Por Jorge Cuello

¿Está nuestra América del Sur preparada para soportar una guerra civil en Estados Unidos? Terrible pregunta que ni siquiera roza la inteligencia de la intelectualidad progre argentina, hoy dueña de todos los medios educativos-culturales del país.

Sin embargo, la desestabilización total de Estados Unidos es una realidad en ciernes.

Centenares de hombres armados están dispuestos a defender al presidente Donald Trump y sus políticas nacionalistas y tradicionalistas.

A su vez, otros centenares de hombres armados por el globalismo financiero, cuya cara visible es el financista George Soros, también han sido armados y entrenados para combatir y hasta tienen una organización central que la llaman “Antifas” (por anti-fascista), mientras ambos partidos y candidatos a la presidencia ya han anunciado que no reconocerán el triunfo del otro en las elecciones de este martes.

Si a estas actitudes totalmente fuera de control por parte del sistema político americano, le sumamos el marco de fondo de una lucha sin cuartel entre Trump versus los globalistas financieros, el Estado Profundo y la CIA; y tenemos en cuenta las públicas intenciones de varios Estados de abandonar la Unión, entre ellos los poderosos California y Texas, podemos concluir fácilmente que la semilla de la guerra civil está sembrada.

Pero ¿no es acaso una posible realidad que correría como reguero de pólvora por todo el continente?

Lamentablemente sí, porque América depende de los pactos mundiales alcanzados entre los poderes fácticos y los Estados potencia que juegan por naturaleza un rol imperial en el mundo.

Y ahí está el punto más débil de nuestra situación Argentina: nuestro Estado ha sido vaciado de poder y no dispone del más mínimo poder militar, que en última instancia es el sostén de nuestra Patria amenazada.

Disponemos del territorio más rico del mundo, pero también del Estado más débil de América, realidad que nos coloca ante importantes conflictos continentales en un estado de peligrosa vulnerabilidad.

Si América depende de los pactos mundiales, Argentina aún más.

En caso de que el proceso se direccione hacia una guerra civil, no pueda detenerse y Estados Unidos implosiona, saltará por los aires todo el Orden mundial que lidera y que estableció junto a sus socios (todos ellos menos poderosos que él) en 1945 cuando triunfó en la II Guerra Mundial.

La totalidad de ese cuidadoso sistema de acuerdos que ordenan y sostienen ese Orden, se derrumbará inexorablemente.

Y es en ese Orden Mundial, garantizado por el poder económico y militar norteamericano, es donde descansan hoy las soberanías limitadas de los estados de Sudamérica y en especial de nuestra Nación, pero también la integridad de nuestros territorios.

Una guerra civil en Estados Unidos, si no se define rápidamente, puede iniciar la secesión de los amplios territorios nacionales de las repúblicas sudamericanas.

Así se habrá neutralizado su sostén y América y el mundo pueden estallar en mil pedazos.