Barrio Pichincha es históricamente reconocido por ser una zona donde conviven los espacios gastronómicos y bares de la ciudad, con la proliferación en este último tiempo de cervecerías artesanales y con una gran cantidad de aceptación entre la juventud rosarina que llega desde diferentes puntos de la ciudad para degustar los diferentes sabores que los locales ofrecen.

Para quienes viven en el barrio, esta situación se ha tornado compleja debido a lo que genera la gran cantidad de personas que se reúnen en estos espacios de disfrute y de ocio. En ocasiones, la gran cantidad de asistentes colman los espacios y se ven obligados a ocupar las veredas para poder comer o beber.

Por esto, mantuvieron una reunión en un bar de calle Oroño con concejales de diferentes sectores. Estuvieron presentes Pablo Javkin, Gabriel Chumpitaz, Carlos Cardozo y Renata Gilotti, quienes escucharon los planteos de los vecinos de la zona en cuestión.

En relación a esta situación, Conclusión dialogó con Víctor, vecino del barrio, quien expresó su malestar y las experiencias que viven con otros vecinos debido a «la falta de control desde el municipio y el descontrol que sucede en estos bares».

Al consultarle por el motivo de la reunión que llevaron adelante en un bar de calle Oroño, Victor dijo que «nosotros lo que queremos hacer hincapié en la falta de control porque nosotros lo que queremos hacer es descansar. No vamos detrás de la plata. Queremos nuestro descanso y ya no podemos vivir más así».

«Queremos hacer hincapié en la falta de control porque nosotros lo que queremos hacer es descansar»

«Nosotros bregamos por nuestra tranquilidad y acá no hay control. No se exige lo que está reglamentado. Hay un desmadre total. El que más problema tiene es la zona de Jujuy y Oroño. Pero también sobre la calle Pichincha hay muchos disturbios. Lo que queremos es comunicarnos con la intendenta para que tome cartas en el asunto, porque no es nuestro rol ocuparnos de esto, nosotros somos vecinos y estamos haciendo el papel de intendentes y concejales» explicaba el vecino de Pichincha.

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Con respecto a la situación puntual que molesta a los vecinos, Víctor dijo que «no puede ser que una cuadra haya diez cervecerías ya que no esta delimitada ni la cantidad de gente que va ni los espacios que ocupan estos bares. No alcanza el espacio físico, ocupan veredas, ocupan calle, no pueden pasar los colectivos, no pudo pasar un autobomba».

«Por eso nos reunimos con los concejales para intercambiar idea y ver que opinan sobre esta cuestión. Queremos que esto trascienda y nos den respuesta porque no podemos vivir más así y no nos queremos ir del barrio. Hasta el momento solo nos reunimos con el Secretario de Control y Convivencia, pero no de la intendenta Monica Fein», dijo el vecino.

Tratamiento trunco

Cuando empezó el 2018 a nivel legislativo, ediles de distintas fuerzas políticas que integran el Concejo Municipal se plantearon como objetivo que el año no termine sin tener una aprobada una nueva ordenanza que regule la nocturnidad, ya que la que rige actualmente tiene casi veinte años por lo cual ha quedado desactualizada en numerosos aspectos, como por ejemplo los nuevos hábitos de consumo que incluyen el «boom cervercero» que inundó Pichincha y otras zonas de la ciudad.

Hubo numerosas reuniones durante el año, a las cuales asistieron vecinos, empresarios gastronómicos, funcionarios municipales, entre otros, pero no se logró el consenso necesario por lo cual Rosario sigue teniendo una regulación casi obsoleta de la actividad nocturna.

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Seguramente, con el precoz surgimiento de este reclamo, el tema volverá a estar en la agenda este año, y se buscará nuevamente poder acordar una nueva norma que otorgue algo de claridad y orden, un tema que atañe y molesta no sólo a los vecinos sino a los propietarios de los bares, a los que les cuesta enmarcarse dentro de las extrañas definiciones de la actual ordenanza.

Además, el tratamiento requerirá de un especial consenso entre las distintas fuerzas, ya que es un año electoral en el que muchas veces el cuerpo legislativo termina siendo víctima del crecimiento de tensiones propio de la contienda.