Por Rosarito de Rappa

Según las autoridades nacionales, provinciales y municipales los operativos de las fuerzas federales se desarrollan en los barrios más calientes de la ciudad. Y son tan sorpresivos ¡que es una sorpresa cruzarse con uno!

Desde que la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, firmó un acuerdo con el gobernador para la llegada de los gendarmes a la ciudad, con el fin de brindar mayor seguridad, combatir el delito y luchar contra el narcotráfico, es realmente llamativa la ausencia de efectivos federales por los barrios. ¿O estarán escondidos porque temen cruzarse con los narcos más peligrosos del país?

En principio, el número de uniformados que llegó a la ciudad es una verdadera incógnita, nunca fue revelado ese dato. La pregunta obligada que debiera hacerse el ciudadano común es: ¿será cierto que llegaron?, pero la respuesta sigue siendo un signo de pregunta. Tal vez para acallar a las masas o para evitar una pueblada en contra de las autoridades montaron ese circo mediático. Pero en otras ocasiones, debe recordarse, la llegada de los uniformados aparecieron en todas las pantallas, sin embargo ahora sólo se realizó un acto donde únicamente ¡aparecieron los funcionarios! Si esto no es una puesta en escena, que aparezcan los gendarmes.

Otra pregunta invade mi cabeza en este entuerto: ¿el ciudadano común se hace esa pregunta, tiene esa sospecha? ¿O es víctima de la voraz influencia de los medios de comunicación que le brindan la información procesada? Somos todos muy creyentes o  en realidad tenemos una sociedad muy ingenua que además no sólo consume lo que le sirven sin importarle qué es, sino que tampoco le importa cómo se llegó a ese resultado.

Es que últimamente pareciera que la gente, la sociedad, los ciudadanos comunes que todos los días salen a trabajar y son víctimas directas de los hechos delictivos en los que en muchos casos pierden la vida personas inocentes, no tienen ganas de pensar ¿Qué pretenden, que los funcionarios hagan algo para cuidarlos? Me atrevo a opinar que están equivocados, los funcionarios tienen cosas más importantes que hacer, por ejemplo ver la forma de mejorar su situación económica, hacer conferencias de prensa con personalidades destacadas, mostrarse en los medios en los barrios más necesitados para que todos vean que se ocupan de esas personas. Y  sobre todo y más importante hacer conferencias de prensa haciendo grandes anuncios con promesas que, en teoría, harán mucho mejor la vida de los ciudadanos, pero que finalmente sólo quedan en anuncios y “en la teoría”, porque nunca llegan a concretarse.

Otro discurso que preocupa es ese que escucho habitualmente de…  “no me importa la política”. Es la frase más recurrente, pero ese desinterés lo afecta directamente, porque al momento de votar y decidir quién tendrá la responsabilidad de manejar los destinos de los ciudadanos, ya sea a nivel municipal, provincial o nacional, los resultados están a la vista. Después llega el arrepentimiento, las movilizaciones, los insultos hacia los funcionarios que los mismos ciudadanos votaron. ¿No deberían cuestionarse a sí mismos por haber votado tan mal?

Es decir, si nos involucramos y analizamos cómo se conduce cada funcionario podremos cambiar algunas cosas. Pero para lograr esto hay que participar, pensar, analizar, exigir y también cumplir con las obligaciones de ciudadanos. ¡Hacer funcionar el cerebro, pensar con el bolsillo, con el trabajo, con las posibilidades de mejorar que nos brinda cada gobierno!

Pero, volviendo al arribo de las fuerzas federales a la ciudad, mis queridos y amables lectores,  pareciera que los ánimos se acallaron. Las marchas exigiendo seguridad ya no son tan masivas. Pareciera que “la sensación de inseguridad” de la que se hablaba en otros momentos, ya no existe. Evidentemente los rosarinos somos gente de mucha fe, que sigue creyendo en algo que no ve. Porque los hechos de inseguridad no cesan, pero la gente se siente más segura porque ¡llegaron los federales!

Es una reacción psicológica, una creencia. Como creer en Dios, muchas personas creen que existe, pero jamás lo vieron. Entonces pareciera que la presencia de las fuerzas federales pasó a ser una cuestión de fe, porque hasta el momento nadie vio a un solo uniforme verde caminando por la ciudad.

Lo llamativo es que los hechos delictivos no cesaron desde el acuerdo entre Nación y Provincia, todo lo contrario se recrudecieron. En la misma madrugada que “llegaron los efectivos” se produjeron tres homicidios en la ciudad.

Pese a este dato, según distintos medios realizaron encuestas a los ciudadanos que consistían en dos preguntas simples. La primera fue ¿vio a los gendarmes patrullar las calles de la ciudad? La respuesta fue contundente: No. Pero lo más llamativo es la respuesta a la segunda pregunta: ¿se siente más seguro desde el arribo de la gendarmería? Y todos respondieron: Si. Con lo cual es indudable afirmar, queridos lectores, que no existe “la sensación de inseguridad” porque la mayor parte de la sociedad repudia esa frase, sin embargo sí existe “la sensación de seguridad”, con lo cual se puede afirmar con total certeza y sin temor a equivocarse que la presencia de las fuerzas federales en la ciudad es una “cuestión de fe”. ¡Mentime que me gusta!