Entrevista: Facundo Díaz D’Alessandro

 

La definición de las elecciones en Estados Unidos reviste una importancia –para esa nación y para todo el mundo- que no llega a ser del todo dimensionada. Si lo fuera, aún hoy, a más de diez días de realizados esos comicios, se contendría la respiración alrededor del planeta.

Esa contienda presidencial, que por más proyecciones mediáticas que se quieran hacer, será definida por el Colegio Electoral -tal como establece la ley norteamericana-, determinará el flujo de la historia en el corto y mediano plazo.

Para analizar este fenómeno y sus posibles derivaciones, Conclusión entrevistó al filósofo e historiador ruso Aleksander Dugin, uno de los más brillantes del mundo (aunque inusitadamente underground en Occidente) y autor de la Cuarta Teoría Política (que busca superar las fallidas cosmovisiones modernas –liberales, comunistas o fascitas). El destino de la aún hoy primera potencia mundial, que como confirmaron precisamente estas elecciones, está “en decadencia”-, aparece oscuro en un futuro cercano, con una sociedad “disgregada”. En ese sentido, Dugin se refirió a lo que significaría una confirmación del triunfo de Joe Biden, así como a una continuidad del actual presidente Donald Trump. También habló de la posición de China, siempre “muy particular”, y por supuesto de Rusia, quien es “el enemigo número 1” para el orden global, en este caso sustentado en el Partido Demócrata.

Hoy claramente podemos ver dos Américas del Norte, no una sociedad, un país, sino dos. Y tienen identidades opuestas. Esa noticia es la más importante y profunda para el mundo.

– Antes de las elecciones norteamericanas usted dijo que si el mundo comprendiera lo que significaban, contendría la respiración… ¿Cómo está respirando hoy con este dilatado desenlace? ¿Qué significa una victoria de Biden? ¿Y una de Trump?

– Estas elecciones son muy particulares. Se confrontan dos fuerzas ideológicas, dos visiones del mundo. No son problemas secundarios, técnicos, quién cuenta los votos. Es algo más, que está en el centro de la atención. Hoy claramente podemos ver dos Américas del Norte, no una sociedad, un país, sino dos. Y tienen identidades opuestas. Esa noticia es la más importante y profunda para el mundo. La América del Norte central, estados rojos a favor de Trump y los republicanos, y las zonas costales, que mayormente están a favor de Biden y los demócratas; son dos visiones de los valores. El progresismo y el conservadurismo, la democracia tradicional americana y la nueva. El viejo individualismo, liberalismo, que piensa que la democracia es el poder de la mayoría, de la mayor parte. La nueva democracia -representada por Joe Biden, y sobre todo Kamala Harris- tiene una definición totalmente diferente. Es el poder de las minorías, orientadas contra la mayoría, de alguna forma la destrucción de toda identidad colectiva, la idea de reemplazar el concepto del hombre tradicional, por un post-hombre. Una democracia post-humana, en cierto aspecto. La mitad de la población americana, del pueblo, protesta. Es una guerra civil, ideológicamente basada y geopolíticamente definida. No son las elecciones como siempre, era y es todavía la lucha por la definición del sentido del futuro, para los americanos y para otros. Porque a pesar de todo esto, Estados Unidos es la potencia número 1. Por eso todos los aspectos conectados con estas elecciones tienen gran importancia para todos nosotros. Joe Biden representa la globalización, el globalismo, unipolaridad, nueva democracia lgtb+, todas las formas de la destrucción de vínculos del hombre con la colectividad. No hay ninguna ontología colectiva, no está más aceptada. Trump representa una visión alternativa, donde hay siempre hombre individual, mayoría, libertad, como con los padres fundadores. La visión de Joe Biden es una forma del liberalismo totalitario, que impone qué debemos decir, pensar y hacer, y cuál es el sentido de la libertad verdadera, solo los liberales conocen qué es la verdadera libertad. Contradice radicalmente con la visión tradicional y vieja de la libertad, una libertad total. En ese sentido, Trump y los que lo apoyan son los últimos defensores de la libertad profunda, que coincide con el ser humano, la nueva libertad y la nueva democracia quiere aniquilar, con su cancel culture (cultura de la cancelación), destruir totalmente lo que ellos consideran ir contra su posición, es una forma del nuevo totalitarismo. La victoria posible de Biden representaría un gran peligro para el mundo. La victoria, siempre todavía posible, de Trump, representaría y significaría una continuación de lo que es. Veremos el mundo como hoy; con Biden habrá un cambio muy profundo en sistema mundial.

