Foto:Multisectorial contra la Violencia Institucional

Tras el largo derrotero de la causa, este lunes, el tribunal pluripersonal conformado por el juez Héctor Núñez Cartelle y las magistradas Valeria Pedrana y Paula Álvarez decidió absolver, por unanimidad,  al prefecto Ariel Fernando Condori Apaza por la muerte de Maximiliano Zamudio, ocurrido el 27 de mayo de 2015. Los magistrados entendieron que el acusado actuó en legítima defensa. Los magistrados entendieron que los disparos efectuados por el acusado fueron provocados en el uso comprobado de legítima defensa.

La fiscal, Karina Bartocci había solicitado la pena de 20 años de prisión efectiva y 10 años de inhabilitación especial para el ejercicio de sus funciones, en tanto la querella había pedido 30 años.

La fiuncionaria judicial adelantó que es probable que se apele la decisión del Tribunal, pero señaló que terminará de definirlo una vez que haya leído los fundamentos.

El caso

La causa judicial tuvo un largo derrotero En principio estuvo en manos del fiscal de Homicidios Miguel Moreno, quien la archivó en 2017 por falta de pruebas. Tras la apelación de la querella, se desarchivó el expediente y quedó en manos del fiscal Rafael Coria, que volvió a archivarla en julio de 2018. Finalmente, tras una ardua lucha encabezada por la mamá de Maxi, el expediente salió nuevamente del archivo y cayó en manos de la titular de la unidad de Corrupción y Violencia Institucional, Karina Bartocci, quien, en diciembre de 2018, imputó a Ariel Condori Apaza por el delito de homicidio agravado.

El 27 de mayo de 2015, Maximiliano Zamudio tenía 16 años. Aquella noche, alrededor de las 11, el prefecto Ariel Condori Apaza, vestido de civil, llegó a la cuadra de Patricias Argentinas al 4.300, manejando un Ford Falcon color blanco. De acuerdo a lo expuesto en el juicio, el chico, que estaba en la puerta de sus casa, se acercó al auto e intercambio unas palabras con el conductor. Tras esa conversación, el prefecto le disparó tres veces al adolescente con su arma particular. Dos de los disparos impactaron sobre Maximiliano, uno en zona del hemitórax izquierdo y el segundo en región temporal izquierda.

Si bien el acusado nunca negó el hecho, siempre sostuvo que se trató de legítima defensa, y que abrió fuego porque pensó que el joven estaba armado.

Sin embargo, algunos testimonios contradijeron esa versión y sostuvieron que tras la conversación, se produjo un primer disparo. Y que el segundo ocurrió luego de que el prefecto se bajara del auto y le pegara una patada al joven, que estaba desarmado.