Por Carlos Duclos

No se puede tapar el sol con la mano, ni hacer realidades con eufemismos. Y, por otra parte, como dice el Evangelio: “no hay nada oculto que no haya de ser manifestado”; y aquello que se negó por tiempo o no se quiso ver, salió a la luz: en el país hay tantos pobres que la cifra es alarmante: 32,2 por ciento de argentinos son pobres, ha reconocido el Indec oficialmente. Es un escándalo, no hay otra forma de decirlo, no hay alternativas para anestesiar esta verdad ni para modificar su triste naturaleza. Y de paso: ¿no serán más?

Es necesario recordar la noticia que ya se daba hace unos meses atrás, cuando salió a la luz un informe de la respetable y seria Universidad Católica Argentina: en el país hay 13 millones de pobres. Y decía la información que en tanto en Argentina un 29 por ciento de sus habitantes se ubicaban bajo la línea de pobreza en 2015, “ese número saltó al 32,6% en abril de este año sumándose 1,4 millones de pobres”.

Esta es la realidad, no hay otra. Y ante esta realidad están demás los justificativos, las promesas, y todo el discurso de siempre, que es histórico en el país, y que indigna a los corazones desapasionados que desean una vida digna de ser vivida.

No sirve hoy echar culpas. Estarán aquellos que pretendan justificar al anterior gobierno diciendo que había menos pobres (¿es importante la diferencia?) y que el actual incrementó con su política el porcentaje. Y  estarán los otros, los que sustenten que esto es “consecuencia de la herencia recibida”. Lo cierto es que todo justificativo es enojoso e indignante.

Pues lo cierto es que hoy gobierna Cambiemos y que la pobreza, lejos de ser atenuada, se incrementó. No hay ninguna forma de no poder ver esta realidad o de obviarla. Lo ha dicho la Universidad Católica Argentina en su momento, lo ha ratificado el Indec ahora.

Esta realidad, ¡tan triste!, debe servir para que el presidente tome cartas en el asunto y reflexione sobre que no es posible erradicar la pobreza golpeando a la clase media con tributos y costos de servicios que son asfixiantes, manteniendo al margen del sistema a los pobres y marginados, ninguneando la actualización salarial y no generando empleo.

Lo único que se ha logrado hasta ahora, y no hay dudas,  es paralizar el mercado interno. Y  no hay que ser economista (que casi siempre fallan) para saber que si el mercado interno se paraliza la pobreza avanza.

Cambiemos se ha pavoneado en los últimos días diciendo que los índices inflacionarios están bajando, ¿¡pero cómo no van a bajar si no se compra ni se vende!? Esta es la paz de los cementerios.

Nadie que se juzgue buen patriota puede querer el fracaso de Mauricio Macri, porque eso supondría el fracaso del país, pero el señor presidente debe entender que la Patria no se construye con recetas que no satisfacen la necesidad del pueblo, ni con estrategias marquetineras, ni con palabras bonitas. Eso es más de lo mismo.

32,2 por ciento de pobres en una tierra tan rica: ¡Un escándalo!