Por: Alejandra Ojeda Garnero y Florencia Vizzi. Enviadas especiales a Rufino.

“Nunca pensé que este chico fuera capaz de hacer algo tan monstruoso,  yo no lo quería creer, siempre lo defendí”- esas fueron las primeras palabras que deslizó, casi sin aliento,  Verónica Camargo, madre de Chiara Páez , en entrevista exclusiva  con Conclusión.

Verónica, mamá de Chiara Páez. Foto: F. Vizzi

Verónica, mamá de Chiara Páez. Foto: F. Vizzi

“Los primeros días fueron muy difíciles, me sentía descompuesta, sin fuerza para respirar, el cuerpo no me respondía, por eso, siempre hablaban el padre de Chiara o mi hermana. Pero ahora siento que es algo que tengo que hacer yo. He recibido un gran apoyo de la gente,  y también de los medios, que se interesaron por lo que estaba pasando con mi hija. Por eso estoy tratando de hablar con todos. Para que se haga justicia. “

Los ojos de Verónica  van una y otra vez hacia una foto de Chiara, con muchos años menos, que pareciera presidir la reunión desde la mesa ,  escoltada por un crucifijo de un lado, y una Virgen Niña del otro. “La pusimos aquí para rezar, para pedir por ella en estos días”.

Su relato va y viene en el tiempo, intercala el  horror de la noche en que su hija desapareció con pequeñas historias  sobre sus aficiones y actividades.

Cuando habla de Manuel M., el novio y, hasta ahora, único imputado en la causa por el asesinato, niega con la cabeza una y otra vez.

“Cuando me dijeron que podía haber sido él, yo lo defendí, les decía que no, que era un buen chico. Ya habían estado de novios el año pasado.  Después se pelearon y empezaron a salir de nuevo hacía un tiempo. Él siempre venía a casa, se quedaba acá, o venía a comer…. No sé, no puede haber hecho esto  él  solo. No lo creo”

En ese punto, Verónica  Camargo quiere ser prudente: “No  puedo afirmar  nada, menos ahora  que nos constituimos en querellantes de la causa. Pero, mi intuición, como madre, es que en esto participó también la familia”

“Sólo conocía a la madre. Ella es muy posesiva con su hijo y llamaba siempre por teléfono cuando él estaba aquí. Hablé con ella en varias ocasiones. Pero con el resto de la familia no he tenido contacto.”

“Esa noche – detalla, con los ojos llenos de lágrimas- ella fue a cenar con su grupo de amigas a la casa de una de ellas. La mamá de una de las chicas la pasó a buscar.  Después  de comer fue a verse con él. Pero dijo que iba y volvía en un rato. Y nunca volvió.

Verónica,  mamá de Chiara Páez. Foto: F. Vizzi

Verónica, mamá de Chiara Páez. Foto: F. Vizzi

Las amigas empezaron a llamar por teléfono. Después me avisaron a mí.  Empezamos a buscarla y nada. “

“A la madrugada, como a las tres,  él me llamo por teléfono y me dijo que, ya que Chiara no aparecía, se venía para casa,  para ir a buscarla juntos…  En ese momento lo reté  porque me contó que se habían peleado, que él había decidido terminar la relación y la dejó  una esquina de una zona bastante alejada.  Me enojé entonces, le dije: ¿como que la dejaste allí sola? Le pudo haber  pasado  cualquier cosa… Que me iba a imaginar yo … Y después bueno, lo que pasó… la encontraron así.”

En algunos momentos, se quiebra. Traga saliva y trata de reponerse. Nos muestra fotos de Chiara que guarda en su teléfono celular  y  vuelve a quebrarse.

“Todavía no puedo creer que esto esté pasando. Era una nena. Había cumplido catorce años hace sólo unos días”

Una biblia con su nombre. Foto: F. Vizzi

Foto: Florencia Vizzi

“Siempre fue muy alegre. Y muy solidaria. Jugaba al hockey y tenía un proyecto con sus profesores para trabajar con gente discapacitada. Ella era así. Iba conmigo a la parroquia y colaborábamos juntas con las actividades que organizaba el cura párroco. Estaba por empezar a estudiar lenguaje de señas. Tenía una compañera sordomuda y no quería que se sintiera aislada. Entonces iba a aprender a hablar por señas y después pensaba enseñarles a otros compañeros”

Una biblia azul, con letras doradas,  reposa sobre la mesa. Tiene una etiqueta  blanca y rosa que reza: Chiara Paez.  En una de las paredes de la sala, junto  a un dibujo de Jesús, pegado con cinta, un pequeño diploma de las IV Olimpíadas de Ciencias Naturales  también lleva su nombre… Chiara está por todos lados.