Entre los operadores del mercado agrícola argentino es habitual una chanza: Dice que los granos son kirchneristas, porque justo los periodos de cotizaciones más altas coincidieron en los últimos veinte años con los gobiernos de ese signo.

Y ciertamente, todos recuerdan también que previo al kirchnerismo, el gobierno incompleto de Fernando de la Rúa, que coincidió con la grave crisis de 2001, tuvo en promedio una precio internacional de la soja de solo 170 dólares por tonelada en promedio, mientras que con Néstor, Cristina o Alberto Fernández, en sus sucesivas gestiones, disfrutaron de valores para la oleaginosa que eran de por lo menos dos o tres veces superiores a aquellos, de entre 350 y 500 dólares.

Créase o no, la vuelta de página política que vive la Argentina desde diciembre pasado, cuando asumió el gobierno el denominado primer presidente libertario de la historia, viene coincidiendo con una nueva etapa de precios desinflados para los granos producidos por el país. En el primer bimestre del año, según un cálculo de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) conocido este viernes, “la dramática caída de precios internacionales de los commodities agrícolas afectó fuertemente el Valor Agregado Bruto de la cosecha 2023/24”, y de este modo el ingreso de dólares previsto por la nueva cosecha descendió de repente en 4.500 millones de dólares.

Javier Milei, que esta noche pronunciará su primer discurso ante la Asamblea Legislativa, definitivamente no ha tenido la suerte de sus antecesores. Ahora la BCR proyecta el ingreso de divisas agrícolas por 31.300 millones de dólares, apenas 6.000 millones más que los que se obtuvieron el año pasado, la campaña 2022/23, cuando la cosecha bajó casi a la mitad por la fuerte sequía, pero 11.000 millones menos de los que obtuvo el gobierno de Alberto en el ciclo 2021/22, que fue récord gracias a los muy buenos precios externos.

“A los precios actuales, el valor de las exportaciones de granos, aceites, harinas y otros productos derivados se proyecta hoy en 31.300 millones de dólares  para la campaña 2023/24; ello es 4.500 millones por detrás de lo proyectado en el mes de diciembre”, confirmó el informe de la BCR.

Los analistas agrícolas de la entidad no se meten en política, pero es cierto que el panorama esperado a principio de la campaña 2023/24, que tenía aires de revancha después de la feroz sequía, cambió violentamente en coincidencia con la llegada de Milei al gobierno.

“Cuando el 2023 llegó a su fin, el agro respiraba aliviado. Las periódicas lluvias del último trimestre ponían fin a la peor sequía de la que se tuviera registro en los últimos 60 años. Dos meses después, sin embargo, no sólo la ola de calor de febrero cortó de un saque el potencial de rindes en la región, sino que la cotización internacional de los commodities sufrieron un derrotero bajista, que deja a los precios de exportación argentinos un 35% debajo de los que se registraban a la misma altura del año pasado”, describe el informe de la Bolsa rosarina.

Como consecuencia de ello, el Valor Agregado Bruto del Agro (VAB Agro) para el año 2024 se proyecta al mes de febrero en 10.453 millones de dólares; ello es 4.700 millones por debajo de la proyección del mes de diciembre.

La soja y maíz explican el 80% de esa caída en el valor estimado de la próxima cosecha. Ahí hay una mezcla de factores. “Por un lado, la ola de calor de febrero ha recortado el rendimiento proyectado de los cultivos”, explicó la Bolsa, que espera un achique de 4 millones de toneladas en la oferta d granos debido a este fenómeno. Por otro lado, de nuevo, está la combinación de caída de precios recibidos por el productor y aumento de los costos.

Con estos números, y sacando la campaña de la sequía, el valor de la próxima cosecha sería “el segundo valor más bajo desde la campaña 2018/19, casi un 20% por detrás del valor promedio del producto agrícola de los últimos cinco años”.

La BCR afirmó que el gran golpe de la caída en los precios a nivel macroeconómico viene del lado del comercio exterior, ya que “dos de cada tres dólares que Argentina exporta los proveen las cadenas agroalimentarias, de modo que la reversión de precios internacionales se traduce en un duro golpe para las cuentas externas”. En este caso, en realidad, los granos y sus subproductos vienen aportando cerca de 40/50% de las divisas totales que ingresan al país y luego derraman al mercado cambiario, donde son vitales para que el Banco Central recomponga reservas y logre contener y hasta administrar los movimientos del tipo de cambio.