> Te puede interesar: Del totalitarismo extremista a la guerra atómica: entrevista al teórico ruso Aleksandr Dugin  

– Para profundizar en la categorización hacia adentro de Estados Unidos… ¿tiene que ver con lo que usted llamó como civilizaciones de la “Tierra” más arraigadas en la tradición (por ejemplo Rusia) y del “Mar” como las que no reconocen esa raíz?

– La geopolítica antes de Trump era horizontal, donde la Rusia (en su concepción más general) representaban este polo de la Tierra; el occidente en general, EE.UU., Europa occidental y el atlantismo, el polo de la civilización del Mar. Con Trump, esta geopolítica queda interiorizada en EE.UU., y contra la geopolítica horizontal apareció la vertical, donde los dos polos están en la misma sociedad. Por eso la división deviene más y más importante, es una forma de la división de la mente, de la sociedad, es la guerra civil geopolíticamente explicada. Por eso, para los rusos, Trump y el centro de EE.UU. (esos “estados rojos”), están mucho más cerca. Sus raíces, su identidad, su orgullo por los valores de sus padres, ancestros, todo eso para nosotros es muy cercano, parecido a nuestros valores propios. Esta forma de la civilización del Mar se localiza hoy en EE.UU. en las zonas costales, como siempre, es una ilustración de las leyes de la geopolítica clásica, pero de la vertical no horizontal. Eso hemos descubierto en Rusia misma, este polo del atlantismo en gran parte de la élite cultural y económica de Rusia, está a favor de Biden, de la globalización, gran capital sin raíces. La separación dentro de Estados Unidos se refleja en la separación entre el pueblo radicalmente enraizado y continental de la Rusia y en la élite pro occidentalista liberal, a favor de Biden. Interesante que esta forma más o menos equilibrada, entre una mitad de la población de Estados Unidos y otra mitad, se refleja en una desproporción de la geopolítica interior de Rusia, donde la mayoría del pueblo continental está seguramente identificada con la Tierra (Putin también es representante del pueblo de esta civilización de la Tierra). Y la élite liberal económica, la oligarquía de Rusia, algunos representantes de la clase gobernante, son representantes de ese polo. Esta geopolítica, con análisis de las clases, también está en otros países: en Argentina, América Latina, donde podemos ver las cosas más o menos parecidas. La élite, parte de este grupo, esa “network”, redes de lo que Trump llama swamp (pantano). Las “redes” de los globalistas están presentes en todos los países, representando la civilización descentralizada del Mar. Antes tenía polo fijo en Estados Unidos, hoy ese polo está dividido, separado en dos partes y el mismo proceso está encadenado en otras sociedades. Es muy importante este cambio de la geopolítica fija, horizontal, a la geopolítica vertical, que separa todas las sociedades, no solo la norteamericana.

China siempre conserva su identidad, su subjetividad, en este contexto de las relaciones internacionales; por eso es sujeto y no objeto de la globalización.

– ¿Y cómo se toman en Rusia una posible victoria de Biden y los demócratas? Tuvo declaraciones duras para con su país, señalándolo como un enemigo…

– Biden es rusófobo. Por su ideología, ha declarado muchas veces que el enemigo número uno de Estados Unidos y la democracia en Occidente es Rusia. Podemos esperar la continuación de esta presión contra Rusia, incluso no es tan improbable la posibilidad del conflicto militar, porque para salvar su economía -en estado difícil, por situación con Covid y muchas otras cosas-, Biden necesitaría hallar un objeto para concentrar este odio, sentimiento catastrófico de la sociedad. Por eso creo que para él sería muy conveniente, lógico, empezar una nueva guerra, con Rusia o con utilización de, por ejemplo, zonas intermediarias, Medio Oriente u otras partes del mundo. Para Trump, Rusia no es amigo, pero no es enemigo. Es algo indiferente, es más mercantil. Para China representa este obstáculo, es competidor. Rusia está considerado como el país aliado pero no tiene gran importancia para Trump. Para Biden, al contrario, Rusia representa -con su civilización y su posición en Eurasia, su identidad conservadora- el más grande peligro para sus “redes”. Las relaciones entre Rusia y EE.UU., que son muy malas todavía, con Biden serán terribles.

> Te puede interesar: Del totalitarismo extremista a la guerra atómica: entrevista al teórico ruso Aleksandr Dugin  

– ¿Y cómo se para China frente a todo esto? Hace algunos días, por ejemplo, Xi Jimping dijo que “el proteccionismo no puede anteponerse al orden global”… con lo cual algunos reafirman que es hoy el garante de esa “globalización” que con Trump Estados Unidos decidió no conducir… otros dicen que no y que se beneficia de un mundo multipolar… ¿Usted qué cree?

