Por Carlos Del Frade

El Guiye Cantero estaba de muy buen humor en el reinicio del juicio a Los Monos, en la mañana del martes 6 de febrero de 2018. Aunque los testimonios que vendrán lo harán responsable de media decena de asesinatos, el Guiye hasta posó para un fotógrafo del diario “La Nación”. Afuera, en esas calles rosarinas que alguna vez fueron la geografía de la ya inexistente ciudad industrial, todavía se comentaba el nuevo asesinato contra los integrantes de la familia Funes, en este caso, Jonatan, de solamente 28 años, que acababa de visitar a dos de sus hermanos presos en el penal de Piñero.

A pesar de una sucesión de homicidios contra los Funes, ninguna fuerza de seguridad lo protegió. Le adelantaron un auto y desde otro se bajaron para fusilarlo. Su novia quedó con vida. “Te dejamos viva para que cuentes bien qué pasó”, le dijeron. Con la misma lógica de los torturadores durante la dictadura. En esa mañana del reinicio del juicio a Los Monos, no había diario, ni radio ni canal de televisión que no hablaran del asesinato de Jonatan. Cuando ingresaron los imputados al nuevo edificio de la justicia penal, se notaba el buen humor entre los principales líderes de la organización.

Dos caras de la misma moneda. Adentro de los tribunales un empresario turístico dando cuentas del viaje de algunos integrantes de la familia Cantero a Natal, poco antes del asesinato del “Pájaro”, en mayo de 2013 y un policía de la provincia que confesó que investigaba un punto de venta narco siguiendo las órdenes del personal política de la llamada Secretaría de Delitos Complejos, creada en octubre de 2012, cuando estalló la denuncia contra el ex jefe de La Santafesina SA, Hugo Tognolli. Justamente, también en estos días de febrero de 2018, Tognolli enfrenta la segunda etapa de su juicio pero en los tribunales federales. El pasado servido en copa nueva. Las mismas caretas para el negocio de siempre.

La otra cara de la moneda de la densidad rosarina está en el miedo que se constata en parte del barrio Municipal o en el barrio Acindar, allí donde la serie de asesinados como consecuencia del enfrentamiento entre los Camino y los Funes ya lleva 28 homicidios en los últimos dos años. La otra cara porque ambas bandas o familias, alguna vez, trabajaron para Los Monos y Luis Medina, aquel narco asesinado el 29 de diciembre de 2013.

Los Camino, en un principio, eran de la línea de Los Monos. Los Funes y los Ungaro, en la de Medina. La sucesión de mujeres y hombres asesinados a Los Funes parecen favorecer los intereses de los viejos socios de Los Monos. Lo cierto que en la mañana del regreso al juicio, había alegría en las caras de los principales referentes de Los Monos.

Policías procesados, policías en actividad, abogados de narcos, abogados de policías, fiscales, jueces, trabajadores de prensa, saben que a pesar del descenso del número de homicidios en el Gran Rosario, las bandas demuestran que matan cuando quieren.

Que en un hipotético infierno de un Dante rosarino trasnochado, el anillo de lo cuantitativo ha sido desplazado por el anillo de lo cualitativo. Se eligen los lugares y las horas para matar y así se hace. El anillo de lo cualitativo, entonces, le da una mayor profundidad al problema de la violencia, consecuencia de dos de los grandes negocios del capitalismo, el contrabando de armas y el narcotráfico.

El asesinato de Jonatan Funes, en la víspera del reinicio del juicio a Los Monos, marca la irrupción de ese mundo que tiene sus propias lógicas, sus propias leyes, su manera de matar y gambetear los efectos de un sistema legal que parece lejos de limitar la cacería y mucho más lejos de terminar con el flujo de dinero que está por detrás de las armas y el narcotráfico.

Adentro del edificio de los tribunales no hay menciones a empresarios ni funcionarios de alto rango que garantizan negocios de importación y exportación.

Afuera de los tribunales, sangre y dinero, en la nueva versión del enfrentamiento de los grupos violentos que, además, juegan las fichas en el tablero del narcotráfico o el desguace de autos robados.

Así comenzó la segunda etapa del juicio contra Los Monos, con la manifiesta alegría de sus principales referentes y la violencia desatada en las calles de la ex ciudad obrera.

Los nombres todavía no pronunciados, tanto adentro como afuera, siguen haciendo su negocio con la sangre joven de los barrios.

Fuentes: Diarios “La Capital”, “El Ciudadano”, “Rosario/12”, del martes 6 de febrero de 2018. Testimonios recogidos por el autor de esta nota, presente en la jornada de ese mismo día en los tribunales penales de la ciudad de Rosario.