Matías Ezequiel Sosa tenía 25 años, era vendedor ambulante y un vecino muy querido en barrio Parque Casas. Vivía en zona de Uriate al 1500, junto a su mujer, dos hijas muy pequeñas y un nene, fruto del primer matrimonio de su mujer. Fue ultimado a balazos, en diciembre de 2018, por dos policías, hermanos entre sí, ante la mirada impávida de otros efectivos del Comando Radioeléctrico, según el relato de los testigos. Este miércoles comenzó el juicio contra los hermanos Franco y Víctor Villarruel, por homicidio consumado y tentativa de homicidio. En su alegato de apertura, el fiscal Adrián Spelta solicitó que se los condene a 23 años de prisión.

El crimen

Matías Sosa y Franco Villarruel mantenían un viejo enfrentamiento entre si. La razón era que la hermana del primero había estado casada con el segundo, quien la sometía a permanente malos tratos. Durante el tiempo que estuvieron casados, Matías enfrentó a Villarruel repetidamente, para defender a su hermana, hasta que la joven logró separarse e irse a vivir a casa de su madre con sus tres hijos.

Sin embargo, el encono entre Sosa y su ex cuñado, vecinos entre sí, nunca menguó y desembocó en la violenta tragedia. Ese domingo por la tarde, según atestiguan diversos relatos del hecho, Sosa estaba con su hermano menor cuando se cruzó con los hermanos Villarruel. Tras una breve discusión, una piedra fue a estrellarse contra el auto de Franco. Algunos testimonios dieron cuenta de que el piedrazo lo arrojo Matías y otros afirman que lo hizo su hermano.

Sosa y su hermano se retiraron del lugar y volvieron a la casa de su madre. Entre tanto,  Villarruel llamó a la policía e informó que había jóvenes arrojando piedras contra los autos. Cuando los efectivos llegaron, tocaron timbre en la casa ubicada en Uriarte al 1500 y, cuando el joven salió y estaban por detenerlo, Franco Villarruel le descerrajó un disparo en el pecho, a menos de dos metros de distancia. Acto seguido, cuando Sosa estaba ya en el piso, malherido, su hermano, Víctor, le efectuó dos disparos más. Al ver lo ocurrido, Milton, el hermano menor de Franco, salió corriendo del lugar y fue perseguido por ambos hermanos a los tiros.

Según el relato de los testigos del barrio y de los familiares de Sosa, cuando los policías del Comando Radioeléctrico vieron lo que ocurría, se subieron al móvil y se fueron.  Matías Sosa fue trasladado al Hospital Eva Perón y, tras una agonía de cuatro días, falleció.

Como suele ocurrir en estos casos, en los que hay policías involucrados, las primeras versiones oficiales informaron que se trataba de un hecho de robo y, posteriormente, de un enfrentamiento. Pero, la presencia de varios testigos, entres los que se incluyen los familiares de Matías, propiciaron el avance de la investigación.

El crimen de Matías, al que los vecinos llamaban afectuosamente René, dividió ferozmente al barrio. Días después, cuando se conoció el fallecimiento del joven, sus familiares ocasionaron destrozos en un depósito que pertenecía a la familia Villarruel. Esa tarde hubo represión y balas de goma, pero no todo terminó allí. Los cruces de denuncias entre ambas familias continuaron y en agosto de 2019, fueron imputados la madre, la viuda y el hermano de Sosa por las supuestas amenazas.

El juicio

El tribunal encargado de juzgar a los hermanos Villarruel está conformado por los jueces Rafael Coria, Silvia Castelli y María Isabel Mas Varela. Ante ellos, el fiscal Adrián Spelta, de la Unidad de Homicidios Dolosos, les achacó los delitos de homicidio agravado en grado de consumado ambos en carácter de coautores; en concurso real con homicidio agravado  en grado de tentativa, y solicitó para ambos  la pena única de 23 años de prisión efectiva.