Miguel Lifschitz viajó a Estados Unidos y por lo tanto avisó casi una semana antes que no concurriría a la reunión de gobernadores convocada por el gobierno nacional para tratar el presupuesto 2019.

El vicegobernador Carlos Fascendini transita un delicado postoperatorio, retomó de a poco actividades oficiales pero no tiene autorización médica para trasladarse a Buenos Aires. En su lugar concurrirán los ministros de Gobierno y Economía, aunque nadie sabe a ciencia cierta si les permitirán el acceso y una silla junto con el presidente y los gobernadores.

Donde sí les franquearán el paso es en la reunión previa de los gobernadores de la oposición para ajustar criterios antes de partir a la Casa Rosada.

Lifschitz apostó por jugar ahí, con los gobernadores más críticos aunque guarda excelentes relaciones con dos de los más dialoguistas, el cordobés Schiaretti y el entrerriano Bordet.

Es un posicionamiento político necesario después de tanto destrato del gobierno de Macri. En situaciones en las que hay mucho por perder y poco por ganar, jugar en bloque es lo más razonable. Los hechos demuestran que para una provincia como Santa Fe, Macri y su gobierno ya no resultan creíbles:

-El pago de la deuda quedó en el olvido (simplemente porque Macri no puede emitir más deuda, por lo tanto si no lo hizo durante dos años y medio cuando podía, ahora menos).

-La autorización para acceder a los créditos internacionales ya aprobados para obras públicas difícilmente tengan el aval de Nación por el mismo motivo (ejemplo acueducto a Rafaela o línea de 300 millones para municipios y comunas).

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-El eslogan “Santa Fe es la más privilegiada en obra pública nacional” de Macri y sus repetidoras locales quedará en la historia apenas un escalón por debajo de Menem y su cohete espacial.

-Los fondos para la Caja de Jubilaciones siguen retrasados.

-Se quedaron con el Fondo Sojero de 2.500 millones y amenazan llevarse 3.000 millones de subsidios en transporte y 2.000 en subsidios nacionales.

Jugar en el bloque de provincias justicialistas tiene beneficios: refuerza las posibilidades de defender recursos y empujar contrapropuestas. Al mismo tiempo es un posicionamiento político en medio de los aprestos para enfrentar el año electoral 2019, en el sentido de que el Frente Progresista se para en la vereda de enfrente con respecto a las políticas que llevaron a la crisis y demandan ajuste.

En ese bloque de gobernadores peronistas conviven jurisdicciones con intereses no siempre coincidentes con los de Santa Fe, gobernadores dialoguistas como el Gringo Schiaretti y el salteño Urtubey, probablemente negocien por cuerdas separadas compensaciones a los recortes que Nación impone a las provincias. El resto, de tono más crítico, se fortalece en la unión. La relación entre ambos grupos está atravesada por el futuro del peronismo, el proyecto 2019 y la figura de Cristina Fernández de Kirchner.

Como todo deudor que ya vendió hasta las joyas de la abuela, Macri le pidió al FMI que le adelante la parte del crédito que iba a llegar en 2020 para 2019. A cambio hizo promesas que comprometen las cuentas de las provincias. En síntesis, prometió ajustes con plata ajena. El FMI, como buen prestamista, le dijo que sí, pero ahora quiere ver el compromiso de las provincias. Quiere ver a los gobernadores respaldar el presupuesto en el que resignan los recursos que el presidente prometió que resignarían.

Esa es la foto que busca Macri este martes cuando apura contrarreloj el aval de los gobernadores. Es la foto urgente que necesita para convencer a los acreedores de que le adelanten el dinero y así tener una oportunidad de llegar a las elecciones de 2019.

Los gobernadores ahora balancean entre la defensa de recursos propios y la fragilidad de la administración Macri. No pueden sacarle la silla porque se cae; pero tampoco pueden permitirle que se apropie unilateralmente de más fondos: sus propias provincias corren riesgo de ser arrastradas al déficit en un contexto de parálisis y clima social combustible.

Además, si el peronismo se piensa como alternativa al macrismo en 2019, ¿qué quedará para un futuro gobierno si todo el crédito del FMI para 2020 se lo consume Macri por anticipado?

En ese contexto Santa Fe no estará presente con sus máximas autoridades por una confluencia de hechos fortuitos explicados al principio. ¿Un desaire como repiten los referentes locales de Cambiemos? En el gobierno dicen que no fue pensado de esa manera, que si no coincidiera con el viaje programa a Estados Unidos el gobernador estaría.

Sin embargo admiten que no está mal que se note: hace apenas 10 meses, cuando se firmó el Pacto Fiscal que supuestamente era la hoja de ruta para dar certidumbre y crecer los próximos años, la provincia fue engañada con la promesa de un acuerdo por la deuda que a pesar de contar con la firma de todas las provincias y el presidente nunca se concretó.

En ese sentido el vicegobernador Fascendini hizo lo suyo con una carta a todos los legisladores nacionales en la que les acerca la resolución de la Cámara de Senadores apoyada por 18 de los 19 donde expresan el rechazo al ajuste y la quita del Fondo Sojero. Un nuevo posicionamiento político, esta vez desde la pata radical del Frente Progresista pero en el mismo sentido que lo expresó Lifschitz cuando dijo que no sería socio del ajuste.