraron un arma calibre 22, se realizaron los peritajes para corroborar si se trataba del arma homicida y uno de los resultados fue positivo. Tras un nuevo pedido de pericia, el resultado fue negativo y ambos sospechosos quedaron en libertad. Así la causa fue archivada por falta de pruebas y de nuevas medidas para dar con el asesino de Nicolás. Un crimen más en la ciudad que queda impune.