Por Enrique Genovar

Pedirle más a Central sería no conocer el fútbol argentino. Sería buscar un ideal en una realidad que está muy lejos de mostrar los patrones de la perfección. El equipo de Eduardo Coudet es uno de los mejores y llegó al receso como líder de su zona. El descanso le viene en un momento justo, ya que en el partido frente a Sarmiento se vio un Central agotado físicamente.
La primera parte fue brava. Es que no sólo tuvo que batallar con los rivales del torneo local, sino que tuvo la Copa.
Central sorteó con creces la primera mitad del semestre. Ganó el Clásico, sumó de a tres en Avellaneda, le empató a River tras ir perdiendo por dos goles, triunfó ante Godoy Cruz, bailó a Colón en Santa Fe y completó el resto de las ocho fechas que se jugaron hasta aquí con tan sólo una derrota y un empate. Y a los resultados le agregó fútbol, fue el mejor equipo del torneo hasta que el derrotero de encuentros por la Copa le comenzó a pasar factura en la parte física.
Además, su buen presente se vio reflejado en que después de muchísimos años tenga a dos jugadores convocados a la selección. Uno que pudo ir como es Pinola y el otro, Larrondo, se quedó afuera de la selección de Chile por una lesión.
Más allá de lo bueno que hizo el equipo del Chacho en la primera mitad terminó cansado. Agotado físicamente y eso quedó a la luz en el último juego.
El parate le viene en el momento justo. Es que debe recuperar soldados para la segunda parte de la batalla. Donde tendrá que ir al Nuevo Gasómetro, a Bahía Blanca, al Coloso, recibir al sorpresivo Vélez y viajar a Córdoba, entre otros partidos que le queda de cara al objetivo que viene que es el de llegar a la final. Central terminó la primera mitad del torneo cansado pero feliz.