Por Walter Graziano

Mientras los mercados operan con tranquilidad, cabe preguntarse cuál va a ser el escenario económico y financiero de 2021. El mismo, tanto nacional como internacional, va a depender centralmente de lo que ocurra con la pandemia. ¿Qué va a ocurrir con la misma? La OMS acaba de emitir un paper señalando que hay que esperar que el coronavirus no ceda totalmente ni siquiera con varias vacunas distribuyéndose masivamente. Vale decir que habría que esperar un 2021 epidemiológicamente mixto. Un año “mezcla” entre 2020 y un año normal. Un año en camino a la normalidad sin tener la epidemia totalmente erradicada, aunque si, bajo control. Al respecto recordemos que en Rusia la vacuna existe desde hace meses y a pesar de ello los niveles de casos diarios son récord. Lo que se evita con la vacuna es un crecimiento descontrolado de casos diarios.

Un escenario epidemiológicamente así bien podría ser suficiente para mejorar las expectativas porque en 2020 hubo una parálisis generalizada en inversiones reales a nivel mundial, sobre todo en países en vías de desarrollo como los latinoamericanos. Tener un mayor intervalo de confianza en cuanto a una evolución atenuada del covid-19 eliminaría de cuajo los componentes de pánico experimentados este año lo que debería producir un alivio muy perceptible aumentando así la inversión principalmente pero también el consumo.

Los países fiscalmente más comprometidos (entre ellos Argentina) deberían ver su situación deficitaria considerablemente aliviada tan solo por el aumento perceptible en la recaudación tributaria producida por ese aumento en el consumo. Vale decir que podríamos tener un 2021, a nivel mundial, y más marcadamente a nivel país, fuertemente expansivo por la combinación del crecimiento de ambos componentes.

En cuanto a las inversiones reales en Argentina pueden mantenerse deprimidas debido a la altísima capacidad ociosa en vastos sectores de la industria y los servicios. A pesar de ello, la tasa de variación positiva podría ser muy alta debido sobre todo al bajísimo nivel actual de la inversión. Sumada al muy esperable crecimiento del consumo, ambos factores podrían disipar el complicado panorama económico con el cual concluye el 2020. En resumen, habría que esperar tanto a nivel nacional como internacional un 2021 muy considerablemente mejor al 2020. Mucho más expansivo que este año. Pero no hay que esperar una vuelta a la normalidad total ni en lo epidemiológico ni en lo económico.

¿Y qué hay del escenario financiero? Puede pensarse que la mejora económica provoque cierta reversión de la intensísima fuga de capitales existente en 2020 que podría llegar a superar los u$s21.500 millones. Es fácil sacar la cuenta: mientras que en números redondos se obtuvo un superávit comercial de u$s15.000 millones, el BCRA tuvo que vender alrededor de u$s6500 millones en forma neta, sea a importadores, sea a deudores con el exterior, o sea en concepto de ventas de “dólar ahorro”.

Este dato es clave, dado que marca cierta imposibilidad de que esa tendencia continúe si el gobierno logra mantener en caja el déficit fiscal el BCRA no pierde las reservas que le quedan. Para tener una idea “visual” de lo que hablamos: si en el 2020 la cancha estuvo claramente inclinada contra el peso contra la actividad económica, la reversión de esa tendencia debería ser suficiente como para inclinar la cancha para el otro lado, siempre y cuando, claro está, esos dos condicionantes de “hierro” antes mencionados: déficit y reservas se mantengan dentro de parámetros normales.

El gobierno claramente comprende esto. De otra manera no estaría tomando antipáticas medidas con los IFE, los ATP y las jubilaciones que aunque en forma directa le restan votos, en forma indirecta suman mucho más de lo que restan, dado que cualquier costo que se haya decidido pagar es bajo comparado con el costo que tendría a nivel económico perder las reservas o aumentar el déficit cuando claramente ya no hay plafond para ello.

Este ha sido un año difícil, complicado para todos los argentinos. Prácticamente uno no encuentra nadie que le pueda decir que le ha ido bien, al punto que es fácil imaginar que el próximo día 31 habrá una intensa alegría apenas pase la medianoche. Probablemente – por el momento es una hipótesis más que una predicción – cuando sea el 31 de diciembre de 2021, dentro de más de un año, podremos respirar aliviados tras un año diametralmente opuesto del anterior: este traumático, arduo y difícil 2021.