La Conferencia Episcopal Argentina emitió este miércoles su primer mensaje tras las elecciones presidenciales y sostuvo que «las mayores hipotecas del país siguen siendo la pobreza, la exclusión y la desigualdad».

Así lo afirmaron en un comunicado emitido durante la asamblea plenaria de obispos, donde también pidieron un «renovado esfuerzo de diálogo sincero» y «superar las distintas formas de violencia», al tiempo que cuestionaron «el delito de corrupción» y abogaron por «una firme opción ética en los distintos niveles de la vida social», en un comunicado emitido durante la asamblea plenaria de obispos.

Dicha asamblea, que comenzó el lunes y se extiende hasta el sábado en la casa de retiros El Cenáculo de Pilar, es presidida por el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea.

El comunicado, titulado «El fortalecimiento de nuestra Nación», sostiene que, ante «el inicio de un nuevo período de nuestra democracia, por la cual hemos optado de manera irreversible», «pedimos a Dios que nos ayude para que la senda democrática se traduzca en vida digna, desarrollo integral, trabajo para todos, acceso a la salud y educación de calidad».

Según la Iglesia, «las mayores hipotecas del país siguen siendo la pobreza, la exclusión y la desigualdad», y es por eso que «la Patria requiere de todos un renovado esfuerzo de diálogo sincero y búsqueda de consensos en orden a generar síntesis superadoras».

Es por eso que «la grandeza de nuestra dirigencia se manifestará en este intento si sabe incorporar también los esfuerzos y las búsquedas de los más pobres».

Los Obispos advirtieron asimismo que «el delito de la corrupción nos tienta a todos de distintas maneras y no será posible un real fortalecimiento de nuestra democracia, sin una firme opción ética en los distintos niveles de la vida social, sin una real división de los poderes del Estado y una participación cotidiana y generosa de cada argentino».

«Como ciudadanos responsables estamos llamados a formar un pueblo que, más allá de las discrepancias, sostenga referencias estables que conformen un proyecto común. Esto supone un renovado esfuerzo por superar las distintas formas de violencia y por construir la amistad social», agregaron los prelados.

Según entendieron, «la nueva cuestión social abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia».