A veces la lujuria con que se presenta la cosa dice de ella justamente lo mismo que calla. Más aún, el rostro, aquello que no nos deja mentir, arroja su faz de dulce de leche cada vez que alguien siente que ha encontrado la famosa aguja en el pajar. Ha encontrado la felicidad en el olvido de sí.

Delicias de la modernidad, oferta de la globalización. Sobre que hay infinidad de objetos para consumir, la paciencia humana, que algunos la historizaron como la estupidez humana, parece no tener límites. Se consume morbo, truculencia, desgracia, retórica, golpe a golpe, verso a verso.

La sufrida humanidad no sabe ya que corno meterse en el cuerpo con tal de seguir olvidando su finitud, su ser en el mundo como algo necesariamente transitorio; tránsito de lucha y vida, lucha y muerte.

El goce, ese infinito glamour del placebo universal nos deja inermes. Ojo, no digo el placer. Eso es otra cosa. Digo el goce. Con sólo escuchar parlotear a los mercaderes del verso basta para reconocer en ellos el canto del augur, el magister del negocio ostentoso que se encubre.

¿No está satisfecho con esa vida miserable que se ha dedicado?… hágase las lolas, los párpados, los pómulos, una lipo, los pómulos, etcétera, etcétera. O cómprese injertos, implantes, caretas, postizos, ortopedias, o tajantemente un cambio de sexo. Llame ya y elija el culo que siempre quiso tener, el Yo que usted quisiera, elija el futuro que quisiera tener, y como oferta de esta semana: elíjase el pasado que hubiera querido tener y, por qué no, un presente más ventajoso.

¿Está de bajón? Tómese alguna cosita, hágase miembro de algún sitio de la web exclusivo para los distintos, aliméntese solamente de esto y esto, nunca de esto otro, no hable más con su perro, desconfíe del afecto ajeno, no le crea a los políticos y menos a los libros.

Escuche solamente a su místico mentor, maestro de maestros, carismático, vidente o autodidacta, escuche solamente su conciencia ya bastante programada, diga Om, y abandone para siempre la masturbación. Haga algún taller de algo que seguramente le proporcionará un cúmulo de experiencias espirituales, dialogue con el más allá, viaje por su interior, relájese y no piense más en cosas negativas. Hágase leer los pliegues de la oreja, las huellas digitales, los rulos de las hemorroides, los pliegues de la cacona, y en enrollamiento del vello púbico.

Son cosas que dicen mucho más de usted que su mismísima madre. Ingrese en alguna experiencia tipo Gran Hermano, y me refiero al de Orwell por supuesto. Haga alguna experiencia de varios días, con meditación, pruebas de exigencia mística, masajes de alma, roll playing, toqueteos, frotamiento de genitales hasta la pérdida total de las inhibiciones, los pudores y la dignidad. Aprovéchese de todas las ofertas de la modernidad con fe y esperanza de felicidad justamente porque la modernidad ha llegado para hacerlo a usted más próspero y feliz. No sea un desgraciado. Vaya y dele unas palmaditas a su pobre ego disecado. Así la posibilidad de triunfar en la vida está mucho más cerca. Ay…humanos!… qué estúpida especie que insistentemente se deja llevar por las mieles de la farsa. Serás lo que debas ser, pero por ese camino, serás eternamente feliz, pero feliz de nada.