Por Pablo Bloise

A Central le sobrará tiempo, gracias al parate de la Superliga por fecha Fifa, para detenerse e intenar repensar las maneras, más allá de los resultados positivos que viene acumulando el equipo.

Claro está que al equipo de Leo Fernández le sobra eficacia, pero por momentos los partidos le cuestan y es en ese punto donde tambalea el objetivo de sumar puntos para meterse en zona de competiciones internacionales.

Central es endeble de mitad de cancha hacia atrás. El mediocampo todavía comete pecados de posicionamiento y eso desnuda al máximo las falencias de una defensa central que en los últimos partidos lejos ha estado, en cuanto a apellidos (y a rendimientos también), de lo que en la cabeza de Fernández figura como el ideal.

Sin ir más lejos, el partido contra Chacarita dejó en claro que cualquier rival lo puede complicar. Y eso en gran parte es un defecto del Canalla, porque en reiteradas ocasiones sus hombres no encuentran los circuitos ni las herramientas para sostener una ventaja o para liquidar un cotejo, como sucedió con Vélez.

Del otro lado, también es cierto que los intérpretes no son los que Leo tenía en mente, y eso se siente. Sobre todo en el doble cinco, conformado por Maximiliano González y Leonardo Gil. Este último, enaltecido por todos cuando de su pegada se habla, le pesa todavía (y por sus características lo seguirá haciendo) ponerse la camiseta de armador de juego.

Todavía se debe encontrar el equilibro. La mitad del vaso lleno (o un poco más) de Fernández es la muy buena cosecha de puntos. Porque mientras Central no juega bien, todavía gana. El trabajo debe estar apuntado a cuidar y perfeccionar las formas, porque de esta manera esa eficacia se pondrá en riesgo todos y cada uno de los partidos.