Por Hector Amichetti (*)

Desde que azota la pandemia nos hemos acostumbrado a mencionar la palabra guerra.

El mundo entero aparece como un gran campo de batalla y la humanidad toda, como si fuera un solo ejército, enfrenta a un enemigo en común.

Invisibles soldados enemigos que se multiplican y matan.

El daño que provocan no es solo sanitario, dejan dolorosas heridas a las sociedades y, como ocurre en otras guerras, conquistan aliados en las filas propias.

Aliados que colaboran con el enemigo con el único fin de salvarse ellos y nadie más que ellos.

En cuestiones bélicas, Juan Perón fue un admirador de las teorías del general alemán Colmar von der Goltz, aquel que escribió -entre otros libros-, «La Nación en Armas» donde destacaba la importancia de un Estado soberano económicamente para enfrentar la guerra.

Argentina tiene hoy su propio frente de batalla en el marco de esta inédita guerra global y mientras las fuerzas populares ocupan masivamente la primera línea de combate, un minoritario aunque poderoso grupo de desertores boicotean la victoria.

No ha de sorprendernos los misiles que vienen desde afuera de nuestras fronteras, los que disparan Fidelity, Black Rock y otros buitres que anidan en Wall Street contra un acuerdo por la deuda externa.

No esperábamos patriotismo por parte de las empresas e «inversores» mayoristas que cotizan en la Bolsa de Nueva York con las riquezas que obtienen en nuestro país, los que hoy intentan dinamitar nuestras fuerzas cambiando títulos en pesos por dólar fuga.

Tampoco de los que merodean por las cuevas comprando la moneda a extranjera a más de 130 pesos.

Menos aún de los 2.000 sojeros de la zona núcleo que conspiran en sus conferencias virtuales acordando retener sus granos hasta que la crisis económica les ofrezca una muy buena devaluación.

Esos son tan enemigos como el maldito virus y es como enemigos que hay que tratarlos.

Esta guerra no se gana solamente derrotando al virus, se alcanza la victoria liquidando a sus cómplices también.

Comprometiendo al pueblo para defender la salud pero siguiendo además los consejos de aquel general alemán cuyos textos tan atentamente leía y subrayaba Perón: «movilizando todos los recursos, humanos, económicos e ideológicos para poder imponerse en el enfrentamiento».

Se gana con el gobierno sumando al pueblo para terminar con ese gran enemigo que ya existía antes de la pandemia y que amenaza con sobrevivirla.

(*) Secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense y referente de la Corriente Federal-CGT,