Por Alejandra Ojeda Garnero

El juicio por la muerte de Franco Casco sigue su curso y este jueves se realizó la decimoprimera jornada. En la misma declararon dos empleados del club náutico donde fue rescatado el cuerpo del joven el 30 de octubre de 2014. Allí efectivos de Prefectura Naval Argentina llevaron el cuerpo hasta la explanada del club, lugar destinado a ese tipo de procedimientos. También se hicieron presentes, la fiscal que inició la investigación, el médico legista, una fotógrafa y otros peritos.

En la investigación no se había hablado de sogas hasta que de forma anónima llegaron a manos de una reconocida abogada de la ciudad, imágenes que mostraban el cuerpo de Franco Casco con sogas atadas a una pierna y un brazo. A partir de este dato, conocido en marzo de 2017, se impuso, por parte de los acusadores, la teoría de que el joven había sido “fondeado” en el río por los policías de la comisaría séptima para ocultar el crimen.

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En su momento, el abogado querellante Salvador Vera, en una entrevista con este medio aseguraba que “estas fotos aparecieron de manera anónima, fueron enviadas a los investigadores, o sea, estaban desde un primer momento y recién las hicieron aparecer y las incorporaron al expediente cuando la causa pasó de la Justicia Provincial al fuero federal”, además agregó que a estas pruebas “abonan a la teoría de la querella de que el cuerpo de Franco Casco fue fondeado para desaparecerlo”.

Sin embargo, efectivos de Prefectura que declararon en jornadas anteriores dejaron en claro que se utilizan sogas para rescatar los cuerpos de las aguas del río, es decir “es un procedimiento habitual”, las sogas se quitan una vez que el cuerpo se deposita en la explanada.

El 30 de octubre de 2014, cuando fue hallado el cuerpo de Franco Casco y rescatado en la explanada del club náutico, fueron convocados como testigos, como ocurre en cualquier procedimiento de las fuerzas de seguridad, dos trabajadores del club náutico totalmente ajenos al caso, que presenciaron el momento del rescate hasta que la fiscal Mariana Prunotto y el Gabinete Criminalístico, médico legista, y demás peritos terminaron la tarea de levantamiento de cadáver para firmar el acta corroborando todo lo que allí había sucedido.

En la testimonial que brindó tiempo después en la Fiscalía Federal, Franco A., empleado de limpieza del club náutico aseguró que al cuerpo “lo venían trayendo los de prefectura con una soga”, aunque no recordó con precisión donde estaban atadas.

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En su declaración de hoy reafirmó que “estaba haciendo tareas de limpieza” cuando fue “convocado por el personal de Prefectura como testigo”, aunque le costó recordar con precisión los hechos, debido a que “pasaron muchos años y no me acuerdo”, aseguró.

Al ser consultado sobre la posición del cuerpo, quiénes sacaron las sogas y quiénes estaban presentes además del personal de Prefectura y él junto a su compañero que oficiaron de testigos, afirmó “no recuerdo, pasaron muchos años”, lo cual motivó a uno de los abogados defensores a consultar si “recibió alguna recomendación en cuanto a su declaración”, a lo cual respondió que “no”.

Por su parte, el presidente del tribunal le consultó si había presenciado muchos procedimientos de este tipo, y afirmó que el de Franco Casco “fue el único”, lo cual fue “llamativo” para el juez. Un hecho de semejante magnitud no es cotidiano y por lo crudo de las imágenes, no resulta fácil de olvidar.

En el mismo sentido declaró su compañero, el empleado del club náutico, Ricardo D.V., quien también fue convocado como testigo cuando fue recuperado del río el cuerpo de Franco Casco.

En el momento del hallazgo “estaba haciendo tareas en el club náutico y cuando sacaron el cuerpo se acercó personal de Prefectura, que no sé quienes eran y me preguntaron si podía salir de testigo”, junto a su compañero fueron hasta el lugar “nos mostraron el cuerpo y nos quedamos ahí”.

Al igual que su compañero del club náutico, sus recuerdos fueron vagos durante la audiencia de este jueves, y aludió que “no recuerdo”, porque “pasaron muchos años”. Del mismo modo que el testigo anterior, al fiscal le llamó la atención la reticencia a responder, y le consultó si había recibido alguna recomendación o amenaza respecto de su declaración.

Sin embargo, en su declaración testimonial, que consta en el expediente, aseguró en detalle, quienes estaban presentes en el lugar, incluso los rangos de los prefectos, y también explicó detalladamente cómo se realizaban los procedimientos de rescate de cuerpos de las aguas.

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Puntualmente sobre el caso Casco dijo cómo llevaron el cuerpo hasta la orilla: “Lo que yo vi es que lo traían enganchado, no recuerdo si estaba atado de los pies o de las manos, pero vi que lo traían con una soga”. Y agregó: “Es más dejaron el cuerpo en el agua, hasta que llegó la gente de la PDI, lo sacaron del agua con la soga, y lo pusieron arriba de la explanada”.

En la declaración que consta en el expediente explicó en forma detallada cómo procede prefectura en el caso de rescate de cuerpos, “ellos tienen dos formas de trasladarse, tienen un guarda costas y un semirrígido. Cuando van en el guarda costas, lo tienen que traer enganchado porque es muy alto y no lo pueden levantar, según me explicaron ellos. El semirrígido no porque es una lanchita».

También aseguró que vio otros rescates “todo el tiempo y en general de esa manera, utilizando sogas”. Sobre la forma de extraer el cuerpo del agua dijo que no es posible hacerlo manualmente, ya que «entrando al agua no se puede porque es hondo, por eso se ayudan con la soga para colocar el cuerpo en la explanada”.

Franco Casco llegó en septiembre de 2014 a visitar a familiares en Empalme Graneros, el 6 de octubre del mismo año, y a pocos días de haber llegado de Florencio Varela, su ciudad natal, abandonó la vivienda y su familia no tuvo novedades sobre su paradero hasta que el 30 de octubre, 22 días después, su cuerpo fue hallado en las aguas del río Paraná.

Para los acusadores, Fiscalía y Querella el joven fue detenido ilegalmente la noche del 6 de octubre de 2014 en la estación de trenes Rosario Norte, fue trasladado a la comisaría séptima, torturado, asesinado y arrojado al río.

Un total de 19 policías, que desde un principio sostienen su inocencia, están siendo juzgado por los delitos de desaparición forzada seguida de muerte y torturas, por lo que enfrentan una posible pena de prisión perpetua. Cinco de ellos están detenidos desde hace más de cuatro años en prisión preventiva efectiva, en penales federales.