Enviado especial en Europa- Tasas abismales, una inflación que supera a países africanos como Sudán o Burundi, y una conflictividad urbana que recuerda a las calles más peligrosas de Honduras o El Salvador. Hoy, el país se cae de las ligas de los países emergentes y su ingreso a la OCDE y los BRICS, parecen una broma de mal gusto.

Su posición internacional en instituciones como el G20, parecen reflejos en una agua turbia que se diluye a medida que la economía argentina contamina todos los engranajes de las instituciones del Estado. El país retrocede su presencia internacional.

Se necesitan menos diplomáticos, menos equipos técnicos y los ministerios se borran como “gesto” de austeridad más allá de su nula consecuencia fiscal.

En tiempos donde el Estado tiene que estar presente para revertir la actual situación de desconfianza en el mercado, el gobierno ha decidido reducir lo público a su mínima expresión. “¿Por qué las medidas de Macri no funcionan”? se pregunta el conglomerado de medios O Globo y BBC Brasil.

Los medios brasileños reflejan en un crudo mensaje la falta de credibilidad del gobierno y puntualizan en el presidente Macri, que “omite decir cosas” sobre la relación del FMI y la conducción de la economía. Macri usa la cadena nacional y saluda sonriendo con un “buen día”, ridiculizan. Cambios de gabinete, deuda pública, suba de tasas en pesos al 60% “la más alta del mundo”, asegura el portal, sin embargo, “los argentinos corren al dólar para defenderse de la devaluación”, sostienen.

“Argentina trata de calmar a los mercados tras el jueves negro”, tituló El País de España. “Ya no hay tasa que alcance, aunque sea la más alta del mundo, el triple incluso que la de Venezuela”, puntualizan. Para los medios españoles, “Macri expuso la fragilidad del modelo”, al depender enteramente de su relación con el FMI. Cuando los inversores y ahorristas supieron de manos del presidente que el acuerdo con el Fondo sufría complicaciones, se desconfió de la capacidad de pago del país y todos corrieron al dólar.

“Es la enseñanza de años de crisis recurrentes”, menciona con certeza El País.

El acuerdo con el Fondo abrió una línea de crédito de USD50.000 millones de dólares, de los cuales USD15.000 ya fueron recibidos por Hacienda. El próximo giro debía hacerse según el calendario acordado, pero el gobierno quiere que su necesidad de fondos no dependa de fechas sino de sus necesidades.

Dujovne abusa de la excepcionalidad del tratamiento del FMI con el gobierno, creyendo que esto se repetirá siempre. La historia nos enseña que ello no sucederá. Para recibir más fondos de Washington, Hacienda deberá acelerar el acuerdo de déficit buscado con el organismo.

Lo que se traducirá en un shock de ajustes que será precisado después de las reuniones de Hacienda en Washington.

“Ante el desplome del peso, Argentina aumenta las tasas de interés” titula The New York Times. Con menos acierto, la prensa estadounidense sostiene que el problema radica en el “endeudamiento barato de los países emergentes”, situando a Argentina entre aquél grupo.

Un relato que sin embargo, no se adaptaría a las líneas de crédito a las cuales el país tuvo acceso. Intereses que en sus empréstitos internacionales se situaron entre el 6 y 8% en dólares, muy lejos de las tasas de 1 y 2% de otros países en vías de desarrollo con mejor calificación crediticia.

No obstante, la redacción de NYT anticipa lo que todos coinciden: “la desaceleración económica afectará a la gente común de Argentina y generará mayor presión para el gobierno de Macri”, concluyen.

El Banco Central se desangra ante el pedido de los privados por más dólares. La oferta privada es casi inexistente, y el único vendedor (el Estado) se queda sin divisas estadounidenses.

De allí que el gobierno recurra al Fondo Monetario Internacional y ahora a la banca norteamericana, para hacer frente a sus empréstitos internacionales, al tiempo que se necesitan dólares frescos que respalden el recorte sin saltos y corridas.

Algo que parece improbable, porque el problema no es más el peso, ahora el problema es el gobierno. La primavera de los mercados con la Rosada terminó, el Ejecutivo no detuvo ni la inflación ni mejoró la economía real.

Los empresarios no confían más en el Ejecutivo, ni los propios ni los ajenos. El déficit fiscal podrá ser paliado con la austeridad ortodoxa de la nueva etapa “Dujovne-FMI”, pero ¿qué pasará con la balanza comercial? el país lleva casi dos años de déficit comercial y pierde por goleada con sus tres socios comerciales: Brasil, China y los Estados Unidos.

Las exportaciones de productos primarios, que debieron ser el “nuevo motor” de la economía en la era macrista, solo crecieron el mes anterior por debajo del 2%. Es por ello que la cartera de economía evalúa frenar la baja de retenciones de la soja y volver a grabar a las exportaciones de otros productos para hacerse con fondos. Esto significaría pelearse con un aliado importante: “el campo”.

Un grupo poderoso, pero también muy heterogéneo, de empresarios medios y grandes. El Ejecutivo se resiste, porque supondría faltar a una promesa de campaña del presidente: dinamizar al sector exportador sin presión tributaria.

Pero paradójicamente es el FMI quien le pide a la Casa Rosada, ser menos “papistas que el Papa”, y sostener un piso tributario a las exportaciones. Se tratan de las famosas “retenciones” de la época kirchnerista. Todo apunta a que vuelvan y Cambiemos sabe que eso tiene un costo político y electoral. De confirmarse la decisión de expandir las retenciones al resto de la canasta de productos exportables, Cambiemos hará kirchnerismo.

* Licenciado en Relaciones Internacionales y Director del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org

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