Por José Odisio

El Clásico es un partido importante para todos. Técnicos, jugadores, dirigentes e hinchas enfrentan un partido sin comparación. Se vive con intensidad, se sufre a más no poder y se disfruta sin comparación cuando se gana. Y como es lógico, deja vencedores y vencidos, héroes y villanos, a algunos los pone en un pedestal y a otros los manda a la horca.

Y este no será la excepción. Sin importar la historia pasada o reciente del enfrentamiento entre leprosos y canallas, el que gane tendrá bendiciones de todo tipo, y el que pierda entrará en una zona de tortura.

Por eso Diego Osella está ante su gran chance. Tal vez la más importante de su carrera. Hace algunos meses ni imaginaba sentarse en el banco leproso y el domingo podrá ser parte de la historia. Ganar no será lo mismo para el DT. Una victoria que corte la racha de diez Clásicos sin triunfos lo pondrá en un lugar de privilegio. Y los cuestionamientos que hoy a aparecen partido a partido formarán parte del pasado.

¿Empatar será malo? No, por la condición de visitante y los lesionados, Osella tendrá fundamentos para sostener que es un buen resultado, y además seguiría invicto ante Central, ya que en el Parque fue igualdad. Pero no le dará inmunidad. Y el hincha le seguirá exigiendo juego y resultados. Y a la primera adversidad las críticas caerán sobre él.

Obviamente Osella no juega. Los jugadores leprosos son los que harán o no la diferencia dentro de la cancha. Pero en el planteo, los nombres que entren en cancha y la osadía a la hora de buscar los tres puntos estará la mano del entrenador. Si acierta, el premio será grande.