Por José Odisio

El bochorno, la corrupción, los viejos vicios siguen siendo moneda corriente en AFA, y las fallidas elecciones que dejaron en ridículo al fútbol argentino y su dirigencia no deberían sorprendernos. No se trata de una mala suma matemática, o un error involuntario. Creer eso sería pecar de inocentes en un sistema que aún tiene impregnado el Grondonismo y donde los aprietes, los actos delictivos y el hecho de estar al margen de la ley se toma hasta con sorna.

Esta vez el perjudicado fue Marcelo Tinelli, al menos eso parece cuando se mira todo desde afuera. Está claro que al conductor televisivo lo traicionaron algunos directivos que en el cuarto oscuro cambiaron su voto, pero también es lógico pensar que sin el voto duplicado, seguramente hoy sería presidente de AFA.

Y si Tinelli cayó en la trampa, Newell’s también, porque desde hace varios meses la Lepra proclamó públicamente su apoyo al Cabezón y hoy Riccobelli y compañía tienen que tener el mismo sentimiento de despojo. Más aún en un proceso previo donde el club del Parque sufrió un embate del Grondonismo cuando le quitaron los tres puntos del partido ante Arsenal.

Con todo esto, Newell’s no debería aceptar de ninguna manera la unidad que intenta proponer el Grondomismo. Resulta lógico que Tinelli tampoco la acepte, pero la Lepra ya se jugó demasiado políticamente como para tener que aceptar que todo siga igual. Incluso si esa supuesta unidad se encolumna detrás de la figura de Armando Pérez, presidente de Belgrano, los clubes santafesinos que habían logrado un impensado consenso detrás de Tinelli habrán perdido una batalla con la continuidad de una línea grondonista-moderada y con un presidente de AFA del interior, pero cordobés.

Saber hasta donde Tinelli consultará con sus aliados los pasos a seguir es difícil de saber, aunque no suena ilógico que no suceda. Y Newell’s debe estar firme en su postura de ir a la urnas y seguir detrás de este intento de cambio. La apuesta política ya se hizo y quedar a mitad de camino es lo mismo que perder.