El Frente Progresista ingresará el próximo jueves un proyecto de reforma de la Constitución provincial en la Cámara de Senadores, en paralelo al que Diputados tiene en tratamiento enviado por el gobernador.

El ingreso del proyecto de ley terminó de coordinarse en el encuentro que Miguel Lifschitz y el ministro de Gobierno Pablo Farías convocaron a los senadores del oficialismo, dos socialistas y seis radicales, el miércoles a la noche. Las tratativas siguieron durante todo este jueves. Cada uno de los ocho legisladores se llevó un borrador para profundizar la redacción. El próximo martes se definirán los detalles para darle ingreso formal a la Cámara en la sesión del jueves.

De esta manera el oficialismo ensaya un cambio de estrategia con la reforma de la Constitución ante la falta de avances en la Cámara baja. El Ejecutivo apostó a que fuera la Cámara de origen empujando por los senadores del peronismo, que le manifestaron voluntad reformista al gobernador pero la condicionaron a que el oficialismo primero consiguiese la media sanción en Diputados. Allí es mayoría aunque para alcanzar los dos tercios que demanda la Constitución para declarar la necesidad de reforma requiere el acompañamiento de legisladores de la oposición.

El proyecto ingresará el jueves próximo con las firmas de los ocho senadores. La redacción, según las fuentes del socialismo y el radicalismo consultadas, no diferirá en profundidad del que envió el gobernador.

La modificación más saliente refiere a la introducción de paridad de género en las listas de candidatos. En lo que podría leerse como un guiño para el peronismo (hay un proyecto de Rubén Pirola desde hace varios meses sobre el tema), excluye la obligación de paridad en las fórmulas de gobernador y vice, comisiones comunales de tres miembros y senadores departamentales (titular y suplente podrían ser del mismo género).

Por el contrario, asegura cantidades iguales de lugares para hombres y mujeres en categorías de concejales, diputados provinciales y comisiones comunales de cinco integrantes.

Mover fichas por el lado del Senado cuando está abierto el debate en la Cámara de al lado implica admitir las dificultades que enfrenta el proyecto. ¿A qué se debe el cambio de estrategia?

Es evidente que el plan A se estancó en Diputados más allá del optimismo que derrochan los funcionarios de la Casa Gris. Eso quedó bastante claro desde que el PRO le quitó respaldo a la reforma y el Partido Justicialista diplomáticamente pateó la pelota para más adelante sin bajar la persiana. Los bloques del Frente Social y Popular y Participación e Igualdad tampoco se entusiasman como para comprometerse en sacarlo. Eso en el terreno parlamentario. Afuera, todo el Ejecutivo movió piezas y juntó una nada despreciable masa crítica a favor de la reforma compuesta por universidades, personalidades de la academia y el derecho, instituciones intermedias y foros políticos, como los que reúnen a intendentes de la UCR y el PJ, que ven también allí la posibilidad de discutir nuevas competencias y recursos.

De las tres comisiones por las que tiene que pasar la reforma, la de Asuntos Municipales y Comunales presidida por el radical Fabián Palo Oliver le dio rápido dictamen.

Cuando llegó a Educación se estancó: el Frente Progresista sólo reúne tres de las nueve firmas y los opositores se plantearon por lo menos dos meses de trabajo con consultas e invitados.

La decisión de recurrir al Senado es de resultado tan incierto como en Diputados. La diferencia es que los senadores justicialistas, que reúnen 11 de las 19 bancas, al menos formalmente se manifiestan reformistas. Y así se lo transmiten en cada oportunidad al gobernador.

De algún modo el Frente los está probando para que definan si es verdad o no que están dispuestos a levantar la mano. Lo único que no quiere el Ejecutivo en particular y el oficialismo en general es que el tema quede boyando, con el temor de que la oposición termine eligiendo a su conveniencia el momento de activar la reforma. Para no perder el control de la iniciativa necesita forzar decisiones: los que quieran la reforma que le den luz verde; los que no que se expresen por el no.