En un fallo unánime, el tribunal conformado por los jueces Rodolfo Zvala, Ismael Manfrín y Nicolás Vico Gimena sentenció a cadena perpetua a Rubén Lucio González, por el femicidio de su pareja, Norma Quiroga, a quien sometió a indescriptibles malos tratos y terminó estrangulando en agosto de 2019 luego de violarla brutalmente y propinarle una feroz golpiza. González no sólo secuestró y torturó a Norma sino que hizo lo mismo con su hija Laura, que logró sobrevivir al horror y se convirtió en la principal testigo del proceso judicial que este miércoles lo condenó.

Norma y su hija Laura, de 20 años, eran chaqueñas, de la comunidad qom y se habían radicado en Rosario, en la zona sudoeste de la ciudad, en una vivienda ubicada en Pasaje 1821 al 6200. En esa casa y durante años ambas padecieron una violencia extrema por parte del acusado, Rubén Lucio G., permanecían cautivas contra su voluntad, eran sometidas a golpizas y se les negaba el alimento. Desde principios de 2019, hasta el 28 de agosto, fecha en que Norma finalmente fue asesinada, permanecieron encerradas, con las ventanas y puerta tapiadas para que no pudieran salir y  no tuvieron comida ni atención médica.

También te puede interesar: Comenzó el juicio contra el femicida que sometió a un brutal calvario a Norma Quiroga hasta quitarle la vida.

Finalmente, ese 28 de agosto, el imputado abusó sexualmente de Norma, le introdujo en la vagina un objeto contundente que le provocó graves lesiones, le proporcionó una monumental paliza y la estranguló. Cuando la policía llegó al lugar encontró a Laura en grave estado de desnutrición y con serias secuelas, y al acusado gritando junto al cuerpo.

El fiscal Gastón Ávila le achacó a Rubén Lucio González, los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada por ser cometida mediante amenazas y violencias y por resultar un grave daño a la salud de la ofendida, abandono de persona agravado por el vínculo, abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante agravado por resultar un grave daño a la salud de la víctima y homicidio calificado por el vínculo y dentro de un contexto de violencia de género.

Según la acusación del  Ávila, desde los inicios de la relación, pero principalmente durante los últimos años, González ejerció violencia de género en forma física, psicológica, sexual y económica contra Norma y su hija Laura. Los abusos y malos tratos generaron dramáticas huellas en ésta última,  principal testigo de la causa que, por indicación de los profesionales que la atendieron, debió declarar en Cámara Gesell pese a tener mas de 30 años.