Por Carlos Duclos

Hay una sustancial diferencia entre pertenecer a un sector político y defender sus ideales y defender lo indefendible cuando los líderes de tal sector descarrilan. Esa diferencia cobra relevancia cuando está en juego el destino de la sociedad.

Hace pocas horas atrás, algunos medios norteamericanos y europeos dieron una noticia cuya cabeza se transcribe literalmente y que pone al descubierto el porqué una sociedad progresa o queda estancada: “Medio centenar de altos cargos en varias administraciones republicanas dijeron este lunes en una carta pública que una presidencia de Donald Trump pondría en riesgo la seguridad nacional y el bienestar del país”. Trump “carece del temperamento” para ocupar el cargo, y «sería un presidente peligroso”, «el más temerario de la historia americana», se lee en la carta. Entre los firmantes, se cuentan algunas de las figuras más notables del establishment de defensa y seguridad de la primera potencia mundial”.

A esto se le denomina responsabilidad política, pero sobre todo sensatez humana. Que los mismos popes republicanos cuestionen a su candidato a presidente y recomienden a la población no votarlo en una carta pública habla del porqué los Estados Unidos de Norteamérica están en el lugar que están en el concierto de las naciones.

Luego vendrán las especulaciones, a veces baratijas, de los verdaderos motivos de esta repulsa, pero no pasan de ser especulaciones tales como que Trump quiere terminar con la estructura de siempre; que en realidad no se pusieron de acuerdo en el reparto de cargo o satisfacción de intereses, etcétera. Pero son sólo burdas especulaciones, a veces groseras justificaciones criollas para tapar la irresponsabilidad política que campea en nuestra Patria, en donde a nadie de los dirigentes y seguidores fanatizados se le ocurriría advertir públicamente: “Cristina se está equivocando con sus delirios, o Mauricio, hasta ahora, nos lleva hacia el abismo con su ausencia de planes serios y una política grotesca”, por nombrar a apenas dos de los presidentes que gestionaron el destino de los seres humanos nacionales, muchos de los cuales guardaron prudente silencio (por una mala entendida lealtad) cuando todo se iba al diablo.

Si bien es cierto que ciertas políticas internacionales adoptadas por Estados Unidos y Europa se han caracterizado por la falta de visión para advertir sucesos del futuro y hasta por un despreciable deseo de oro logrado mediante la invasión armada y sutiles formas de colonización (con los efectos que hoy se padecen) no es menos cierto que Donald Trump no es la solución a los problemas. Como bien dicen sus pares republicanos, quienes se ha atrevido a manifestarlo públicamente alertando al mundo: “carece de temperamento”. Una forma delicada de manifestar que puede salir disparado para cualquier parte y esto sería peligroso no ya sólo para Norteamérica, sino para la humanidad.