Por Alejandra Ojeda Garnero

La historia de Iván Mafud es casi como una película de terror y a su esposa, Leila, le resulta increíble verse envuelta en esta pesadilla en la que nunca imaginó que podía ser una de las protagonistas.

Iván Mafud murió durante una persecución policial que comenzó en Ovidio Lagos y Uriburu y se extendió hasta la localidad de Roldán sobre la ruta AO12 el 8 de septiembre de 2014. Las pericias arrojaron un dato escalofriante: el auto presentaba 68 impactos de bala, en el cuerpo de la víctima se hallaron ocho proyectiles que ingresaron de atrás hacia adelante, uno de ellos le impactó en la cabeza causándole la muerte en el acto.

Del interior del auto de Mafud se comprobó el faltante de dinero en efectivo que su esposa había guardado en la guantera y una sillita para bebés que estaba en el asiento trasero del auto.

Los sospechosos de haber protagonizado esta persecución y asesinato, que hoy están imputados por el delito de “homicidio, robo, y falsedad ideológica”, además de “encubrimiento agravado, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”, son 15 policías que desempeñan sus funciones en distintas áreas de la Policía de la provincia de Santa Fe.

Todo comenzó en la madrugada de aquel fatídico 8 de septiembre de 2014. Iván había salido a comer con unos amigos pero, al regresar a su casa alrededor de las 2 de la madrugada, sin saberlo, se topó con un móvil policial que cambió el rumbo de su destino. Leila contó que «él no sabía que lo estaban siguiendo, eso lo vimos después en las imágenes de las cámaras».

Antes que se desatara la demencial persecución, Iván había llamado a su esposa para avisarle que pasaría por una estación de servicios a comprar algunas cosas y luego iría para su casa pero, con el cansancio que implica cuidar a cuatro hijos pequeños Leila se durmió esperando a su esposo.

Al despertar a la mañana siguiente cerca de las 6 advirtió que Iván no había llegado. Inmediatamente se preocupó y comenzó a llamar a los amigos para consultar si sabían algo de él. Pero nadie pudo dar una respuesta sobre su paradero.

Leila dialogó con Conclusión para contar en primera persona la lucha que tuvo que emprender a partir de la muerte de su esposo en manos de la policía.

“Llamé a un amigo que es policía y me dijo que me comunicara al 911, pero cuando me atendieron me dijeron que no sabían nada”. Momentos más tarde “este amigo me dijo que llame a la comisaría de Roldán porque Iván había participado en un enfrentamiento. Y a los dos nos asombró”, contó Leila.

“Cuando llamo a la comisaria me dicen que no sabían nada, que no había pasado nada. Pero a la tercera vez que llamé me dijeron que sí sabían y que me acerque a la comisaría”, donde le informaron que su esposo había participado de un enfrentamiento y había muerto. La pesadilla recién comenzaba para Leila.

Inmediatamente Leila llegó al lugar donde “me estaba esperando el comisario y me cuenta la versión de lo que había pasado, que Iván había participado en un enfrentamiento, que no había parado en un control y que había terminado muerto en medio del tiroteo”.

Según la versión de los policías, cuenta Leila, “él no había querido frenar en un supuesto operativo”.

La versión oficial que figura en el acta de procedimiento policial «los policías desde un móvil le dieron la voz de alto pero Iván no frenó y comenzó a disparar junto a dos acompañantes. Se fueron sumando otros móviles porque Mafud se escapaba».

Las pericias arrojaron que Iván Mafud iba solo en el auto y jamás disparó un sólo disparo porque no tenía armas en su poder, aunque los mismos policías que lo mataron hallaron dos armas junto al cuerpo. De las cuales, una no tenía cargador y otra tenía el tambor trabado.

Todo fue muy raro desde un principio, “pero la investigación reveló que el caso correspondía que lo investigara la comisaría de Roldán pero el jefe del Comando Radioeléctrico  invitó a los efectivos a retirarse porque ya estaba todo arreglado”, aseguró Leila.

Iván era una persona como cualquier otra, con una familia formada por su esposa y cuatro hijos, un nene que hoy tiene 9 años y tres nenas de 5, 4 y 3. Trabajaba con su esposa en un emprendimiento común de fotografía social. “Teníamos una vida normal, como cualquier otra familia y generalmente salíamos todos juntos con los chicos”, pero el destino viró el rumbo y no es fácil sobrellevarlo.

