Por Ramiro Torres

El pasado domingo 14 de marzo se celebraron las primeras elecciones de este súper año electoral alemán. Súper año porque se celebrarán comicios en siete de los dieciséis estados federales, para luego terminar en septiembre con las elecciones nacionales, de las cuales saldrá el sucesor -o sucesora- de Angela Merkel, quien abandona el cargo de Canciller alemana tras quince años en el poder.

A finales del 2019 y principios del 2020, el partido de la Canciller estaba solo unos puntos arriba de los Verdes, quienes venían de un muy buen resultado en las elecciones europeas de 2019. Sin embargo, la llegada del Covid-19 frenaría ese entusiasmo verde que parecía imparable.

El buen manejo de la pandemia en su primera etapa disparó a la Unión Democristiana (CDU), el partido de Angela Merkel, de los 27 puntos a los 35. En junio llegó a registrar el 40% de intención de voto, frente al 17% de los Verdes que disputaban el segundo lugar con el Partido Socialdemócrata (SPD). Estos buenos prospectos parecían indicar que quien sucediese a Merkel sería de su partido y estaba en las posibilidades, si todas las condiciones correctas se daban, alcanzar una mayoría que le permitiese gobernar sin coalición. No obstante, el 2021 parece apuntar hacia unas elecciones más reñidas de lo esperado.

El proceso de vacunación está yendo más lento de lo previsto, lo que ha generado un desgaste en la gente que ya quiere volver a la normalidad. A su vez, en diciembre del 2020 el país, como el resto de los países europeos, tuvo que volver a reforzar sus restricciones debido a una nueva ola, lo que no hizo más que cansar a los alemanes. Esto empezó a mermar el liderazgo de la CDU en las encuestas, pero su posición se mantenía holgada a nivel federal y el partido parecía bien posicionado para ganar en las primeras dos elecciones del 14 de marzo en Baden-Württemberg y Renania-Palatinado.

Ambos estados eran históricos bastiones de la CDU, pero se encontraban bajo el mando de los Verdes y el SPD respectivamente. Sin embargo, el partido de la Canciller se encontraba en empate técnico en ambos estados y estaba la posibilidad de volver a tomar el control de los dos y reforzar la posición del partido de cara a septiembre.

No obstante, un escándalo de corrupción dentro del partido de Merkel sacudió la política alemana a solo una semana de las elecciones.

El lunes 8 de marzo, dos parlamentarios de la CDU abandonaron el partido -no así sus bancas- debido a denuncias de que ambos se enriquecieron mediante la facilitación de acuerdos sobre la compra de barbijos. Uno de los parlamentarios fue acusado de que su compañía obtuvo 250.000 euros arreglando ventas de barbijos. Otro fue denunciado por corrupción, ya que habría recibido 660.000 euros facilitando acuerdos entre el gobierno y fabricantes de barbijos.

Otro parlamentario del partido renunció a su banca luego de acusaciones de que su diario se enriqueció por la venta de espacio publicitario a la Embajada de Azerbaiyán tras años de defender al gobierno azerí en el parlamento.

Estos hechos no cayeron muy bien dentro del público y el establishment alemán. Varios partidos pidieron que los parlamentarios, además de renunciar a la CDU, abandonen sus bancas. En las encuestas la reacción fue casi inmediata, en el lapso de unos días, el partido de la Canciller pasaba del 36-37% al 30-32%.

En los estados que votaban ese fin de semana, el partido ya no se encontraba en empate técnico y la única esperanza para los democristianos era que suficientes personas hubieran votado por correo antes de los escándalos. Históricamente, la CDU suele obtener buenos resultados en el voto por correo. En Baden-Württemberg, un estado que cuenta con gran parte de la industria automotriz alemana, los Verdes no solo lograron mantenerse en el poder, sino que sacaron más votos que la última vez. La CDU volvió a salir segunda en el estado, pero paso del 27 al 24%, sacando el peor resultado de su historia en un estado que gobernó por 57 años.

Los democristianos forman parte de la coalición gobernante del estado, siendo los socios minoritarios de los Verdes. No obstante, los resultados del domingo le dan a los Verdes de Baden-Württemberg la posibilidad de seguir con la coalición o buscar una nueva con el SPD y los liberales. En Renania-Palatinado, la CDU también salió segunda, pero la pérdida de votos aquí fue mayor. El partido de la Canciller bajo 4 puntos respecto a las elecciones de 2016. El SPD mantuvo sus votos y seguirá gobernando el Estado. Por su parte, los Verdes duplicaron sus resultados respecto a las elecciones anteriores y del quinto pasaron a ser el tercer partido más grande del estado.

Los claros ganadores de ese domingo fueron los Verdes, que ganaron más votos que las elecciones anteriores. El partido de la Canciller claramente se encuentra entre los perdedores de la noche, junto con el partido de extrema derecha, AfD, que paso del 15 al 9% y del 12 al 8% en Baden-Württemberg y Renania-Palatinado, respectivamente. Para un dirigente histórico de la CDU y presidente del Parlamento, Wolfgang Schaüble, los resultados del domingo se atribuirían más que nada a la popularidad de los líderes de ambos estados y no tanto a los escándalos que azotaron a su partido.

Hablando de liderazgos, la Unión tiene que elegir a quién será su candidato a nivel federal en mayo. Unión es la coalición entre la CDU y su hermano bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU). En Bavaria no existe la CDU, sino que esta la CSU. Los parlamentarios de la CSU forman parte del bloque parlamentario de la CDU. Los principales aspirantes a la candidatura del partido también responsabilizaron al gobierno federal por el mal desempeño del partido. Armin Laschet es gobernador de Renania del Norte-Westfalia y representa el ala moderada, la de Merkel, del partido. Dijo en una conferencia de prensa en Berlín que los resultados del domingo tienen que ver más que nada con la popularidad de los líderes locales, pero que espera que el gobierno federal haga un buen trabajo.

El rival de Laschet es el mucho más popular Marks Söder, gobernador de Bavaria y líder de la CSU. En una rueda de prensa en Múnich, el dirigente responsabilizó a la gestión federal de la pandemia por los malos resultados. Dijo también que los resultados del lunes señalan que “teóricamente habría mayorías que no incluyan a la Unión”. Es decir, si el partido sigue así, puede ser que salga primero en las elecciones, pero otros partidos como los Verdes, el SPD y los liberales podrían obtener suficientes bancas en septiembre para formar un gobierno sin los democristianos.

Aún falta mucho para las elecciones de septiembre, y las próximas elecciones estaduales, las de Sachsen-Anhalt, recién en junio, por lo que hacer conjeturas sobre las mismas es arriesgado. Además, puede ser que la definición del candidato de la Unión logre devolverle el impulso al partido. No obstante, la CDU ya se encuentra debajo del 30% en algunas encuestas y su diferencia con los Verdes paso de 17 a 10 puntos en solo un par de semanas.