Por Alejandra Ojeda Garnero

En el juicio por la muerte del joven de Florencio Varela se invirtieron los roles, las defensas de los acusados son quienes aportan las pruebas materiales de los hechos, mientras la fiscalía y la querella solo un relato basado en suposiciones que hasta el momento no lograron demostrar con prueba concreta e irrefutable. ¿Acaso en un debate no son los acusadores quienes deben demostrar la culpabilidad de los acusados? Mientras tanto, 19 policías permanecen en prisión preventiva desde casi cinco años y la familia de Franco Casco cada vez se aleja más de saber cómo murió.

Los testimonios que se conocieron en la audiencia de este jueves, aportados en su mayoría por las defensas de los acusados, volvieron a ratificar la versión de los 19 policías, como ya lo han hecho otros testimonios y las pruebas presentadas. En ese sentido, y bajo juramento de decir verdad y con el riesgo latente de ser acusados por falso testimonio por los acusadores, empleados policiales y de Prefectura Naval Argentina detallaron los acontecimientos relacionados con el paso de Franco por la comisaría séptima y el hallazgo del cuerpo en el río Paraná, 22 días después de su desaparición.

Fiscalía y querella coinciden en que Franco Casco fue detenido en la noche del 6 de octubre de 2014 en la estación de trenes Rosario Norte, lo cual quedó debidamente probado en las dos audiencias anteriores que dicha detención no ocurrió en esa fecha ni en ese lugar. Siguiendo con la teoría acusatoria, el joven fue torturado y asesinado en la comisaría, esa misma noche del 6 y arrojado al río para ocultar el crimen, aunque todavía no se han manifestado de qué forma lo hicieron y en la investigación no aparece ningún indicio sobre un hecho semejante. Es decir, que el único dato certero que sostiene la parte acusatoria es que Franco Casco estuvo detenido en la comisaría, pero es el único hecho concreto que vincula a los policías con el joven de Florencio Varela.

Desde un principio, los policías acusados sostienen que Franco Casco fue detenido el 7 de octubre a las 13.15 aproximadamente, y liberado el mismo día alrededor de las 22. El tiempo que el joven estuvo en la comisaría permaneció en un cuarto apartado del resto de los presos que se encuentran en el penal, denominado “transitorio”, hasta que se realizaron los trámites de rigor, los cuales fueron dirigidos por el fiscal en turno, lo cual quedó demostrado en audiencias anteriores de este debate.

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Según sostienen los acusados desde un primer momento, Franco fue liberado el 7 de octubre de 2014 a las 22.05 aproximadamente, y en ese sentido fue clave el testimonio que aportó el oficial Ariel Saucedo, quien revestía al momento de los hechos en la comisaría séptima y cuenta con 25 años en la fuerza policial. Saucedo contó que “prestaba servicio de 10 a 12 y de 20 a 22”, y aunque no tenía relación con el caso, estuvo detenido un mes y luego fue sobreseído. En el marco de su día de trabajo, el 7 de octubre de 2014, y al retirarse de la dependencia alrededor de las 22 “recuerdo que vi a un masculino en la puerta que se estaba retirando, pero estaba pidiendo agua. Le dije al oficial Silva, creo, que le diera agua de la canilla que estaba detrás del portón de la comisaría y que se retire porque estaba en libertad. Me subí a mi auto que estaba estacionado frente a la comisaría y me fui a mi casa”. “Al día siguiente, me dan una foto por una búsqueda de paradero y me doy cuenta que era el chico que había visto en la puerta la noche anterior”.

Esta versión de Saucedo, que no hace otra cosa que ratificar que Franco Casco salió vivo de la comisaría, fue corroborada y consta en el expediente en el folio 99 del Libro de Guardia N° 15 de la comisaría séptima con fecha 7 de octubre de 2014: “Se retira franco de servicio el sargento Saucedo Ariel a las 22” y también, consta “Libertad 22.05 Godoy Franco luego cumplimentar los trámites legales y de recuperar sus pertenencias se retira”. Al ser consultado por los defensores, de qué forma vio a Franco Casco, dijo que “normal, tenía una remera oscura y un jean”.

Luego de ser sobreseído, Saucedo vivió una situación particular cuando caminaba por el centro de la ciudad, a finales de febrero de 2018, “escucho que alguien me llama y me dice: gordo como andás”, quien realizaba esa manifestación era un exdetenido de la comisaría séptima, al cual Saucedo respondiendo a su pregunta no tardó en reclamarle que “por lo que ustedes inventaron caímos todos en cana”, y el expresidiario no dudó en responderle que “nos hicieron declarar muchas veces, como que los presionaron”. Días más tarde, Saucedo se dirigió a la Defensoría para comunicar lo sucedido y refirió que la respuesta de la Defensora fue “hay dos opciones, te lo tomamos o no te lo tomamos, porque recuerden que ustedes están en libertad y se puede tomar como que ustedes lo presionaron en la calle. Pero él me llamó a mí. Quedó todo ahí y me retiré”.

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Mucho se habló de los errores en las actas, fechas, horarios, omisión de algunas acciones del personal policial que debían estar asentadas en ese documento, pero a lo largo de las distintas audiencias quedó demostrado que “son errores humanos”, según declaró hoy la oficial Gisela Giménez quien se desempeñaba como oficial de guardia en octubre de 2014 en la comisaría séptima. El inspector de zona Ariel Zancocchia admitió en una audiencia anterior haber colocado mal la fecha de un acta al advertir que en ese momento no trabajaba en esa dependencia.

La idea de instalar que los policías “falsearon” un acta de detención con una fecha distinta a la del procedimiento, se cayó por su propio peso con el testimonio de distintos policías que se desempeñaron en diferentes momentos en la séptima y manifestaron que “los errores humanos e involuntarios ocurren”, como en cualquier otra labor, y ocurrieron en la séptima como en otras dependencias, siguen y seguirán ocurriendo.

La oficial Giménez refirió que en su función como oficial de guardia era “plasmar en el libro todo lo que sucede en la comisaría”, ingresos, egresos, procedimientos, salida de los móviles, “todo”. En ese sentido, se refirió a la salida de la comisaría de Franco Casco, al explicar el procedimiento “el detenido firma el sumario y luego pasa por la oficina de guardia donde queda sentado en el libro que la persona firmó la libertad y se retira” de la dependencia.

Inconcebible

La oficial Claudia Barbieri Galván cumplía servicio en la seccional séptima de ocho de la mañana hasta las tres de la tarde aproximadamente, como sumariante. Pero tuvo la fortuna de ser mamá el 5 de julio de 2014, por lo tanto, tomó licencia desde ese mes hasta noviembre del mismo año, es decir que en octubre todavía se encontraba gozando su licencia por maternidad.

Nunca imaginó que visitar a sus compañeros de trabajo para “presentarles a mi bebe” la iba a dejar tras las rejas acusada de un delito de lesa humanidad, por el cual estuvo detenida durante un mes.

Como se explicó en reiteradas oportunidades, todo lo que sucede en la comisaría queda registrado en el libro de guardia, y la visita de Barbieri Galván no fue la excepción. Se le dio ingreso el día 6 de octubre de 2014, pero por error no se dejó asentado su retiro de la seccional. Aunque en folios anteriores y posteriores estaba especificado que la sumariante se encontraba de licencia, y por lo tanto no estaba trabajando en esa fecha, igualmente fue detenida y acusada por la desaparición, torturas y muerte de Franco Casco.