Por Alejandro Maidana

La noche del 30 septiembre del 2022 ya se presentaba inquietante para Pamela, su hijo Brandon había sido invitado a un cumpleaños a pocas cuadras de su casa en barrio la Cerámica. El adolescente no estaba acostumbrado a las salidas en ese horario, ya que no se movía sin antes tener la aprobación de su familia, y quienes conocen a la misma, no dudan en definirla como un núcleo sumamente presente.

Brandon concurría a la E.E.S. N° 540 en Rosario, amiguero y respetuoso, jamás daba un paso sin antes ponerlo en discusión en el seno de su hogar. Por ello el trágico desenlace suscitado en la madrugada del 1 de octubre del 2022, no solo encendió las alertas familiares, sino de todo aquel o aquella que conocía a un joven que esa noche se toparía con una muerte tan absurda como evitable.

Si bien las barriadas han mutado considerablemente en torno a su estructura social, los sueños de las y los pibes siguen siendo los mismos, pese a la insistencia de una violencia que pretende cercenar todo atisbo de autonomía. La juventud y un despiadado paradigma que la acorrala y la asfixia, ese que no pudieron esquivar Brandon y Thiago, dos pibes de 14 y 13 respectivamente que se toparon con la pesada piedra que les antepuso un injusto destino.

Pamela es una joven mamá que desde el primer momento no dudó en exigir justicia, ya que, por testimonios vertidos por testigos, sumado a la seguridad que le transmitía su hijo en la toma de decisiones, moldearon un cuadro de situación que amerita un tratamiento amplio y responsable por parte de la fiscalía que entiende en la causa. “Esa trágica noche me debatí durante horas si mi hijo debía ir o no a ese cumpleaños, no estaba acostumbrado a manejarse de noche. Durante su estadía en la fiesta y sin saber del desenlace, me atravesaron fuertes mareos y un fuego que me quemaba por dentro”, sostuvo una mamá que no baja los brazos en dialogo con Conclusión.

La abuela de Brandon vive a tan solo dos cuadras de donde se realizó la fiesta, la idea era que a la salida pudiese quedarse a dormir allí, habiendo reparado previamente que sería su mamá quién iba a pasar a buscarlo. “Alrededor de las 2.30 escucho ladridos de perros y gritos, salgo rápidamente a la calle y es allí donde me dicen que había fallecido un chico en un accidente. Salgo rápidamente para la casa de mi mamá donde Brandon se iba a quedar, si bien aún no era el horario de finalización del cumpleaños, y cuando miro su cama estaba vacía. Allí una vecina me alerta de un siniestro vial en Ruta 34 y Granel a la altura de los galpones, mientras que otras personas me aseguraron que, tanto a Brandon como a Thiago, los habían obligado a subirse a un auto”.

Desde ese preciso momento se iniciaría un periplo tan angustiante como desolador, ya que Pamela se subiría a la moto de una vecina para comenzar la búsqueda de su hijo. “Primero nos dirigimos al lugar del siniestro, allí la policía nos privó el paso hasta el vehículo, nos dijeron que había heridos y que el resto estaba bien, pero que ya no se encontraban allí. Así fue como comenzamos a recorrer distintos hospitales, el Eva Perón, el Alberdi, el HECA e incluso un hospitalito de San Lorenzo, y en ninguno estaba Brandon. Si pudimos dar de casualidad con Thiago, ya que fui a reconocer a mi hijo y me encontré con que se trataba de su amigo. El estaba muy mal herido y lamentablemente poco tiempo después perdería su vida”, enfatizó.

La búsqueda continuó, ahora quién acompañaría a Pamela sería su hermana, comisarías y distintos lugares serían los visitados para poder dar con Brandon. “Así fue como después de recorrer hospitales y comisarías durante mas de 4 horas, a las 7.45 de ese 1 de octubre me topo con esa realidad que buscaba negar desde lo mas profundo de mi ser. Regresando al lugar del siniestro, el vehículo continuaba allí y es ahí donde podemos divisar una bolsa negra que aparentemente cobijaba un cuerpo. No me animé a acercarme, si lo hizo mi hermana, quién me dice que a juzgar por la vestimenta se trataba de Brandon, ya que la policía sostuvo que se trataba de un NN”.

