El pensador italiano, Diego Fusaro, denunció que Italia está bajo un régimen en el que “son los mercados los que imperativamente le dicen a la gente cómo votar, a veces amenazándolos bajo la forma de un chantaje abierto”.

“El grupo bancario Goldman Sachs ha enviado a los italianos un mensaje claro y contundente. Un mensaje que suena como una amenaza real, si se analiza desde cierto punto de vista: los italianos – sugirió incluso Goldman Sachs de forma indirecta – deben seguir encomendándose sin vacilación a las manos cariñosas y expertas de Mario Draghi, el euroadicto de Bruselas que Goldman Sachs conoce bien”, sentenció Fusaro.

Enseguida, el joven pensador añadió: “Todo el mundo sabe (o debería saber) que Mario Draghi, en sus inicios, trabajaba solo para el gran banco de inversión transnacional, el que ahora alaba sus virtudes, hasta el punto de indicar casi de forma amenazante a los italianos la necesidad de seguir confiando en él. En resumen, italianos, ¡tienen que votar como les recomendamos!”.

Más adelante, durante su editorial en RadioAttivitá, Fusaro observó el futuro próximo de la península europea: “Habrá inestabilidad y perturbaciones si no lo hacen, ya que los mercados quieren a Mario Draghi, por lo que es necesario que los italianos se adapten a las voluntades de los mercados, entendidos como una entidad superior, como un poder supremo que está por encima de los hombres y que gobierna sus acciones sabiamente.”

“Esta es una tendencia típica del apalancamiento neoliberal: son los mercados los que imperativamente le dicen a la gente cómo votar, a veces amenazándolos bajo la forma de un chantaje abierto”, subrayó, para inmediatamente apelar a la memoria: “Muchos de ustedes seguramente recordarán las palabras inefables de un burócrata eurócrata gris hace unos años: Los mercados enseñarán a los italianos a votar.”

Asimismo, afirmó: “Estamos, pues, en medio de un despotismo bancario, en una verdadera tiranía financiera. En esencia, la democracia, noble palabra griega que hoy corresponde a la despiadada gobernanza basada en el mercado, tiende cada vez más a reducirse al gesto con el que el pueblo vota “democráticamente”, algo que los mercados ya han decidido autocráticamente en los recintos cerrados de bancos y grupos financieros privados.”

“Esta interferencia constante entre la política y la economía es, de hecho, el rasgo más típico, el quid de la civilización neoliberal”, sentenció.

A continuación, y siempre en su alocución radial, el ensayista italiano consideró que por todo ello “se crea una relación incestuosa entre la banca y el Estado, entre la economía financiera y la política. Una relación incestuosa, sí, pero unidireccional (conviene precisar), ya que en el orden neoliberal los bancos pueden interferir continuamente con el Estado, la economía financiera puede interferir continuamente con la política, sin que la relación sea nunca en sentido contrario”.

“En otras palabras – prosiguió – el Estado no puede interferir con los bancos, la política no puede interferir con la economía financiera” y reveló que “he aquí entonces que la civilización neoliberal se caracteriza no tanto, como algunos dicen superficialmente, por el fin del Estado nacional; en todo caso, se caracteriza por la reducción del Estado nacional a una simple continuación de la economía financiera por otros medios: por lo tanto, no la evaporación del Estado nacional como tal, sino la evaporación de la soberanía del Estado nacional”.

Por todo ello, razonó que “privado de soberanía, y por tanto desorganizado, el Estado-Nación se convierte simplemente en el comité empresarial de las clases dominantes de la plutocracia neoliberal, el que le exige al Estado que haga lo que quiere la plutocracia neoliberal, es decir, que provoque que los pueblos voten por él, algo que tienen las élites plutocráticas transnacionales ya decidido”.

“En fin, es bueno saberlo, hoy ciertamente no estamos en democracia como se dice reiteradamente con el único objetivo de ocultar el verdadero modus operandi de nuestro tiempo: vivimos en una plutocracia que es también una plutonomía, es decir, que da leyes que justifican la relación de fuerza dominante”.

Finalmente, Fusaro concluyó: “Debemos ser conscientes de ello, porque comprender el mal es el primer paso necesario para poder curarlo.”