por Florencia Vizzi

No sólo imputados, testigos, abogados, jueces y periodistas pasan por la sala de audiencias del Centro de Justicia Penal. También pasan el dolor, el miedo, y las miles de complicidades e indiferencias, también son parte de un juicio que no da tregua y que día a día revela esas otras caras de una moneda que no tiene solo dos lados. Si algo dejaron en claro los testimonios de Nadia y Débora Canteros y de Jorge Barbas, vecino de Lourdes, la niña de 14 años que falleció en la balacera de calle Conscripto Bernardi 6374 en 2013 fue, precisamente, que el entramado judicial no puede soslayar la tragedia.

Nadia y Débora

Los Canteros eran 5 hermanos que, luego de la muerte de su madre y el abandono de su padre hicieron lo posible por sobrevivir. Nicolás, Agustín, Nadia y Lourdes vivían en Conscripto Bernardi 6374. Débora habitaba una casa, junto a su pareja, a 150 metros de allí. Según el relato de ambas hermanas, la relación con Nicolás, el mayor de ellos, estaba quebrada.

“Siempre teníamos problemas por culpa de él, porque buscaba broncas con chicos del barrio y siempre iban a casa a buscarlo y los problemas los teníamos nosotros”, relató Débora ante el Tribunal.

Con la difícil tarea de controlar las lágrimas, la joven de 28 años hizo un raconto de la noche en que la vida de su hermana fue truncada. “Yo estaba atendiendo un negocio familiar y escucho detonaciones, a las 22.01. A las 22.03 me llama mi hermana Nadia diciéndome que se estaba yendo al Roque Sáenz Peña porque Lourdes se moría, se moría, se moría”.

Debóra Canteros reconoció que el rumor en el barrio era que los responsables del crimen estaban comandados por un chico apodado “Teves”, de la barrita de “Mayonesa”. Esa es la teoría a la que abona la defensa de Ramón Machuca que sigue negando toda responsabilidad en el hecho.

Las hermanas de Lourdes Canteros contaron con detalle lo ocurrido la noche de la balacera y ahondaron en la relación con su hermano. “Nicolás vivía en la casa de atrás, con su mujer y su hija. Nosotros no teníamos relación con él”. Con palabras similares, Débora y Nadia dieron cuenta de esa situación. Paradójicamente, la única que, de tanto en tanto, visitaba a Nicolás era Lourdes. “Iba por la hija de Nicolás, tenía una nena de un año, era su sobrinita y Lourdes la quería mucho y cada tanto iba a verla”, relató Nadia.

Tanto el fiscal, Gonzalo Fernández Bussy como el defensor de “Monchi”, Fausto Yrure, interrogaron a las hermanas sobre la actividad económica de Nicolás. La teoría de la Fiscalía, sostenida sobre algunas escuchas telefónicas, es que el hermano mayor de los Canteros vendía estupefacientes para gente de barrio Tablada, y como lo hacía en territorio de Los Monos, le mandaron a balear la casa para amedrentarlo y que deje de hacerlo. Por su parte, la defensa intenta demostrar que el joven tenía viejos rencores con otros pibes del barrio. De hecho no era la primera vez que la casa de los Canteros resultaba blanco de balaceras. Ya había ocurrido en anteriores ocasiones a causa de esos conflictos.

Las hermanas reconocieron ante el Tribunal que nunca consiguieron saber quiénes fueron los responsables de la tragedia. “Lo que decían algunos en ese momento es que habían sido ellos”, dijo Débora, refiriéndose a la barra de “Téves” y “Mayonesa”, dos pibes que vivían en la zona de Batlle y Ordóñez y Buenos Aires. Nicolás se juntaba con otro grupo y siempre, siempre hubo problemas entre ellos. Entonces lo primero que pensé fue que habían sido ellos”.

Sin embargo la joven dejó en claro que nunca tuvo información para relacionarlos más allá de los dichos. “Nunca supimos lo que realmente pasó. Decían que habían sido los chicos de ahí atrás pero eso quedó en nada”, recordó Débora. Pero reconocío que le dejaron mensajes en Facebook, en el que le decían que los responsables habías sido Teves, que estaba escondido en Entre Ríos, y un hermano de Mayonesa. Y también recordó que a su cuñada le enviaron mensajes de Whatsapp en los cuales le daban la misma información.

Jorge, el vecino

El hombre llegó con un bastón y a duras penas pudo acomodarse en el sillón de los testigos. Se lo notaba frágil y algo asustado. Jorge Barbas era vecino de los hermanos Canteros. Y sus hijas eran muy amigas de Lourdes y pasaban mucho tiempo juntas. Después dela muerte de la nena, Jorge Barbas sufrió un ACV del que no terminó de recuperarse.

“Era una piba divina, divina. Jugaba con todo el mundo”, alcanzó a decir antes de quebrarse en un llanto que atravesó todo su testimonio.

“Soy comerciante y jubilado” le contestó al fiscal cuando le preguntó a que se dedicaba. Y le aclaró que después del accidente cerebro vascular sufre de pérdida de memoria. Por esa razón tuvieron que exhibirle el acta de su declaración testimonial hecha poco después del crimen de Lourdes. Allí contaba que había recibido amenazas para Nicolás Canteros en su negocio. “Decían que Nicolás tenía que irse del barrio y que, si no lo hacía, iba a pasar algo mucho peor”.

El breve testimonio de Jorge Barbas, que se retiró ayudado por un oficial de justicia, al igual que el desgarrador relato de Nadia y Débora Canteros, corrió el velo sobre el dolor y las secuelas que, aún hoy, casi cinco años después, siguen haciendo estragos. Algo de lo que se habla muy poco en las crónicas policiales.

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