Por Carlos Duclos

¿Hemos acaso de tapar la realidad si es deplorable, sólo porque aquel con quien simpatizamos o a quien elegimos para que nos represente es parte responsable de ella? ¿Hemos de ocultarla porque tal realidad nos beneficia en lo individual o sectorial? Como decía el genio de Machado: “La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”.

Y los argentinos podemos pensar de una y mil maneras, pero la verdad es insoslayable, inocultable: hay estancamiento de la economía, recesión, se ha incrementado en lo que va del año la pobreza (palabra no del kirchnerismo, que también tiene lo suyo y malo,    sino de entidades serias e imparciales) y, para ponerle la corona a la verdad que provoca tristeza, ayer el Indec ha reconocido parte de ella. En efecto, el organismo ha anunciado  que durante el primer semestre del año han habido 118.000 despidos, es decir que 118.000 nuevas familias se han quedado con la boca abierta, pero sin el pan entrando.

Desde luego, si hay alguien que exclame con indignación que la cifra es exigua tiene razón para ello, porque si las mediciones se hicieran con un método más ajustado a lo que requiere la verdad, pues los despedidos serían muchos más.

Pero hay otra verdad, inocultable, y es la de que Cambiemos ha podido ciertamente cambiar algunas cosas: logró estos desempleos, la recesión, la pérdida del poder adquisitivo, el endeudamiento, la parálisis del comercio, la preocupación de la producción nacional por la importación y no atender a los jubilados en el Ansés, por mencionar algo de la vida común, cuando necesitan hacer un reclamo: “no hay turno”, “turno agotado”, dice la máquina una y otra vez si alguien quiere plantear que le están pagando de menos descontándole algunos ítems de más.

Un mendrugo indignante

¡Pero a festejar! que el gobierno nacional habrá de conceder a fin de año 1.000 pesos a las jubilaciones mínimas. De 5.000 pesos cobrarán 6.000. Dicho en otros términos: el gobierno ha de dar un mendrugo indignante.

La talentosa filósofa y escritora argentina Beatriz Sarlo, ha dicho,  con gran acierto, que si el kirchnerismo fue el neo populismo de la igualdad (no alcanzada), el macrismo es el neo populismo disfrazado de la felicidad (que tampoco se alcanza, por supuesto). Un neo populismo agravado, para ser franco, por el marketing y la alianza con algunos líderes sindicales, medios unitarios, poderes neo liberales, mezquinos e inescrupulosos, que tapan el mal del presente con el mal del pasado.

Macri, el presidente de la felicidad y la pobreza cero, ha contratado a un psicólogo que da charlas a su gabinete sobre bienestar humano. Un psicólogo que ha dicho, según ha trascendido, que “erradicar la pobreza no tiene que ver sólo con dar alimentos y ni siquiera trabajo, erradicar la pobreza pasa por darle sueños y esperanzas” (a la gente). Es decir, que sería algo así como regalarle a la persona ansiosa por ser halagada, un hermoso paquete de fino moño, pero vacío.

Bueno, sin ir más lejos el presidente habla de pobreza cero, pero hay más despedidos y mercado interno paralizado; habla de que los argentinos deben ser felices, pero cada día hay más tristes y gente que se siente desprotegida; habla de mayor seguridad, pero hay más delitos en todo el país por causa de la pobreza y el narcotráfico, asuntos que son responsabilidad y competencia exclusiva del gobierno nacional tratarlos, aunque el grueso de la población haya sido preparada para creer otra cosa.

Puro marketing y publicidad

Peligrosamente, el gobierno de Cambiemos se acerca a un gobierno de palabras bonitas, de puro marketing y publicidad, como tantos otros en el  pasado. Y en este marco, el presidente Mauricio Macri se acaba de reunir con el Papa Francisco. Al salir ha dicho que le pidió una evaluación de sus meses de gobierno (¡!)  Hay quienes andan diciendo que el presidente, preocupado, iba con la idea de solicitarle al jefe de la Iglesia que lo ayude a mantener el orden institucional. Alguien, irónicamente, se ha preguntado, a propósito: ¿Acaso Dios puede ayudar a quien no quiere ayudarse y ayudar?

Seguramente en una hora de reunión «se han hablado muchas cosas, y «el Papa habrá dicho lo suyo»

Gremialistas unitarios y complacientes

A la sombra de medios y gremialistas complacientes, que tienen sus reales unitarios y centralistas en Buenos Aires, el gobierno ha  podido  hasta el momento desconsiderar una situación difícil para gran parte de la sociedad argentina; pero a estos dirigentes se les acaba el tiempo y el poder, porque más tarde o más temprano y acuciadas por la realidad, que es la única verdad, las bases terminan yéndose con quienes las defienden y protegen, sin más interés que el interés de todos. Y en algún momento habrá de suceder lo que decía el fundador del movimiento a quien estos sindicalistas dicen pertenecer: “con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”

En primera persona, violando los cánones, y como nos preguntábamos en el inicio de esta columna: ¿Hemos acaso de tapar la realidad si es deplorable, sólo porque aquel con quien simpatizamos o a quien elegimos para que nos represente es parte responsable de ella? ¿Hemos de ocultarla porque tal realidad nos beneficia en lo individual o sectorial? Quien esto escribe cree que el destino del prójimo no puede ser canjeado o comercializado.