Internet es una herramienta fundamental que facilita la comunicación de manera más eficiente y rápida permitiendo realizar con mayor comodidad actividades cotidianas, brindando mayor facilidad en la comunicación, educación virtual, el acceso a la información y entretenimiento, sobre todo en tiempos de pandemia.

En programas anteriores hablamos de ser consumidores inteligentes, y una de las características para serlo es ser consumidores saludables, pero ¿cómo se relaciona esto con las redes sociales?

En esta entrega de Consumidores en acción la licenciada en Psicología Débora Aide (Mat. 5875), brinda una serie de consejos para evitar consecuencias negativas en el uso de las redes sociales, sobre todo de las infancias y adolescencias.

Al estar frente a una red social asumimos la calidad de usuarios, por lo tanto es necesario saber que su uso trae consecuencias. En general suelen ser buenas dado que permite estar cerca de aquellos que están lejos, acceder a la educación y demás. Pero ¿qué pasa cuando las consecuencias son negativas? ¿Qué pasa cuando el contenido puede ser perjudicial?

En muchos casos el contenido es discriminatorio, ya que muestra personas con cuerpos hegemónicos y sus recetas mágicas, challenges (desafíos) que ponen en juego la salud y hasta la vida de quienes lo intentan.

Asimismo, una de las mayores atracciones de las redes sociales es el anonimato. Los usuarios se sienten menos intimidados y más confidentes para interactuar con sus amigos virtuales. Esto atrae mucho a las personas tímidas e introvertidas. El anonimato permite crear una falsa identidad, una personalidad diferente de lo que la persona es en realidad. Se puede cambiar el nombre, la edad, el sexo, la ocupación, el lugar donde vive, la apariencia física y demás.

Lo mismo ocurre al ver fotografías publicadas principalmente en Instagram donde los usuarios suben imágenes altamente editadas o actuadas, mostrando imágenes irreales de cuerpos y vidas perfectas; imponiendo modelos a seguir.

La psicóloga Débora Aide, invitada en esta entrega cuenta las consecuencias de las actividades desarrolladas en dichas redes y brinda consejos para ser consumidores inteligentes y saludables, y así evitar que el contenido no afecte de forma perjudicial y como evitar que esto genere expectativas irreales en los jóvenes que las observan, cargándolos de sentimientos de angustia, ansiedad y baja autoestima.

Es importante mencionar en este punto, ¿De que hablamos cuando hablamos de SALUD MENTAL? La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un componente integral y esencial de la salud ya que habla de “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de trastornos o discapacidades mentales. “La salud mental es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad. En este sentido positivo, la salud mental es el fundamento del bienestar individual y del funcionamiento eficaz de la comunidad”, aseguró la profesional.

Además, “la salud mental y el bienestar son fundamentales para nuestra capacidad colectiva e individual de pensar, manifestar sentimientos, interactuar con los demás, ganar el sustento y disfrutar de la vida”.

En consecuencia, es importante conocer: ¿De que manera las redes, tan necesarias en nuestra vida cotidiana, afecta esta capacidad de pensar, de hacerle frente a la vida, de manifestar nuestros sentimientos, etc? Hay que entender que las redes sociales introdujeron nuevas pautas de relación, porque la mayoría de ellas son comunidades virtuales de intercambio dinámico entre personas, grupos e instituciones.

Las redes sociales se convirtieron en un espacio en el que formamos y construimos relaciones, configuramos nuestra propia identidad, y nos expresamos y conocemos el mundo que nos rodea. Pero el objeto técnico empieza a preferirse por sobre el lazo concreto, hay una preferencia por el vínculo virtual, sabiendo que no es un vínculo real; y convierte a las personas en una sociedad pornográfica según el filósofo surcoreano Byung-Chul Han: todo se exhibe, todo se expone, porque exponerse es una manera de ser, porque si no nos exponemos, no existimos.

Hay estudios que marcan que la realidad que se ve en las redes sociales genera problemas en la salud mental principalmente de los adolescentes, que como tales, están formando su identidad lejos de su núcleo familiar y la buscan en sus semejantes. Hoy el vínculo con esos semejantes, y aun más empujado por la pandemia, se encuentra en lo virtual.

¿Qué se descubrió? El uso de las redes sociales vinculado a la depresión, a la baja autoestima, a los trastornos de ansiedad, a la angustia, a la ideación suicida y a problemas en el sueño. ¿Por qué? Para citar algunos ejemplos: El trastorno de ansiedad se debe a que las redes pueden generar en los jóvenes el sentimiento que se están perdiendo cosas que suceden mientras que otros disfrutan de la vida (fenómeno definido como “fear of missing out”); búsqueda del perfeccionismo (ejemplo de “casas reales” que en realidad son de revista).

Por otro lado, baja autoestima, es decir, las imágenes a menudo poco realistas, la comparación constante, un efecto de desesperación cuando no soy o no tengo. Todos estos trastornos tienen como consecuencia un menoscabo en la salud mental y por lo tanto en la vida cotidiana del sujeto.

¿Cómo ser consumidores inteligentes?

Estar informados: pensando en niños/adolescentes, las condiciones de servicio de las redes sociales mas usadas (Tiktok, Instagram, Facebook), estipula que “Los Servicios y la Plataforma están destinados únicamente a personas de al menos 13 años de edad”. Ahora, si un niño/adolescente menor a 13 tiene una de estas plataformas la idea no es quitársela entendiendo que son la base de como esta nueva generación genera vínculos. Pero si entender qué tipo de recursos tienen ellos para manejarlas y acompañarlos en la construcción de los criterios de uso y de privacidad, los horarios de navegación, los tipos de contacto que acepta. Esto también puede aplicarse en los adultos.

• Trabajar ya sea como adultos o como aquellos que acompañamos a los niños/adolescentes el concepto de autoestima, entendido como la capacidad de auto cuidarse, prestando atención a las publicaciones que se leen, que ver a cuáles colocar «like», son conductas de autocuidado.

• Ejercitar la libertar de decidir: a quien sigo, a quien no, que veo, que no veo, cuanto tiempo dedico a esto.

 

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