Por Gisela Gentile

Cuantas veces pensamos y nos repensamos criando a nuestros hijos, es allí donde salen desde lo más profundo de nuestro ser, interrogantes acerca de si lo estamos haciendo bien. No es tarea sencilla no repetir y, en algunos casos, profundizar conductas y formas adquiridas en nuestra infancia.

Será Laura Gutman, en el encuentro del próximo viernes 9 en el Mateo Booz, la encargada de brindar una charla abierta, interactiva, en donde tratará de profundizar temas como la naturalización de la violencia sobre los niños, los límites y la tecnología.

Conclusión accedió a una entrevista con esta escritora e investigadora que cuenta con una trayectoria de más de 35 años, 13 libros publicados y ser la creadora de la metodología de la  Biografía Humana, un sistema de indagación personal que enseña de manera virtual a aprendices de todo el mundo.

-Para comenzar esta charla sería importante destacar de qué hablamos cuando decimos “naturalización de la violencia”.

-Lo que hemos experimentado cuando fuimos niños: el vínculo con nuestra madre y con nuestro entorno inmediato, los valores que circulaban, las condiciones de vida, todo lo que ocurre, constituye nuestro universo. Por ejemplo, para alguien nacido en el desierto, es “normal” que haga calor. Para alguien nacido y criado en medio de una guerra “es normal” estar en alerta. Del mismo modo, la violencia sobre los niños –a veces más visible, otras veces no tanto- también la “normatizamos”, porque así hemos sido criados. Que nuestros padres nos castiguen, que nos amenacen, que nos abandonen o que no den crédito a nuestras demandas…todo eso es violencia. Pero no la registramos como tal, porque  formaba parte de nuestro universo.

-¿Cuál sería la forma correcta de aplicar los límites dentro de un entorno de crianza respetuosa?

-Me causa gracia tu pregunta ¿Forma correcta? ¿Quién dijo que hay una forma correcta? ¿Límites? ¿Quién asevera que hay que poner límites a los niños? ¿Algún adulto se atrevería a decirnos (a otro adulto) que necesitamos límites?

Los adultos somos terriblemente ignorantes sobre la esencia de una criatura. Por eso, para criar niños, usamos los mismos recursos obsoletos y violentos que nuestros padres han usado con nosotros.

-Pero ¿Cómo aplicamos los “no”? Por ejemplo existen situaciones peligrosas. Vivimos en una sociedad donde los límites existen y si todo es válido luego la frustración ante el mundo real puede ser un impacto.

-Lo que llamamos “la sociedad en la que vivimos”, no es más que nuestra experiencia infantil. Por supuesto que existen cuidados,  si hay algo peligroso, acercaremos su mano al artefacto caliente, por ejemplo, y en seguida el niño sabrá que allí hay algo que quema. Eso es fácil. Sin embargo, los obstáculos aparecen cuando el niño demanda algo que nosotros, como adultos, no estamos en condiciones de ofrecer. Entonces suponemos que le tenemos que poner “límites”. La supuesta frustración respecto al mundo real es una estupidez, ser niño es muy difícil y las frustraciones acontecen a cada segundo. No necesitamos agregarlas.

-¿Cuánto influye la hiperconexión en adultos (reflejada implícitamente en los niños) y qué pansas acerca del acceso a las mismas en niños tan pequeños?

-¿Te referís al mundo virtual, a los dispositivos electrónicos? El problema no son los mismos, sino cómo nos refugiamos en ellos para no relacionarnos afectivamente con el otro. Si los adultos somos incapaces de generar y mantener vínculos íntimos, amorosos, tiernos y generosos con nuestro prójimo…los niños aprenderán lo mismo.

-Me gustaría también que nos expreses cuán importante es ser consciente a la hora de criar a nuestros hijos, y si es relevante tener una idea común entre los criadores (mamá, papá o como este constituida la familia).

-No es importante que “tengamos una idea en común”. Para amar, no necesitamos “ideas” ni “acuerdos”. Lo que sí precisamos es tener suficiente conciencia sobre las circunstancias en las que nosotros hemos sido criados para saber qué pocos recursos tenemos a la hora de amar, intimar, responder a las necesidades sutiles y acuciantes de los niños pequeños. Si un niño se siente sentido, funcionará en armonía. Y si el niño es armonioso, nadie en su familia se va a oponer.

-Entender que estamos repitiendo situaciones adquiridas en la infancia, no es sencillo. ¿Podemos sólo con voluntad, romper situaciones que están tan arraigadas en uno?

-Claro que no podemos solos. Yo desarrollé un sistema de indagación, la “biografía humana”, y entreno a profesionales para poder acompañar a los individuos adultos hacia una mirada ampliada, rescatando el punto de vista del niño que hemos sido. La biografía humana establece no sólo qué nos aconteció, sino también qué hemos hecho para sobrevivir a ese nivel de destrato, de desamor o de desamparo, para luego comprender qué hacemos hoy, siendo adultos. Luego, con mayor conciencia sobre nuestras capacidades o discapacidades amorosas; tomaremos decisiones. Incluyendo la forma de amar a nuestros hijos, si los tenemos.

Que podrías decirles a esas familias que deciden criar a los niños rompiendo estructuras preestablecidas y mandatos familiares, en donde muchas veces el prejuzgamiento y los comentarios hieren a las mismas.

-El único que no tiene que sentirse herido, es el niño. Los adultos, que hagan lo que quieran con sus sentimientos ambivalentes, su moral o sus juicios de valor.

-Pero muchas veces las personas prejuzgan las formas en la que decidimos criar a nuestros hijos (con frases y posturas como ¿lo tenés en patas?, ¿le das la teta tanto tiempo?, “sino lo escolarizas no va a socializar”, entre tantas otras). Entonces allí, las madres y padres dudamos si somos lo suficientemente buenos en nuestro rol de criadores ¿Cómo debemos manejarnos?

-Es verdad que a menudo, nuestras propias madres son nuestras principales depredadoras. Esto es algo a revisar, por ejemplo, en un proceso de biografía humana. Tenemos que poder reconocer las deficiencias o la ignorancia de nuestra madre cuando nos ha criado, observándola con compasión. Luego, si estamos estableciendo hoy, un vínculo amoroso y placentero con nuestra criatura ¿qué importa lo que opinen los demás?

-Y por último, me gustaría reflexionar sobre porque crees que sería interesante que las madres y padres se acerquen a tu charla este viernes 9 de agosto.

-Porque se les va a abrir la cabeza y el corazón. Porque vamos a poner sobre la mesa, con total honestidad, nuestras experiencias infantiles, y vamos a revisar cómo afectan aún la totalidad de nuestras vidas. Porque vamos a encontrar nuevas preguntas para formularnos, a favor del bienestar de todos, adultos y niños. Es una oportunidad para no perder.

Los espero.