Aquella sensación extraña que Pamela definió como “un fuego” interno, coincidió con la hora del siniestro en el que Brandon perdió su vida. Ese cordón invisible, pero sumamente concreto que une de por vida a las madres con sus hijos, se había manifestado. “Desde ese momento comenzó mi lucha por conocer la verdad, ya que el auto siniestrado tenía pedido de captura y quienes lo conducían (Kevin G. y Alejandro L.) son mayores. Estas son dos personas muy violentas y tienen amenazado al barrio, son muchos los testimonios que sostienen que tanto Thiago como mi hijo fueron obligados subirse, incluso un testigo del cual cuidamos su identidad ya que declaró en la causa, sostuvo que Brandon golpeaba el parabrisas trasero para que lo ayuden a bajarse o detengan el vehículo. Reitero, conociéndolo a mi hijo, el jamás hubiera accedido por voluntad propia a subirse a un auto y menos aún abandonando el lugar donde se encontraba disfrutando de una fiesta. A mi hijo lo secuestraron”.

La familia sostiene que no existe dialogo alguno con la fiscal que atiende en caso Mariana Prunotto, y que no hay novedades entorno a la posibilidad de cambio carátula, ya que la actual habla de “homicidio no doloso” y no atiende la denuncia por secuestro. “Muchos vecinos fueron los que coincidían con que se trató de un secuestro, ya que obligaron a los chicos a subir bajo amenazas e insultos. Los metieron de prepo arriba del auto, por suerte hubo un testigo que se animó a declarar pese al miedo que ronda en el vecindario, ya que se trata de dos personas violentas y con antecedentes. Nosotros no le tememos, vamos a seguir exigiendo justicia y que se investigue hasta las últimas consecuencias el asesinato de mi hijo”, concluyó.

La Cooperativa Pariendo Justicia integrada por familiares de víctimas organizadas para transformar el dolor en acción, acompaña a una mamá que necesita tanto de comprensión, como de abrazos contenedores. Ante el acercamiento de Pamela a la organización, desde la cooperativa compartieron un comunicado que pretende aportar claridad visibilizando la desprotección que padecen las infancias en los barrios populosos.

“Meses atrás se acercó la mamá de Brandon, un niño de 14 años de Barrio la Cerámica, un barrio que nos suena a pibes, gente trabajadora, y en el medio nos suena a niñeces interrumpidas. El desenlace fatal de Brandon lo relata muy bien Pamela, a los chicos los subieron sin su consentimiento, ni el de un adulto responsable de ellos, y se lo llevaron. En ese raid, ya que el auto era robado, estos adultos chocan y en ese siniestro pierden la vida los dos niños. La justicia enmarca la causa como siniestro vial, y si bien las muertes se enmarcan en esa carátula, lo que no podemos comprender es como se puede tratar de convencer a una mamá de que no hubo responsables. Y es acá donde la justicia debe hacer todo lo que sea necesario para que los responsables de haber subido a esos niños sin su consentimiento, sean condenados por lo que hicieron previo al siniestro. De no haberse sucedido este lamentable final ¿Con que motivos subirían a dos adolescentes a un auto? ¿A dónde los levaban? ¿Con que intenciones sacan a dos niños de una fiesta para llevarlos en un auto robado? El sentido común, la intuición de mamá es menos compleja a la hora de impartir justicia. La mamá de Brandon conocía a su hijo, y le recomendó que la esperara a la salida de la fiesta porque ella se iba a encargar de buscarlo, Brandon tenía en claro y no se lo permitieron. Hoy se quiere silenciar que a estos dos niños se los llevaron quien sabe para qué, y que la irresponsabilidad y la impunidad de dos adultos, hizo que Brandon y Thiago ya no estén. Una vez mas las infancias se ven desprotegidas, ya que parece que nadie con las facultades para hacerlo, puede decirles a unos delincuentes adultos que los niños no se tocan. A los pibes no se los toca, no se los presiona, no se los obliga, no se los violenta, no se les miente, a los pibes la justicia también los tiene que proteger”.