– Es una civilización, un país muy particular. Ante todo hay que comprender que China utiliza la globalización, pero no es utilizada por la globalización. Siempre conserva su identidad, su subjetividad, en este contexto de las relaciones internacionales; por eso China es sujeto y no objeto de la globalización. Quiere utilizarla para sus intereses nacionales, por eso muchos servicios de internet que podrían destruir la movilización y coherencia del pueblo chino, están prohibidos. Es el país menos globalizado, en todos los aspectos. Los valores occidentales son estrictamente prohibidos en China y reemplazados por valores chinos. Es una parte muy importante de la sociedad china la que aprovecha la globalización, pero solo cuando controla estos procesos y no deja destruir su identidad ni su potencia por la globalización. Para China, el cambio de Biden podría ser una nueva oportunidad para reafirmar su influencia en la economía norteamericana. Pero no es amigo de China, ha criticado también radicalmente a Xi Jinping, porque comprende que China solo utiliza la globalización para su afirmación. En este sentido, esta forma del apoyo a la economía abierta por un lado y por otro de defensa de identidad y multipolaridad, en la visión global de China no se contradice, es una política muy coherente y consecuente, y creo que muy eficaz. Para realizar esa política hay que tener dos capacidades juntas: conservar su identidad y capacidad de hacer expansión de estructuras económicas. Y además, utilizar a la gran población china que está fuera del país, como agentes de la misma identidad, no es de una manera organizada o social sino por la conciencia interior china, el hecho de pertenecer a la misma civilización, el mismo pueblo, es muy importante y muy particular para la consciencia china. Por eso creo que China, como Rusia, serán dos países enemigos para Biden, porque son dos polos más afirmados y más fuertes de la multipolaridad, que es el enemigo número uno de la unipolaridad que defiende Biden.

Biden quiere salvar lo que no es posible salvar, la forma del unipolarismo que ya pertenece al pasado. Es muy peligroso por eso.

> Te puede interesar: Aleksandr Dugin en Argentina: «Nada puede frenar la transición hacia el mundo multipolar»

¿Podemos decir entonces que frente al ascenso de esos otros “polos”, Estados Unidos, en tanto “imperio” (de la unipolaridad), está en decadencia?

– Creo que podemos considerar al imperio norteamericano en declive profundo. Se disgrega, está en la decadencia. La Rusia y China son dos polos que crecen. Están al mismo nivel que EE.UU., pero sin decadencia. El poder económico y militar (de Estados Unidos) es más grande que el de Rusia y China pero solo si lo comparan con Rusia sola o con China sola. Pero juntos representan, ya en el momento actual, algo del mismo poder, en algunos aspectos más fuertes. Es precisamente el momento de una igualdad relativa, de un polo con dos polos emergentes. Cuándo este momento del equilibrio será pasado, es solo una dirección de este cambio. EE.UU. será más degradación y China y Rusia relativamente serán más altos. En ese momento, otros polos aparecerán, que más o menos están preparados para eso. Aparecerá polo islámico-musulmano, Turquía, Irán, Pakistán y otros países árabes, que podrían representar un polo más. Hoy los musulmanes son menos desarrollados que Rusia y China (sin hablar de EE.UU.), pero con esa decadencia, otros polos también podrían aparecer. Rusia y China luchan no solo para sus intereses nacionales e independientes, sino para sus soberanías, para la creación de las creaciones, que los otros polos puedan aparecerse. No podrían en el futuro asegurar su dominación, ser algo como los Estados Unidos son todavía, o la URSS era. Es un mundo radicalmente nuevo y multipolar que aparece. En ese sentido, creo que un polo latinoamericano o iberoamericano, con Argentina, Brasil, Chile… debe en cierto momento reafirmarse, potente e independiente de todo: de EE.UU. en decadencia, de China que crece, de Rusia que está alejado. Pero como civilización, un gran espacio independiente, soberano, totalmente aparte de la zona de influencia de otros grandes polos. Por eso creo que Rusia y China luchan hoy para futuro con más justicia, libertad, equilibrio entre las civilizaciones diferentes. Biden quiere salvar lo que no es posible salvar, la forma del unipolarismo que ya pertenece al pasado. Es muy peligroso por eso, porque no puede no comprender que esa época ya pertenece al pasado. No es posible de salvar la unipolaridad que existía hace algunos años, en los 90’, el siglo precedente, hasta Trump podría ser que estaba la posibilidad de salvar o conservar ese unipolarismo, este sistema que ha reemplazado al bipolar que existía antes; pero hoy no es posible más. Por eso la elección de Biden es un momento crítico. Trump es mucho más realista, corresponde más al momento histórico. No es brillante, no es un salvador de la humanidad, pero es mucho mejor que Biden, porque representa este aspecto oscuro de la unipolaridad, que se destruye, es la agonía del sistema que no existe más. Por eso podría ser muy peligroso.