A diferencia de la versión policial, Iván Mafud no era un delincuente, no contaba con antecedentes de ningún tipo. Trabajaba con su esposa para darle a su familia todo lo necesario y en dos semanas después de su muerte debía ingresar a un nuevo trabajo.

Cuando ocurrió el homicidio, “a Iván lo identifican por una libreta sanitaria que había en el auto, porque a los pocos días de su muerte debía presentarse a trabajar a un nuevo empleo en la  Municipalidad” y los documentos habían quedado en el auto de la madre.

Leila tiene 26 años, la misma edad que su pareja, hacía once que compartían la vida y proyectos que quedaron truncos. El 10 de septiembre, dos días después que le arrebataron la vida a Iván, tenían planificado comprar una casa, también pensaban casarse en noviembre del mismo año, pero todos los proyectos se desvanecieron.

La hipótesis de los investigadores apunta a un fin económico “el auto no tenía patente porque se había perdido, tenía la denuncia y tenía que buscarla al día siguiente”.

El fiscal Miguel Moreno que encabeza la investigación “me dijo que quisieron sacarle plata, pero como se le fue de las manos armaron todo para tapar lo que hicieron”, aseguró Leila.

La versión “oficial” indica que Mafud recibió la voz de alto en un control policial y comenzó una fuga. Por tal motivo los efectivos del Comando Radioeléctrico comenzaron una persecución desde Avellaneda y Uriburu, pensando que era un delincuente.  Pero las pericias y las imágenes de las cámaras muestran que todo comenzó en Ovidio Lagos y Uriburu cuando desde el patrullero le disparan y luego, como cualquier persona que es atacada a balazos, comenzó a huir a gran velocidad. La persecución se extendió hasta la localidad de Roldán sobre la ruta AO12, pero antes se fueron sumando otros móviles en respuesta al pedido de apoyo del resto de los efectivos. En total 15 efectivos participaron del operativo.

En febrero de este año, el fiscal Moreno logró reunir las pruebas para detener a todos los implicados e imputarles, a siete de ellos los delitos de “homicidio, robo y falsedad ideológica” por la muerte de Ivan Mafuf, por sustraer de su auto dinero y una sillita de bebé y por fraguar el acta de procedimiento donde consta una versión de los hechos que se contradice con lo que pudo reconstruir la Justicia con las pruebas recolectadas.

El resto de los efectivos, ocho de ellos, fueron imputados por los delitos de “encubrimiento agravado, robo, falsedad ideológica, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”, porque a diferencia de sus camaradas, sus armas no participaron en la balacera fatal que terminó con la vida de Iván, pero sí coincidieron en fraguar el acta de procedimiento donde además hicieron constar que Mafud estaba acompañado por dos personas que huyeron del lugar luego que el auto derrapó en un zanjón a la vera de la ruta.

A todos les dictó la prisión preventiva por el plazo de ley pero el 10 de mayo pasado la jueza Carina Lurati revocó la prisión preventiva de los ocho implicados por encubrimiento aunque mantuvo la calificación de los delitos. Ahora los ocho efectivos gozan de libertad, caminan por las calles de la ciudad como cualquier ciudadano, aunque pesa sobre ellos una imputación por encubrir un asesinato.

Mientras tanto, para Leila y sus cuatro hijos no hay consuelo porque “a Iván no me lo devuelve nadie y ellos (los policías) pueden estar con sus hijos y sus familias, algo que mis hijos no van a poder hacer jamás”.

Para Leila “existe un pacto de silencio entre los quince efectivos para tapar la verdad de lo que pasó esa noche. Y aunque aseguran que no se conocen, todos mantienen amistad en Facebook donde publican fotos de distintos eventos que compartían antes que pasara esto”.

Por otra parte, asegura Leila que “las armas que ‘supuestamente’ eran de Iván, una no tenía cargador y la otra tenía el tambor trabado”, lo cual demuestra claramente que no se produjo ningún enfrentamiento sino que fue acribillado a balazos.

El pedido de Leila es claro: “Quiero que vayan todos presos, son indefendibles”.