Embraer es el único fabricante de aviones comerciales de un país en desarrollo que ha podido competir con los gigantes Boeing y Airbus. Sus aviones de corta y media distancia operan en Estados Unidos, Europa y Asia.

Embraer fue creada por el Estado durante los años de la dictadura militar (1964-198) como parte de un proyecto de investigación e inversión para impulsar la modernización del gigante sudamericano. Fue privatizada en 1994, pero el Estado brasileño mantuvo un golden share que da al gobierno el derecho de vetar cualquier operación que vaya en contra de los objetivos estratégicos del Estado.

Uno de los principales accionistas desde su privatización es el gigantesco banco público de desarrollo conocido como BNDS, cuya participación en empresas consideradas estratégicas había sido –hasta la destitución de Dilma Rousseff en el 2016– otra clave de la gestión económica más intervencionista de Brasil frente al ultraliberalismo de otros países.

Por todo esto, ha desatado una fuerte polémica la decisión anunciada en junio de pactar la venta de nada menos que el 80% del negocio comercial de Embraer a Boeing por 3.800 millones de dólares (casi 3.300 millones de euros).

Según el plan, se creará una nueva empresa para fabricar aviones comerciales en la que Embraer tendrá el 20% del capital. Embraer mantendrá el control sobre sus filiales de aeronáutica militar y aviones ejecutivos. La dirección sostiene que la fusión es una respuesta necesaria al acuerdo alcanzado el año pasado por Airbus y la empresa canadiense Bombardier, el principal rival de Embraer en el mercado de aviones regionales.

El presidente brasileño, Michel Temer, responsable de implementar un programa acelerado de privatizaciones desde que sustituyó a Rousseff, ha apoyado la decisión y dice que no ejercerá el veto de la golden share. Los analistas coinciden en calificar la operación como favorable para Boeing e inevitable para Embraer. Se espera cerrar la adquisición a finales del 2019 siempre que el Gobierno brasileño la ratifique. Pero el candidato de centroizquierda Ciro Gomes ha prometido que en caso de ganar, frenará la operación en seco.

Además, la nueva empresa competirá con la misma Boeing. “No es bueno ser controlado por la competencia”, dijo un economista del BNDS, que mantiene el 5% del capital (al igual que Blackrock y Oppenheimer). Pese a ello, BNDS apoya la operación. “La nueva dirección del BNDS (nombrada después del cambio de presidente, tras la caída de Rousseff) está centrada en reducir la cartera de crédito del banco, vender las participaciones industriales y apoyar las privatizaciones”, dijo Sarti.