Por José Odisio
«No me lo crucé a Marcelo (Bielsa) porque va a supervisar la obra en horarios raros», contó Roberto Sensini, en referencia a las visitas nocturnas del Loco a Bella Vista para controlar como avanza la obra del hotel que donó a la Lepra.
El Tata siempre que está en Rosario va a Bella Vista a ver los partidos de inferiores leprosas, sin importar que hoy su lugar es como entrenador de la selección argentina. A la vista de todos, tomando mates con sus amigos que están en el club, dejando en claro que su amor por Newell’s puede más que cualquier otra cosa.
Uno es un loco ‘lindo’, difícil de predecir, admirado por quienes comparten con él su trabajo; venerado por los hinchas, respetado por los jugadores. Demasiado obsesionado por todo, desde la táctica de un partido hasta el mínimo detalle como por ejemplo la sala de prensa que tendrá el hotel de Bella Vista. Así es Bielsa, el mismo que inmortalizó el famoso «Newell’s carajo, Newell’s», tras conseguir aquel título con la Lepra en cancha de Ferro.
El otro es más racional, más humano en el buen sentido de la palabra. Un tipo laburante, serio, alejado de las trampas y los atajos que en este fútbol son una tentación a cada paso. Un talentoso como futbolista y como entrenador. Un hombre con un discurso que seduce por su claridad, pero sobretodo porque sus dichos siempre condicen con los hechos. Es que como refrendó el propio Martino «nada pasa por casualidad».
Ambos se respetan, no son amigos, pero tienen un fin común: el bienestar de Newell’s. Y si bien le escapan al ego, no pueden evitar saber que son la historia viva de Newell’s, son próceres en el Parque, lo serán siempre.
Hay algo que los iguala y a la vez los distingue. En su corazón futbolero Newell’s está por encima de todo. Por eso a ningún leproso le sorprendió que el Loco evitara la demagogia con el pueblo chileno en medio de un fervor hacia él inconmensurable y diga «difícilmente quiera a otra camiseta como a la de Newell’s». O cuando el Tata dejó de lado un contrato millonario para dirigir a la selección de Colombia para tomar las riendas de un Newell’s que se dirigía inexorablemente al descenso. «¿Estás loco?», le decían muchos amigos. Y eso que de los dos es el más cuerdo, pero con Newell’s a veces la cordura se pierde hasta para un tipo tan racional como Martino. Claro que el premio fue proporcional al riesgo y tras el título en 2013 el Tata pasó a ser casi un Dios en el Parque.
¿Y donar 3 millones de dólares para dejarle un hotel a las generaciones leprosas no es una locura? Bueno, pero este tipo es un ‘loco’, así que no debería sorprender no? «Creo que debo devolverle a la institución algo de lo mucho que me dio en mi vida», fue la frase que le dijo Bielsa a los directivos cuando le presentó el proyecto. Sí, el tipo que llevó a Newell’s a lo más alto del fútbol local y continental siente que «está en deuda».
Martino y Bielsa, o Bielsa y Martino. Dos ejemplos a seguir en el Parque en medio de una crisis de identidad. Es hora de dejar atrás egos, de ponerse el overol, de luchar para salir entre todos, dirigentes, cuerpo técnico, jugadores y también hinchas. Nadie es dueño de Newell’s, ni siquiera dos próceres como el Tata y el Loco. Ellos lo saben y por eso son tan grandes. Y sería bueno que todos miraran ese espejo.