Por Carlos Duclos

Hay textos y consideraciones que por la gravedad de los sucesos que los generan no pueden ni deben estar atados a la rigurosidad y belleza de la construcción; deben ser construidos sin vueltas y con contundencia. Y este es uno de esos casos. Esta mañana cuatro chicas en Lomas de Zamora, Buenos Aires, fueron acribilladas a balazos, dos de ellas murieron, dos están heridas gravemente.

En el marco de este festival de dramas que vive la República, los investigadores, buena parte de la prensa y otros sectores de la sociedad, se detienen nomás en conocer las causas que provocaron tal tragedia e informar. Hay quienes se limitan a las condolencias a los familiares y amigos. No está mal, pero es harto insuficiente. Y lo es, porque ha llegado la hora de que se reclame con énfasis del Estado, se exija, que se adopten las medidas necesarias, todas las que sean necesarias, para reducir esta violencia que asola de punta a punta al país.

Y las causas de esta violencia que va desde los hurtos, arrebatos, robos a mano armado, hasta  homicidios, están claras. Claras para muchos, aun cuando haya dirigentes que no las pueden o no las quieren ver. Ausencia de adecuada educación, exclusión, narcotráfico y adicciones es el  maldito combo que está haciendo de esta República un infierno.

No todos los casos de homicidios se conocen, están ausentes las verdaderas estadísticas de robos y muertes, porque la información se tapa; pues es más fácil y más cómodo retocar el número que acabar con el veneno.

Y lo más trágico, lo más indignante, es aquello de tirar la pelota al otro sector político, al que es necesario destripar para quitarle el poder, como ha sucedido con toda una campaña premeditada sobre la provincia de Santa Fe, como si el horror de la delincuencia se sucediera nomás que por estos lares.

El delito es un mal nacional y requiere una profunda revisión y acción del gobierno nacional con todos los gobiernos provinciales; una revisión de lo que hace la Policía y el Poder Judicial y si están sus actitudes en consonancia con lo que demanda y necesita el espectro social. La causa del delito, por otra parte, exige medidas de fondo para acabar con la pobreza, la falta de educación y una cultura nacional de la vagancia que es flagrante y que ha sido muchas veces impulsada y mantenida por cierta clase política, porque a los afanes del poder siempre conviene el clientelismo.

Mientras tanto, los que sufren son los ciudadanos comunes argentinos. Hablar de cuatro chicas acribilladas, en este contexto, es un error, los acribillados son todos los argentinos de bien. Una verdadera injusticia social.