Por Ricardo Alonso

La pandemia mantiene anestesiada a la actividad legislativa en Santa Fe. No es que diputados y senadores provinciales no trabajen; sucede que su desempeño se mantiene por afuera de la agenda central que ocupa la evolución del Covid-19. No muchas veces en la historia, un “cisne negro” de la política -como este- se mantiene tanto tiempo en vigencia.

Hoy lo central es reforzar el sistema de salud de la provincia y controlar los ingresos a este territorio, sobre todo de camiones que llegan desde ese ojo de tormenta pandémica que es Buenos Aires

La comisión que investiga el descalabro de la aceitera Vicentín y la evaluación del desempeño de uno de los jefes regionales de la Fiscalía que le compró dos cero kilómetro al dueño de una concesionaria al que había exonerado en una causa; deben esperar su turno por más importante que parezcan.

Hoy lo central es reforzar el sistema de salud de la provincia y controlar los ingresos a este territorio, sobre todo de camiones que llegan desde ese ojo de tormenta pandémica que es Buenos Aires. También regular el aislamiento social y preventivo que mantiene a la provincia con más de 20 días sin contagios registrados. Hasta el sábado.

Precisamente, el último contagio pertenece a una mujer de Rosario cuya pareja viaja a Buenos Aires frecuentemente en contacto con distribuidoras. Un claro ejemplo de dónde hay que extremar la vigilancia en un momento en que la provincia y Rosario están en condiciones de ser declaradas sin circulación local de virus.

Los senadores trabajan en sus comités de crisis departamentales y se hacen visibles por su peso en los territorios. Pero no es el mismo escenario para los diputados

Y en todas esas decisiones, el Legislativo tiene poco que decir. En rigor, el oficialismo acompaña las medidas del Ejecutivo y se pone a la par. Los senadores trabajan en sus comités de crisis departamentales y se hacen visibles por su peso en los territorios. Pero no es el mismo escenario para los diputados y menos para los diputados de la oposición que tienen en esa Cámara provincial el centro de operaciones de batalla para ejercer sus críticas al gobierno de Omar Perotti. Los legisladores del Frente Progresista se turnan para lanzar dardos pequeños porque el clima no da para otra cosa, mientras el presidente de esa corporación, Miguel Lifschitz mantiene el tono bajo de la confrontación para preservarse para el futuro.

Pero el tiempo corre y nada indica que habrá postergación o suspensión de las elecciones del año próximo. Y ahí es donde hace su ingreso la preocupación sobre la mirada de los electores futuros acerca del papel que cada uno o que cada fuerza política cumplió durante el desarrollo de esta crisis y sobre la recomposición después del altísimo impacto social y económico sobre una población que ya venía soportando profundas penurias y que apenas avizoraba una tenue recuperación.